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cautivos, y si ellos sufrían debido a la nueva dieta, él sufriría la ira de Nabucodonosor (1:10). Los reyes del mundo antiguo eran conocidos por su tendencia a castigar a los mensajeros que les traían malas noticias.

      ¿Podría un periodo de solo diez días verdaderamente marcar una diferencia? En la sociedad moderna, hay muchos ejemplos que demuestran que diez días pueden ciertamente producir cambios. Un plan dietético especial anunciado en la televisión norteamericana promete: “Dénos una semana, y le quitaremos el sobrepeso”. Más intenso aun era el régimen del Dr. Pritikin, un nutricionista cuya severa dieta baja en grasas iba dirigida a la reducción rápida del colesterol y el peso como parte de un programa de rehabilitación y acondicionamiento para pacientes con serios problemas del corazón. Para participar en dicho programa, uno tenía que pasar una semana en el centro médico de Pritikin. Debe hacerse notar también que un paciente bien puede recuperarse de una cirugía seria y ser dado de alta del hospital en menos de diez días. De hecho, la duración de las estadías en los hospitales se está tornando cada vez más corta. Por lo tanto, la petición de Daniel de diez días como periodo de prueba era razonable, aunque él probablemente hubiera preferido tener más tiempo.

      Nuevamente, no era solamente la fuerza ordinaria de las circunstancias humanas lo que abrió esta posibilidad para Daniel y sus amigos. No es que eran mejores nutricionistas o quinestesiólogos ni eran individuos intelectualmente superiores a los otros estudiantes matriculados. Pudieron obtener el favor del funcionario y llevar a cabo su programa porque “puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos” (1:9). Tan inteligente como era, Daniel tenía otro factor que operaba a su favor, y ese factor era el más importante: el favor divino. En esta situación, Dios fue capaz de usar y bendecir a Daniel y sus amigos debido a su fe en él y sus promesas.

      De la misma forma, Dios puede usarnos hoy en situaciones similares. Esta parte de la narración pone énfasis en el hecho de que Dios no solo quiere que tengamos mentes alertas espiritualmente, también quiere que tengamos cuerpos saludables. Los dos asuntos están directamente relacionados. “Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos que comían de la porción de la comida del rey” (vers. 15). Después de pasar esta prueba de diez días, Daniel y sus amigos pudieron comer la dieta que querían por el resto de los tres años en la escuela. Continuar con esta dieta por esa extensión de tiempo también contribuyó a los excelentes resultados al final del curso.

      EL RESULTADO FINAL

      Al final del curso de tres años, el examen final para graduarse era oral (1:19, 20). De hecho, su examinador era la persona más importante de todas, más importante que cualquiera de los profesores que tuvieron durante sus estudios. El examinador final no era otro sino el rey mismo. Él quería ver lo que los estudiantes habían cumplido durante su periodo de capacitación y ver si estaban satisfactoriamente calificados para tomar cargos en el gobierno babilónico. Una vez más, Daniel y sus amigos salieron triunfantes: “Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey” (vers. 19). Valiéndose de la hipérbole, el texto describe a Daniel y sus amigos como diez veces mejores que los otros sabios del reino de Babilonia (vers. 20). Eso no quiere decir que obtuvieron un 100 por ciento en su examen y que los otros sabios sacaron solo un 10 por ciento. Simplemente quiere decir que los hebreos claramente fueron más sobresalientes que los otros estudiantes en el curso y que eran superiores incluso a los sabios profesionales que ya ejercían sus funciones. Un fenómeno literario similar se encuentra en la historia del horno de fuego en Daniel 3. Se le dijo a los siervos de Nabucodonosor que calentaran el horno “siete veces más de lo acostumbrado” (vers. 19). Esto no quiere decir que el horno subió de 500 grados, por ejemplo, a 3.500 grados. Más bien, significa que lo atizaron a un nivel mucho más intenso, independientemente de la temperatura absoluta involucrada.

      ¿Cuál fue la verdadera razón por la que Daniel y sus amigos tuvieron tan buenos resultados en el examen oral ante el rey? ¿Se debió a que tenían coeficientes intelectuales superiores? ¿Se debió a que tenían un régimen más saludable? Estos elementos pudieron haber ayudado, pero más que eso, tenían la bendición directa de Dios. “A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia. . .” (vers. 1:17). Sin la bendición de Dios, estos jóvenes no se habrían destacado tanto como lo hicieron. Dios tenía un plan y un propósito para ellos, y quería demostrarlo delante de todos los sabios de Babilonia, delante de sus condiscípulos, y delante del rey. Dios tiene un plan y una bendición para tu vida también, aunque puede que no sea exactamente en la misma forma en que lo hizo para con estos estudiantes cautivos en Babilonia.

      FECHAS

      Concluimos nuestro estudio del capítulo 1 con una nota técnica acerca de tres detalles cronológicos relacionados con este capítulo. El primero tiene que ver con la fecha en el primer versículo del capítulo. Dice que Nabucodonosor vino y sitió a Jerusalén en el tercer año de Joacim, rey de Judá. Algunos han criticado esta fecha como inexacta, argumentando que el sitio realmente tuvo lugar en el cuarto año de Joacim. Esta objeción ha sido tratada más completamente en el primer capítulo de este volumen (véase págs. 22, 23). Basta decir aquí que si uno interpreta esta fecha basado en el principio de contar el año ascensional y el calendario judío (de otoño a otoño), la fecha queda establecida correctamente como históricamente exacta.

      El segundo problema cronológico involucrado aquí se enfoca en la extensión de tiempo de los estudios de Daniel y sus amigos —tres años, según Daniel 1:15— y la fecha en la que ocurrieron los eventos de Daniel 2, “en el segundo año del reinado de Nabucodonosor” (2:1). Esta afirmación puede armonizarse fácilmente cuando nos damos cuenta que Daniel 1:5 no necesariamente significa tres años completos de doce meses cada uno. El primero y el último año de este curso de estudios probablemente fueron solo años parciales, tal como el año escolar actual en muchos países nuestros es de nueve o diez meses y no de doce.

      Esta explicación implica lo que se conoce como “contabilidad inclusiva”, la cual tiene que ver con la forma en que los antiguos hebreos contaban las fracciones. Para los lectores modernos, 50 por ciento es la línea divisoria; cualquier cifra mayor se redondea al número siguiente, y cualquier cifra inferior no es tomada en cuenta. Esa no era la forma en la que los hebreos contaban. Para ellos, cualquier fracción se “incluía” en el número siguiente. Por lo tanto, Jesús pudo haber estado en la tumba tres días incluyendo solo una porción del viernes de tarde, todo el sábado, y una porción durante la mañana del domingo. Según la “contabilidad inclusiva”, esto equivale a tres días. Otro ejemplo bíblico de esto lo podemos encontrar en 2 Reyes 18:9-11, donde el sitio de Samaria comenzó en el cuarto año de Ezequías y terminó en su año sexto, lo cual ocurrió “al cabo de tres años” (2 Rey. 18:10). Así, los tres años de estudio de Daniel puede que no sean tres años completos de doce meses cada uno.

      El último problema cronológico menor en el capítulo 1 se encuentra en su último versículo, que dice, “Y continuó Daniel hasta el año primero del rey Ciro” (vers. 21). Siendo que éste es el rey Ciro de Persia con quien el libro termina (10:1), ésta es una referencia a la totalidad del ministerio de Daniel y la vida de Daniel en Babilonia. Pero ha sido puesto al final de la primera narración del libro, la cual trata de la llegada de Daniel a Babilonia y sus primeras experiencias allí.

      Obviamente, esta mención de Ciro proviene de un momento setenta años después, aproximadamente en el 536 a.C. Se lo registró aquí en el capítulo 1 editorialmente para anticipar lo que sigue en el libro. No tenía la intención de ser un punto en el tiempo como se lee en la declaración del versículo 1. Algunas de las narraciones de Daniel pudieron haber sido escritas con anterioridad y algunas otras pudieron haberse escrito posteriormente, pero la última de ellas y cualquier comentario editorial tal claramente provino del periodo persa, cuando el libro ya estaba terminado.

      Capítulo 3

      Reyes caídos

      Los capítulos 4 y 5 de Daniel tratan el destino de dos reyes del Imperio Neobabilónico: Nabucodonosor, el fundador y primer gran rey de ese imperio (capítulo

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