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El libro negro del comunismo. Andrzej Paczkowski
Читать онлайн.Название El libro negro del comunismo
Год выпуска 0
isbn 9788417241964
Автор произведения Andrzej Paczkowski
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
A pesar de algunos éxitos iniciales, la organización de comités de campesinos pobres no duró mucho. La idea misma de situar por delante a la parte más pobre del campesinado reflejaba el desconocimiento profundo que tenían los bolcheviques de la sociedad campesina. De acuerdo con un esquema marxista simplista, la imaginaban dividida en clases antagonistas, aunque era ante todo solidaria frente al mundo exterior, frente a los extraños venidos de la ciudad. Cuando se trataba de entregar los excedentes, el reflejo igualitario y comunitario de la asamblea campesina actuaba de forma plena. En lugar de recaer solo sobre los campesinos acomodados, el peso de las requisas fue repartido en función de las disponibilidades de cada uno. La masa de los campesinos medios se vio afectada y el descontento resultó general. Estallaron disturbios en numerosas regiones. Ante la brutalidad de los destacamentos de suministros respaldados por la Cheka o el Ejército, una verdadera guerrilla adquirió forma desde junio de 1918. En julio-agosto, ciento diez insurrecciones campesinas, calificadas por el poder de «rebeliones kulaks» —terminología bolchevique que se usaba para designar las revueltas en las que participaron aldeas enteras, con todas las categorías sociales mezcladas— estallaron en las zonas controladas por el nuevo poder. El crédito del que habían disfrutado durante un breve período los bolcheviques por no haberse opuesto en 1917 al reparto de tierras se vio aniquilado en algunas semanas. Durante tres años, la política de requisas iba a provocar miles de sublevaciones y de motines, que degeneraron en verdaderas guerras campesinas reprimidas con la mayor violencia.
En el plano político, el endurecimiento de la dictadura durante la primavera de 1918 se tradujo en la clausura definitiva de todos los periódicos no bolcheviques, la disolución de los soviets no bolcheviques, el arresto de los opositores y la represión brutal de numerosos movimientos de huelga. En mayo-junio de 1918, doscientos cinco periódicos de la oposición socialista fueron definitivamente cerrados. Los soviets, de mayoría menchevique o socialista-revolucionaria, de Kaluga, Tver, Yaroslavl, Riazán, Kostroma, Kazán, Saratov, Penza, Tambov, Voronezh, Orel y Vologdae fueron disueltos por la fuerza34. El escenario era idéntico en casi todas partes: algunos días después de las elecciones en las que obtuvieron la victoria los partidos de la oposición, la fracción bolchevique recurría a la ayuda de la fuerza armada, generalmente un destacamento de la Cheka que decretaba la ley marcial y detenía a los opositores.
Dzerzhinski —que había enviado a sus principales colaboradores a las ciudades donde la oposición había ganado— impulsaba sin ambages el golpe de fuerza, como dan testimonio de manera elocuente las órdenes que dirigió, el 31 de mayo de 1918, a Eiduk, su plenipotenciario en misión en Tver: «Los obreros, influidos por los mencheviques, los eseristas, y otros cerdos contrarrevolucionarios, se han declarado en huelga y se han manifestado a favor de la constitución de un Gobierno que reúna a todos los «socialistas». Debes fijar por toda la ciudad una proclama indicando que la Cheka ejecutará sobre el terreno a todo bandido, ladrón, especulador y contrarrevolucionario que conspire contra el poder soviético. Establece una contribución extraordinaria sobre los burgueses de la ciudad. Cénsalos. Estas listas serán útiles aunque no se muevan nunca. Me preguntas con qué elementos hay que formar nuestra cheka local. Echa mano de gente resuelta que sepa que no hay nada más eficaz que una bala para hacer callar a alguien. La experiencia me ha enseñado que un número reducido de gente decidida puede hacer cambiar una situación»35.
La disolución de los soviets controlados por los opositores, y la expulsión, el 14 de julio de 1918, de los mencheviques y de los socialistas revolucionarios del Comité ejecutivo pan-ruso de los soviets suscitaron protestas, manifestaciones y movimientos de huelga en numerosas ciudades obreras, en las que la situación alimentaria no dejaba además de degradarse. En Kolpino, cerca de Petrogrado, el jefe de un destacamento de la Cheka ordenó disparar sobre una manifestación contra el hambre, ¡organizada por obreros cuya ración mensual había descendido a un kilo de harina! Se produjeron diez muertos. El mismo día, en la fábrica Berezovski, cerca de Ekaterimburgo, quince personas fueron muertas por un destacamento de guardias rojos durante la celebración de un mitin de protesta contra los «comisarios bolcheviques» acusados de haberse apropiado de las mejores casas de la ciudad y de haber utilizado en beneficio propio los quinientos rublos exigidos a la burguesía local. Al día siguiente, las autoridades de la zona decretaron la ley marcial en esta ciudad obrera y catorce personas fueron inmediatamente fusiladas por la cheka local, que no informó de ello a Moscú36.
Durante la segunda quincena de mayo y el mes de junio de 1918, numerosas manifestaciones obreras fueron reprimidas con sangre en Sormovo, Yaroslavl y Tula, así como en las ciudades industriales de los Urales, Taguil, Beloretsk, Zlatus y Ekaterimburgo. La parte cada vez más activa que desempeñaron en la represión las chekas locales queda atestiguada por la frecuencia creciente, en los medios obreros, de consignas y lemas contra la nueva «Ojrana»37 (policía política zarista) al servicio de la «comisarocracia»38.
Del 8 al 11 de junio de 1918, Dzerzhinski presidió la primera conferencia pan-rusa de chekas, a la que asistían un centenar de delegados de cuarenta y tres secciones locales, que totalizaban ya unos doce mil hombres —serán cuarenta mil a finales del año 1918, más de doscientos ochenta mil a inicios de 1921—. Afirmándose por encima de los soviets, e incluso «por encima del partido», señalaron algunos bolcheviques, la conferencia declaró «que asumía en todo el territorio de la república el peso de la lucha contra la contrarrevolución, en su condición de órgano supremo del poder administrativo de la Rusia soviética». El organigrama ideal adoptado como consecuencia de esta conferencia ponía de manifiesto el vasto campo de actividad transferido a la policía política desde junio de 1918, es decir, antes de la gran oleada de insurrecciones «contrarrevolucionarias» del verano de 1918. Calcada sobre el modelo de la casa madre de la Lubianka, cada cheka de provincia debía, en los plazos más breves, organizar los departamentos y oficinas siguientes: 1. Departamento de información. Oficinas: Ejército Rojo, monárquicos, cadetes, eseristas de derechas y mencheviques, anarquistas y delincuentes de derecho común, burguesía y gente de Iglesia, sindicatos y comités obreros, súbditos extranjeros. En relación con cada una de estas categorías, las oficinas correspondientes debían elaborar una lista de sospechosos. 2. Departamento de lucha contra la contrarrevolución. Oficinas: Ejército Rojo, monárquicos, cadetes, eseristas de derechas y mencheviques, anarquistas, sindicalistas, minorías nacionales, extranjeros, alcoholismo, pogromos y orden público, asuntos de prensa. 3. Departamento de lucha contra la especulación y los abusos de autoridad. 4. Departamento de transportes, vías de comunicación y puertos. 5. Departamento operativo, que reagrupa a las unidades especiales de la Cheka39.
Dos días después del final de esta conferencia pan-rusa de las chekas, el Gobierno decretó el restablecimiento legal de la pena de muerte. Esta, abolida después de la revolución de febrero de 1917, había sido restaurada por Kérenski en julio de 1917. No obstante, no se aplicaba entonces más que en las regiones del frente, bajo jurisdicción militar. Una de las primera medidas adoptadas por el segundo Congreso de los Soviets, el 26 de octubre (8 de noviembre) de 1917, fue abolir de nuevo la pena capital. Esta decisión provocó la cólera de Lenin: «¡Es un error, una debilidad inadmisible, una ilusión pacifista!»40. Lenin y Dzerzhinski no pararon hasta restablecer legalmente la pena de muerte, sabiendo perfectamente que podría ser aplicada, sin ningún «legalismo puntilloso», por órganos extralegales como las chekas. La primera condena a muerte legal, expresada por un tribunal revolucionario, tuvo lugar el 21 de junio de 1918: el almirante Chastni fue el primer «contrarrevolucionario» fusilado «legalmente».
El 20 de junio, V. Volodarski, uno de los dirigentes bolcheviques de Petrogrado, fue abatido por un militante socialista-revolucionario. Este atentado se producía en un período de extrema tensión en la antigua capital. En el curso de las semanas precedentes, las relaciones entre los bolcheviques y el mundo obrero no habían dejado de deteriorarse. En mayo-junio