Скачать книгу

en cuatro diferentes secciones, todas ellas bien defendidas. ¡Con razón Belsasar se sentía tan seguro como para realizar un banquete a pesar del ejército que acampaba fuera de la ciudad!

      Los invitados a este banquete incluían la clase alta de la sociedad oficial de Babilonia: mil aristócratas o nobles del reino. El rey también invitó a su esposa, sus esposas secundarias, las concubinas del harén real (5:1, 3), y posiblemente a su madre —la reina del versículo 10—, aunque ésta puede ser una referencia a la esposa principal de Belsasar.

      El banquete incluía mucha bebida, tanto vino como probablemente cerveza (vers. 2). Los babilonios eran famosos por la cerveza que hacían, y se han encontrado algunas tablillas que describen el proceso que seguían para hacerla. La cerveza es lo que probablemente la Biblia llama “bebida fuerte” y que condena más aun que el vino fermentado. Las estadísticas modernas de crímenes y accidentes automovilísticos demuestran que el alcohol ha tenido que ver en un gran porcentaje de tales situaciones, con resultados desastrosos. El alcohol es una droga que afecta las facultades de juicio en la mente humana y sus patrones superiores de pensamiento moral. Belsasar no fue la excepción a este efecto.

      El rey fue más allá del mero hecho de celebrar un banquete en el cual se bebió bastante. Hizo traer los vasos que habían sido tomados del templo de Yahweh, o Jehová, en Jerusalén para utilizarlos como recipientes para beber alcohol (5:3; véase también 2 Rey. 24:12, 13). Posiblemente Belsasar usó vasos de los templos de otros dioses del Cercano Oriente también. En el uso que les dio a esas vasijas se observa claramente el desprecio a Dios, de cuyo templo provenían.

      La acción de Belsasar de beber usando los vasos del templo también involucraba ciertas creencias teológicas. Según la teología babilonia, existen muchos dioses en el cielo. Estos dioses actuaban en la Tierra mediante sus representantes, de modo que cuando ocurría cierto evento en particular en la Tierra, quería decir que la misma acción había ocurrido en el reino de los dioses. Por ejemplo, cuando Babilonia se apuntaba una victoria sobre alguno de sus enemigos, eso indicaba que en el cielo, Marduk, el dios de Babilonia, había derrotado al dios de ese país. Por lo tanto, los eventos terrenales reflejaban lo que ocurría entre los dioses. Así que, para Belsasar, beber de los vasos que provenían del templo de Yahweh era una expresión, para él, de la superioridad de su dios sobre el Dios de los judíos. Desafortunadamente para Belsasar, su teología era falsa; en realidad se estaba involucrando en un acto de blasfemia contra el verdadero Dios.

      LA ESCRITURA EN LA PARED

      La respuesta divina a este acto de blasfemia por parte de Belsasar y sus nobles fue enviada en forma de una profecía escrita sobre la pared del salón del trono o la cámara de audiencias en la que se celebraba el banquete (vers. 5, 6). Gracias a la pala de los arqueólogos, tenemos una muy buena idea de dónde ocurrió esto. El área del palacio de Babilonia se localizaba cerca del gran pórtico de Ishtar, sobre el lado norte de la ciudad interior. Viniendo del sur por la vía procesional, un viajero podía pasar a través de la puerta y girar a la derecha hacia el Éufrates para entrar al área del palacio. Los edificios del palacio estaban arreglados alrededor de un patio central; el edificio sobre el lado sur era uno en el cual el rey celebraba audiencias, y probablemente fue el edificio en el que Belsasar tuvo su banquete.

      El exterior de este edificio estaba cubierto con ornamentos y detalladas figuras enmarcadas en ladrillos esmaltados. Entre las figuras representadas había leones reminiscentes de la primera “bestia” de Daniel 7:4, que representaba a Babilonia. Las paredes del interior del edificio, sin embargo, eran todas de color blanco, de modo que cualquiera que haya sido la tinta con la cual escribiera la mano, las letras se habrían destacado claramente contra ese fondo.

      Belsasar, y sin duda sus nobles también, quedaron conmocionados cuando la escritura apareció en la pared. En su terror, se “debilitaron sus lomos”, y “el rey palideció” (vers. 6). Todos en el salón estaban asombrados. Naturalmente, todos se preguntaban qué significaba la extraña escritura. Se dio inicio a una búsqueda inmediata de alguien que pudiera leer la misteriosa escritura. Los sabios de Babilonia vinieron, pero no pudieron ofrecer una respuesta (vers. 7-9).

      Entonces la reina (vers. 10), probablemente la reina madre de Belsasar, se acordó de los días antiguos, medio siglo antes, cuando Daniel había servido en la corte como sabio superior a los otros sabios de Babilonia. Daniel había sido capaz de descifrar los misterios de los sueños de Nabucodonosor, por lo menos en dos ocasiones, y esto se quedó grabado en la memoria de la reina madre. A petición suya, Daniel fue convocado (vers. 10-13).

      La conversación que siguió entre Daniel y Belsasar trató tres puntos principales. Uno, por supuesto, era la interpretación de la escritura en la pared. Como prefacio, sin embargo, Belsasar hizo una oferta a cualquiera que pudiera interpretar la escritura. Propuso que esa persona fuera el tercer gobernante en el reino y darle las prendas y emblemas de ese oficio (vers. 16).

      ¿Por qué ofrecería Belsasar convertir al individuo que tuviera éxito en el “tercero” en el reino? Sería mucho más natural ofrecer hacerlo el “segundo”, o simplemente concederle grandes honores. Pero un ofrecimiento de la “tercera” posición en el reino suena extrañamente específico. ¿Por qué el “tercer” puesto?

      Todo queda aclarado cuando entendemos la situación política en Babilonia en ese tiempo. El reinado de Babilonia estaba involucrado en un arreglo inusual justo en ese entonces. El rey oficial era Nabonido, el padre de Belsasar. Pero debido a su extensa ausencia del reino, había hecho a Belsasar corregente. En sus propias palabras, le “había confiado el reino a él [Belsasar]”. Por diez años, mientras Nabonido se hallaba fuera en Tayma, Arabia, Belsasar permaneció en Babilonia para administrar el reino.

      Ahora, sin embargo, Nabonido había regresado. Pero la situación se había tornado más amenazadora de como estaba cuando se fue a Arabia. Con el asalto de los medos y persas a la frontera oriental del imperio, Babilonia estaba en peligro de derrumbarse. Dos gobernantes eran vitalmente necesarios en ese tiempo: uno en el campo para enfrentar el ataque del enemigo, y el otro en la capital para mantener seguro el control del reino. Nabonido tomó el papel de comandante en el campo y dirigió una división del ejército de Babilonia al río Tigris para enfrentar a Ciro y sus tropas. Belsasar permaneció en la ciudad con otra división del ejército para proteger la capital. Nabonido fue derrotado en el día decimocuarto de Tishri, y la ciudad de Babilonia cayó ante el ejército persa dos días después. Mediante el uso de cálculos realizados por astrónomos y asiriólogos modernos, el día que cayó Babilonia puede identificarse en términos de nuestro calendario como el 12 de octubre del 539 a.C.

      Esto explica el ofrecimiento de Belsasar de la “tercera” posición en el reino a cualquiera que pudiera interpretar la escritura en la pared. Nabonido ocupaba la primera posición como rey titular. Como corregente, Belsasar era el segundo en el reino, y el intérprete exitoso sería elevado a la tercera posición, la de primer ministro, a las órdenes de estos dos reyes.

      Posteriormente, los historiadores perdieron el conocimiento de esta situación e, incluso, de la existencia de Belsasar. Solo un habitante de Babilonia en el siglo sexto a.C. podría haber sabido de ese extraño arreglo y usó esa específica, aunque irregular, designación de “el tercer señor en el reino” (vers. 16, el énfasis es nuestro). Daniel recibió ese honor porque interpretó la escritura (vers. 29), pero ocupó el cargo solo por pocas horas. Luego el ejercito persa conquistó la ciudad y Belsasar fue asesinado (vers. 30).

      La última parte de la entrevista entre Daniel y Belsasar implicaba el conocimiento de Belsasar de la historia reciente de Babilonia. Daniel refirió a Belsasar al caso de Nabucodonosor y los resultados de su orgullo según se lo bosqueja en el capítulo 4. No solo Daniel recordó esta experiencia a Belsasar, sino que temerariamente le declaró que debía haberle prestado atención. Debió haber sido un ejemplo instructivo para Belsasar, pero no se humilló (vers. 18-21).

      Si Belsasar hubiera tomado en cuenta la experiencia de Nabucodonosor, nunca hubiera cometido el sacrilegio de beber de los vasos del templo de Yahweh. La experiencia de Nabucodonosor debió haberle enseñado a respetar al Dios verdadero cuyo poder y fuerza podían humillar al más grande gobernante del reino. Pero escogió

Скачать книгу