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El Tratado del Apocalipsis del beato Gregorio López (1542-1596). Iván Kopylov Sidorovich
Читать онлайн.Название El Tratado del Apocalipsis del beato Gregorio López (1542-1596)
Год выпуска 0
isbn 9786079946883
Автор произведения Iván Kopylov Sidorovich
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
[65] John Paul Heil, “The Fifth Seal (Rev. 6:9-11) as a Key to the Book of Revelation”, en Biblica, 1993, vol. 74, núm. 2, pp. 220-243.
[66] Tratado…, pp. 224-238.
[67] Ibid., pp. 272-273.
[68] Ibid., pp. 30-31.
[69] Gregory K. Beale, op. cit., p. 567.
[70] Tratado…, p. 147.
[71] Véase Josep Ignasi Saranyana (ed.), Evangelización y teología en América (siglo Xvi), Pamplona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 1990, p. 608 (participación en el coloquio).
I
Autor, fecha y estructura del libro
del Apocalipsis: el paradigma profético
y la realidad histórica
Como hemos adelantado en la introducción, Gregorio López fue uno de los primeros autores quienes han usado el libro del Apocalipsis para polemizar contra los protestantes, aunque esos debates no hayan sido tan “visibles”. Gregorio López trata de ubicar el Apocalipsis en su propio contexto histórico, diciendo implícitamente que las imágenes tremendas de la Revelación –sobre todo de la Bestia y de la gran ramera de Babilonia– no se refieren a la Iglesia católica romana de sus tiempos, sino tienen sus explicaciones en las condiciones históricas de cuando apareció la obra en cuestión. Los primeros comentaristas de la Contrarreforma abrieron la polémica con sus reflexiones en torno al contexto histórico del libro del Apocalipsis con lo que les ha parecido un producto de una arbitrariedad hermenéutica. Wilhelm Busset creyó ya en los principios del siglo xx, cuando floreció la tradición europea del criticismo textual bíblico, que con los comentaristas de la época de la Contrarreforma inició la tradición académica del estudio del Apocalipsis.[1]
Podemos asegurar que Gregorio López atribuye el valor histórico al libro del Apocalipsis ya en las primeras páginas de su Tratado. Definiendo tal obra como género, el ermitaño la caracteriza como la historia profética disfrazada en figuras.[2] Es decir, la califica como una obra que pertenece al género de la historia y como una narración con símbolos de significado y contexto histórico fijos. López precisa que en esa historia Jesucristo, el Redentor, dejó a su Iglesia como un mensaje importante, y “particularmente a siete iglesias de Asia”; asegura además sobre “las persecuciones y trabajos, que ella había de padecer, desde el tiempo del emperador Trajano hasta el día del juicio”.[3] Eso quiere decir que el mensaje simbólico disfrazado en figuras fue dirigido a los representantes de las siete iglesias (o comunidades) de Asia cuyos feligreses debían de haber comprendido todo el contenido simbólico de aquel mensaje sin dejar lugar a dudas. El autor del libro del Apocalipsis está situado en un momento concreto de la historia, del que hablamos más adelante, pero ya a partir de la época del emperador Trajano, según Gregorio López, ya deberá de comenzar el cumplimiento de las profecías dadas por Jesucristo; se enfatiza en el mismo libro del Apocalipsis que su objetivo principal se centra en la tentativa de describir “lo que va a suceder pronto” (Ap. 1:1); mientras tanto, Gregorio López añade que todo eso ya “comenzó a efectuarse”;[4] en otras palabras, la dimensión escatológica se encontró en la situación de la interacción estrecha con la dimensión histórica sin destruir ni derrotar la historia como tal, porque el proceso histórico sigue y cada acontecimiento histórico, ubicado en su propio contexto y explicado por el comentarista novohispano, ya está marcado por su significado apocalíptico y metahistórico, representado en figuras.
Con todo eso podemos decir que Gregorio López se preocupó por muchas cosas relacionadas con el contexto histórico del Apocalipsis, lo que en lo sucesivo llegó a ser objeto de estudios múltiples por parte de los investigadores del tiempo moderno quienes se han dedicado a la crítica textual del Apocalipsis. Entre otras cosas, para nosotros son importantes las cuestiones que se refieren al problema del autor y la fecha de tal obra, a las circunstancias históricas que determinaron la aparición de este libro, porque en gran parte esas cuestiones “técnicas” nos ayudan a entender de qué manera Gregorio López valoró el contexto cronológico del libro de la Revelación y en qué medida el contexto histórico podría haber servido como una suerte de prólogo para que se desarrollara el drama escatológico en su contexto metahistórico. Además, así quedará claro cómo Gregorio López mismo dialoga con la tradición anterior, prefigurando los métodos de la tradición académica posterior.
I.I. Gregorio López en su diálogo con la tradición: autor y fecha del libro del Apocalipsis
Los primeros capítulos del Tratado de Gregorio López están marcados por el extremo laconismo de los comentarios. El texto original del libro de la Revelación está entretejido por los comentarios escasos por parte de López con el objetivo de explicar o de precisar algunos detalles para que el lector obtuviera una visión más clara de las imágenes y figuras propuestas por el autor del Apocalipsis, visionario y profeta, quien, según la definición de Gregorio López, trató de expresar sus profecías en forma de una narración histórica, en la cual cada detalle deberá de haber tenido, según el ermitaño novohispano, una referencia concreta para ubicar cada profecía en su supuesto contexto histórico.
En el primer capítulo de su Tratado Gregorio López asegura que el santo apóstol Juan, autor del cuarto Evangelio y el discípulo más amado de Jesucristo, es también autor del libro del Apocalipsis.
Apocalipsi (que quiere decir, Revelación de Jesu-Christo), el qual le dio Dios; porque la Divinidad lo reveló a la Humanidad de nuestro Redentor, para manifestar a sus siervos, los Christianos, lo que conviene al servicio de nuestro Dios, y provecho de ellos, que se haga presto, porque luego comenzó a efectuarse, y lo significó hablando, por significaciones y figuras, enviando por su ángel siervo Juan, el Evangelista, el qual dio testimonio del Verbo de Dios, en quanto a la Divinidad y testimonio de Jesu-Christo, en quanto e la Humanidad, y de todo lo que vio.[5]
Gregorio López, además, precisa el esquema de la transmisión de la Revelación divina cono una cadena continua, cuyos eslabones son: Dios [Padre] La Divinidad de Jesucristo La Humanidad de Jesucristo que abraza a todos los cristianos El autor del libro, es decir san Juan el Evangelista los destinatarios de san Juan quienes son los representantes de las comunidades cristianas de Asia Menor (de Laodicea, Esmirna, Sardis etc.). La propia palabra “apocalipsis” o “revelación” (ἀποκάλυψις en griego) nos remite a un género especial de la literatura apocalíptica propio tanto para los judíos como los cristianos de los primeros siglos d. C., aunque, como dice Baukham, no podemos afirmar con certeza si el autor del libro de la Revelación ya ha sido consciente sobre el carácter técnico de esa palabra;[6] al mismo tiempo podemos decir que en el Tratado de Gregorio López tampoco podemos encontrar alguna reflexión sobre el carácter técnico de la palabra Apocalipsis ni tampoco hay referencias a otras obras literarias, judías o cristianas; creemos que en la tradición comentarista del Renacimiento y de la Contrarreforma todavía no se veía el libro del Apocalipsis como ejemplo de un género ya establecido. Este último libro del canon neotestamentario se ha considerado como único en su género, tanto por los protestantes que trataban de repugnar su carácter canónico, como por los comentaristas católicos, cuya tarea principal era reconsiderar y subrayar la particular importancia de este Libro en la historia literaria del cristianismo.
Gregorio López, afirmando la autoría de san