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el momento como enemigos del pueblo y transferidos a la prisiones de Kronstadt»4.

      En unos días, EL CMRP introdujo dos mociones particularmente temibles: la de «enemigo del pueblo» y la de «sospechoso»…

      El 28 de noviembre (10 de diciembre), el Gobierno institucionalizó la moción de «enemigo del pueblo». Un decreto firmado por Lenin estipulaba que «los miembros de las instancias dirigentes del partido constitucional-demócrata, partido de los enemigos del pueblo, quedan fuera de la ley y son susceptibles de arresto inmediato y de comparecencia ante los tribunales revolucionarios»5. Estos tribunales acababan de ser instituidos en virtud del «decreto número 1 sobre los tribunales». En términos de este texto quedaban abolidas todas las leyes que estaban «en contradicción con los decretos del Gobierno obrero y campesino, así como de los programas políticos de los partidos socialdemócrata y socialista revolucionario». Mientras esperaban la redacción de un nuevo Código Penal, los jueces tenían la máxima flexibilidad para apreciar la validez de la legislación existente «en función del orden y de la legalidad revolucionaria», noción tan vaga que permitía los mayores abusos. Los tribunales del antiguo régimen fueron suprimidos y reemplazados por tribunales populares y tribunales revolucionarios competentes en todos los crímenes y delitos cometidos «contra el Estado proletario», el «sabotaje», el «espionaje» y los «abusos de funciones» y otros «crímenes revolucionarios». Como lo reconocía Kurski, comisario del pueblo para la justicia de 1918 a 1928, los tribunales revolucionarios no lo eran en el sentido habitual, «burgués» de este término, sino tribunales de la dictadura del proletariado, órganos de lucha contra la contrarrevolución, más preocupados por erradicar que por juzgar6. Entre los tribunales revolucionarios figuraba un «Tribunal revolucionario de asuntos de prensa» encargado de juzgar los delitos de prensa y de suspender cualquier publicación que «sembrara la desazón en los espíritus al publicar noticias voluntariamente erróneas»7.

      Mientras que aparecían categorías inéditas («sospechosos, enemigos del pueblo») y que se ponían en funcionamiento nuevos dispositivos judiciales, el Comité Militar Revolucionario de Petrogrado continuaba estructurándose. En una ciudad en la que las reservas de harina eran inferiores a un día de racionamiento miserable —menos de medio kilo de pan por adulto— la cuestión de los suministros era por naturaleza primordial.

      El 4 (17) de noviembre fue creada una comisión de suministros, cuya primera proclama estigmatizaba a las «clases ricas que se aprovechan de la miseria» y afirmaba: «que es hora de requisar los excedentes de los ricos y, por qué no, sus bienes». El 11 (24) de noviembre, la comisión de suministros decidió enviar inmediatamente destacamentos especiales, compuestos por soldados, marinos, obreros y guardias rojos, a las provincias productoras de cereales, a fin de procurarse los productos alimenticios de primera necesidad para Petrogrado y para el frente»8. Esta medida, adoptada por una comisión del CMRP, prefiguraba la política de requisa llevada a cabo, durante cerca de tres años, por los destacamentos del «ejército de suministros», y que iba a ser factor esencial del enfrentamiento, generador de violencia y de terror, entre el nuevo poder y el campesinado.

      La comisión de investigación militar, creada el 10 (23) de noviembre, fue encargada del arresto de los oficiales «contrarrevolucionarios» denunciados por regla general por sus soldados, de los miembros de los partidos «burgueses» y de los funcionarios sospechosos de «sabotaje». Rápidamente esta comisión fue encargada de los asuntos más diversos. En el clima turbulento de una ciudad que padecía hambre, en que los destacamentos de guardias rojos y de milicianos improvisados requisaban, robaban y saqueaban en el nombre de la revolución, basándose en una orden incierta firmada por algún «comisario», centenares de individuos comparecían ante la comisión por los delitos más diversos: pillaje, «especulación», «acaparamiento» de los productos de primera necesidad, pero también, «estado de embriaguez» o «pertenencia a una clase hostil»9.

      Los llamamientos de los bolcheviques en favor de la espontaneidad revolucionaria de las masas eran un arma de manejo delicado. Los ajustes de cuentas y la violencia se multiplicaron, en particular los robos a mano armada y el pillaje de almacenes, fundamentalmente de los que vendían alcohol y de las bodegas del Palacio de Invierno. El fenómeno llegó a tener con el paso de los días tal amplitud que, a propuesta de Dzerzhinski, el CMRP decidió crear una comisión de lucha contra la embriaguez y los desórdenes. El 6 de diciembre (20 de diciembre), esta comisión declaró el estado de sitio en la ciudad de Petrogrado, y decretó el toque de queda a fin de «poner fin a los disturbios y desórdenes iniciados por elementos sospechosos enmascarados de revolucionarios»10.

      Más todavía que estos trastornos esporádicos, el Gobierno bolchevique temía, en realidad, la extensión de la huelga de los funcionarios, que duraba desde los días posteriores al golpe de Estado del 25 de octubre (7 de noviembre). Fue esta amenaza la que constituyó el pretexto para la creación, el 7 (20) de diciembre, de la Vserossiskaya Chrezvytchaïnïa komissia po bor’bes kontr´ revoliutsii, spekuliatsei i sabotaguem —la comisión pan-rusa extraordinaria de lucha contra la contrarrevolución, la especulación y el sabotaje—, que iba a entrar en la historia bajo sus iniciales de Vecheka, o abreviadamente Cheka.

      Algunos días antes de la creación de la Cheka, el Gobierno había decidido, no sin dudas, disolver el CMRP. Estructura operativa provisional fundada en la víspera de la insurrección para dirigir las operaciones sobre el terreno, este había realizado las tareas que le habían sido encomendadas. Había permitido tomar el poder y defender al nuevo régimen hasta el momento que este habría creado su propio aparato de Estado. Debía, además, para evitar una confusión de poderes y un encabalgamiento de las competencias, transferir sus prerrogativas al Gobierno legal, el Consejo de Comisarios del Pueblo.

      ¿Pero cómo renunciar, en un momento juzgado crítico por los dirigentes bolcheviques, al «brazo armado de la dictadura del proletariado»? Durante su reunión de 6 de diciembre, el Gobierno encargó «al camarada Dzerzhinski que estableciera una comisión especial que examinara los medios para luchar, con la mayor energía revolucionaria, contra la huelga general de los funcionarios y determinara los métodos para suprimir el sabotaje». La elección del «camarada Dzerzhinski» no solamente no suscitó ninguna discusión, sino que parecía evidente. Algunos días antes, Lenin, siempre aficionado a los paralelos históricos entre la gran revolución —la francesa— y la Revolución rusa de 1917 había indicado a su secretario, V. Bonch-Bruevich, la necesidad de encontrar con urgencia otro «Fouquier-Tinville, que nos mantenga en jaque a toda la canalla contrarrevolucionaria»11. El 6 de diciembre, la elección de un «sólido jacobino proletario», por reproducir otra fórmula de Lenin, recayó de manera unánime en Feliks Dzerzhinski, convertido en algunas semanas, en virtud de su acción enérgica en el CMRP, en el gran especialista de las cuestiones de seguridad. Además, como explicó Lenin a Bonch-Bruevich, de todos nosotros es el que ha pasado más tiempo en los calabozos zaristas y el que ha tenido mayor contacto con la Ojrana (la policía política zarista). ¡Conoce su oficio!

      Antes de la reunión gubernamental del 7 (20) de diciembre, Lenin envió una nota a Dzerzhinski:

      Respecto a su informe de hoy, ¿no sería posible redactar un decreto con un preámbulo del género: la burguesía se apresta a cometer los crímenes más abominables reclutando la hez de la sociedad para organizar tumultos. Los cómplices de la burguesía, fundamentalmente los altos funcionarios, los cuadros de los bancos, etc., realizan sabotaje y organizan huelgas para minar las medidas del Gobierno destinadas a poner en funcionamiento la transformación socialista de la sociedad. La burguesía no retrocede ante el sabotaje de los suministros, condenando así a millones de personas al hambre. Deben tomarse medidas excepcionales para luchar contra los saboteadores contrarrevolucionarios. En consecuencia, el Consejo de Comisarios del Pueblo decreta…?12

      En la tarde del 7 (20) de diciembre, Dzerzhinski presentó su proyecto al Consejo de Comisarios del Pueblo. Inició su intervención con un discurso sobre los peligros que amenazaban a la revolución en el «frente interior»:

      Debemos enviar a ese frente, el más peligroso y el más cruel de los frentes, a camaradas determinados, duros, sólidos, sin escrúpulos, dispuestos a sacrificarse por la salvación

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