ТОП просматриваемых книг сайта:
Daniel. Una guía para el estudioso. William H. Shea
Читать онлайн.Название Daniel. Una guía para el estudioso
Год выпуска 0
isbn 9789875678569
Автор произведения William H. Shea
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
Daniel no solo vivió en Babilonia durante este extenso periodo de tiempo; también se relacionó con estos dos reyes en un nivel profesional. Dios usó a Daniel para hacerles llegar profecías a estos individuos, profecías acerca de sus reinos y acerca de ellos mismos. Por lo tanto, estos dos capítulos tratan no solo de estos reyes babilonios, sino también de Daniel y cómo les ofreció sus servicios. El papel de Daniel ante ambos reyes fue similar: sirvió como un sabio inspirado que les dio mensajes acerca de sus vidas y los tiempos, provenientes del Dios verdadero.
Nabucodonosor recibió un mensaje de Dios mediante un sueño; Dios le habló a Belsasar a través de la escritura de una mano incorpórea sobre la pared del salón de audiencias del palacio. En ambos casos, los reyes necesitaban de alguien que interpretara el mensaje de Dios, y en ambos casos los sabios de Babilonia fueron incapaces ante la tarea. Daniel tuvo que ser llamado porque los misteriosos mensajes provenían del Dios verdadero a quien él servía. Ambos mensajes eran mensajes de juicio que caían sobre los reyes. Los dos habrían de ser juzgados según al contenido de las profecías que Daniel interpretara para ellos. Y en ambos casos, todo sucedió tal y como Daniel predijo.
Sin embargo, hay una diferencia significativa entre el destino de estos dos reyes. Nabucodonosor recibió una prolongada sentencia de demencia, pero finalmente se recuperó, se arrepintió, y se tornó en fe al verdadero Dios. Belsasar, por otro lado, recibió su juicio en la misma noche en que le fue dada la profecía. Con su muerte esa noche, el Imperio Neobabilónico pasó a manos de Medo-Persia.
Los temas de estos dos capítulos son similares, aunque se desarrollan de formas diferentes. Tal enlace temático liga estos dos capítulos en el centro de la estructura literaria quiasmática de la sección aramea del libro (capítulos 2-7). En esta estructura, el capítulo 2 está conectado temáticamente con el capítulo 7; el capítulo 3 está conectado temáticamente con el capítulo 6. Y en el centro de esta escalera, el capítulo 4 está conectado con el capítulo 5. Por lo tanto, los capítulos 4 y 5 se consideran un par enlazado en el centro de la estructura quiasmática. Están conectados entre sí por la naturaleza de sus contenidos, y han sido colocados lado a lado para enfatizar con mayor vigor esa conexión. (Para una discusión adicional de la estructura literaria quiasmática de la sección histórica de Daniel, véase el capítulo 1, páginas 28-31.
EL SUEÑO DE UN GRAN ÁRBOL
La narración en el capítulo 4 es hecha mayormente en primera persona por Nabucodonosor mismo. El rey comienza su relato de esta manera:
“Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo” (4:1, 2).
Después de un breve pasaje poético en el cual el rey alaba a este gran Dios por su dominio y majestad, procede a relatar su experiencia. Las expresiones de alabanza de Nabucodonosor constituyen una excelente lección para nosotros: También nosotros debemos alabar a Dios por las grandes cosas que ha hecho por nosotros. Ésta es una de las lecciones del capítulo 4. Tal como Dios actuó antaño en favor de Nabucodonosor, también puede actuar en favor nuestro hoy. Tal vez la forma en que obre hoy no sea la misma de cuando actuó en favor de Nabucodonosor, pero la narración en este capítulo nos asegura que Dios es poderoso y que interviene en los asuntos de la vida para el beneficio de sus hijos. Cuando lo hace, y vemos su mano en acción, debemos alabarlo como lo hiciera Nabucodonosor.
Nabucodonosor no puso fecha a este relato de cómo Dios trató con él, pero tenemos algunas indicaciones del marco de tiempo en el cual ocurrieron estos eventos. El rey reporta que se encontraba en su palacio, satisfecho y próspero. Tal descripción se aplicaría más naturalmente a un periodo intermedio de su reinado de 43 años. Durante el primer tercio de su reinado, Nabucodonosor dirigió sus ejércitos en campañas casi constantes. Durante el último tercio salió nuevamente a la guerra con su ejército. Por lo tanto, fue mayormente durante el tercio medio de su largo reinado que estuvo en prosperidad y paz, puesto que sus mayores conquistas militares ya se habían llevado a cabo para entonces.
Una noche durante este periodo próspero y pacífico, el rey estaba durmiendo en el palacio cuando le sobrevino un sueño impresionante. No era un sueño ordinario, y Nabucodonosor sintió que era de vital importancia descubrir lo que significaba. En el caso de su sueño anterior descrito en Daniel 2, Nabucodonosor no pudo recordar el contenido del sueño cuando despertó; esta vez recordó el sueño con claridad. De modo que llamó a sus sabios y adivinos, les contó el sueño y les demandó una interpretación. Nadie se lo pudo explicar al rey (vers. 7, 8).
Finalmente llamaron a Daniel. Los sabios subalternos no pudieron cumplir con la tarea, así que llamaron a su jefe. Nótese que, en un principio, Nabucodonosor se refiere a Daniel por su nombre babilónico Beltsasar. El rey le dijo a Daniel que en su sueño, había visto un gran árbol. El árbol era enorme y fuerte, y se veía de todos los extremos de la Tierra. También proveía sombra para los animales que vivían debajo de él y fruto para las aves que moraban en sus ramas (vers. 10-12).
Sin embargo, la segunda escena del sueño del rey no era tan placentera. Un ángel mensajero descendió del cielo con el decreto de que el árbol fuese cortado, incluyendo sus ramas, hojas y fruto; las aves y los animales a los que había provisto protección serían esparcidos. Pero no todo estaba perdido, por cuanto la cepa del árbol sería atada después que el árbol fuera cortado, y permanecería en el suelo (vers. 13-15).
En este punto del sueño, el ángel hizo una transición en su instrucción y explicación, trasladándose del símbolo del árbol a la realidad que el árbol representaba. El árbol claramente representaba a un hombre y su destino. El ángel indicó que el hombre así representado viviría entre los animales y las plantas del campo, tal como la cepa del árbol. La mente de tal hombre sería cambiada a la mente de un animal, tal como la de aquellos entre quienes viviría. Todo esto duraría hasta que siete “tiempos”, o años, pasaran sobre él (vers. 16, 17). Aparentemente, el castigo sería cesado, si bien el ángel no profetizó directamente la restauración del hombre al final de los siete años.
Si usted hubiera sido uno de los sabios convocados por el rey para explicar este sueño, ¿qué es lo que hubiera significado para usted? Recuerde, usted no tendría la ventaja retrospectiva que tenemos hoy cuando leemos toda la historia.
Hubiera sido claro que el sueño se aplicaba a un individuo, ya que las palabras del ángel establecieron ese hecho. Pero, ¿qué individuo? A nosotros nos parece obvio, al leer la narración hoy día, que Nabucodonosor era el hombre en cuestión. Pero, ¿habría sido esta la explicación natural que se les ocurriera a los sabios que tenían ante sí la tarea de interpretar el sueño? Probablemente no. Más probablemente, hubieran pensado inmediatamente en términos de algún enemigo de Nabucodonosor. Debido al destino del hombre del sueño, su primera inclinación hubiera sido probablemente señalar a aquel rey u oponente que le estaba dando a Nabucodonosor el mayor problema, aplicándole el sueño a ese sujeto.
Si usted hubiera sido uno de los sabios a los que se les ordenó interpretar el sueño, ¡lo último que usted habría deseado hacer era aplicar el sueño a Nabucodonosor! Después de todo, los mensajeros que traían malas noticias al rey fácilmente podían sufrir su ira. Sin embargo, los sabios probablemente no habrían pensado en esta interpretación de todas maneras. Sencillamente no se les habría ocurrido que un rey tan acaudalado, poderoso y famoso pudiera sufrir tal aflicción. En ese entonces, las enfermedades mentales eran consideradas obra de los demonios, ¿y cómo podrían los demonios afligir a un hombre obviamente tan bendecido por los dioses?
Por lo tanto, la interpretación de Daniel era contraria no solo a lo que pensaron los sabios respecto a Nabucodonosor, sino a la teología misma de su sistema de creencias. ¡Un hombre tan bendecido por los dioses no podía ser al mismo tiempo maldecido por ellos! Si las cosas le hubieran estado yendo mal para Nabucodonosor, eso indicaría que los dioses estaban enojados con él. De ser así, una interpretación tal del reino