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       Día 10

       Día 11

       DUODÉCIMO VIAJE

      Prólogo

      Mi amigo Isidro Ávila ha sabido relatar en este interesante libro, de una forma amena y fluida, los doce viajes a Malí que entre los años 2004 y 2012, incluyendo entre ellos uno que no fue posible realizar, sirvieron para mantener las relaciones de hermandad y cooperación entre Vegas del Genil (Granada) y Goumbou (Nara).

      El libro que tienes en tus manos recoge no solo las vivencias y peripecias de varios grupos de voluntarios agrupados en una ONG, sino que te va a descubrir cómo se convive con gentes que aparentemente son muy diferentes a nosotros, pero que en el fondo comparten nuestras mismas virtudes y defectos. La única diferencia real es que viven en un lugar donde no debería vivir nadie, pues goza de todas las calamidades posibles, pero que como es su tierra tienen el derecho a estar allí.

      Los viajes realizados a Malí me han permitido vivir momentos muy duros por las personas que allí sufren por enfermedad y falta de alimentos, como ver a un niño con tres años que se muere por no disponer de nutrición suficiente, o a una mujer agonizante en la puerta de un “hospital” sin que nadie le preste la más mínima atención. Pero a la vez he vivido momentos muy emocionantes cuando nos recibían en sus pueblos y aldeas, o en sus casas, ofreciéndonos compartir lo poco que tienen; conocer a personas que pueden ser felices con muy poco, y familias que se ayudan entre sus miembros, mostrando un gran respeto por los mayores.

      Personalmente tengo que dar las gracias a Isidro Ávila por partida doble.

      Gracias, Isidro, pues fuiste tú quien me comentó que se estaba gestando una ONG para ayudar a un pueblo en Malí, y en su momento nos facilitaste a Lourdes Fiestas, mi esposa, y a mí que nos incorporásemos a este proyecto, que tanto nos ha enriquecido como personas.

      Gracias, Isidro, por embarcarte en la elaboración de este libro, que me consta que ha sido muy ardua, que nos va a servir a los que hemos vivido lo que en él se relata, para fijar estos entrañables recuerdos que el paso del tiempo va borrando de nuestras memorias, y así poder revivirlos cada vez que lo leamos.

      Antonio Pedro Martín Morales, un amigo

      Introducción

      Viajar podrá considerarse un placer por sí mismo cuando a su regreso se obtengan las conclusiones oportunas que lo confirmen.

      Esta es la historia, vivida en primera persona, cuyo mérito inicial fue haber estado en el lugar y momento adecuados para recibir una propuesta que no pude rechazar y sin necesidad de pensarla.

      Mi trabajo, empleado de entidad financiera como director de oficina durante treinta y ocho años. Quizá ese fuera el motivo por el que recibí la propuesta por parte de Yolanda Ibáñez, amiga y concejala del Ayuntamiento de Vegas del Genil, para participar en una expedición patrocinada por dicho ayuntamiento a un lugar de Malí (África) llamado Goumbou, perteneciente al municipio de Ouagadou, provincia de Nara. La organización correría a cargo de un pariente suyo que hablaba francés, idioma oficial de Malí, y era secretario de una fundación.

      El motivo pretendido por el ayuntamiento era hermanarse con dicho pueblo y el objetivo era conocer sus necesidades básicas para, si era posible, enviar ayuda material y de asesoramiento en todas y cada una de las facetas que allí íbamos a conocer de primera mano, dentro de las posibilidades económicas del ayuntamiento, teniendo en cuenta que era la época dorada de la construcción en la zona y los promotores dejaban dinero en abundancia.

      Todo comenzó cuando el secretario de la fundación realizó un viaje en el año 2003 a Tombouctou (Malí) y allí se encontró con una fiesta, el Festival Cultural Tuareg, en la que se daban cita multitud de músicos y artistas africanos e internacionales y a la que asistían, entre otros, muchos gobernantes y mandatarios del país, incluidos alcaldes de pueblos y representantes de los barrios, aldeas y poblados pertenecientes a esos municipios. Allí coincidió con un grupo de alcaldes malienses y entabló conversación con algunos de ellos hasta llegar a preguntarles por la situación social y económica, sobre qué pueblo era el más pobre y necesitado de ayuda, etc. A esto respondió monsieur Sádia Kouma, alcalde de la Mairìe de Goumbou, que su pueblo era el más pobre entre los ya pobres pueblos y aldeas de Malí (según datos de la FAO, en 2004 Malí estaba entre los tres países más pobres del mundo).

      Desde ese mismo momento se comprometió a realizar un viaje al año siguiente en compañía de otras personas «expertas» en distintas materias, que irían a conocer y valorar las necesidades de su pueblo con la intención de hermanarse y facilitarles toda la ayuda que fuese posible. Mantuvo diversas conversaciones con el Ayuntamiento de Vegas del Genil, a través de Yolanda, hasta conseguir que aceptasen la idea y empezasen a buscar personas con el perfil apropiado para dicho viaje y que estuviesen dispuestas a asumir los «riesgos» del mismo y algunos gastos personales.

      Ahí apareció mi suerte. Me ofrecieron ir a ese viaje junto con los «expertos» en sanidad, infraestructuras, agricultura y ganadería, nuevas tecnologías, educación y economía. De inmediato contesté que sí, siempre y cuando no tuviese ninguna objeción de mi familia, dado que una parte económica importante del viaje la debía asumir cada uno y, entre otras cosas, había que ponerse (o tomarse) obligatoriamente unas catorce vacunas contra enfermedades muy comunes en ese país como la fiebre amarilla, el tétanos, la difteria, la hepatitis A y B, la triple vírica, el tifus, la meningitis, la rabia, el cólera, la poliomielitis, la gripe, el neumococo y la malaria o paludismo. ¡Toma ya, cualquier cosa! Y además tenías que estar continuamente usando repelentes contra insectos, porque si Malí tiene algo que sobra son los insectos de todo tipo, formas, tamaños y colores, que en cualquier momento te pueden comer a picotazos o, en el peor de los casos, infectarte con alguna enfermedad grave. Incluso hay uno muy curioso que escupe ácido y te abre un agujero en la piel que te dejará marcado de por vida…

      Las personas designadas por el ayuntamiento empezamos a tener reuniones previas para conocernos, exponer el proyecto de viaje y saber de la predisposición de cada uno para asumir los posibles riesgos que aparentemente pudiera tener y los gastos personales.

      Asistimos a la primera reunión formal, donde se pudo comprobar que a algunos de los asistentes no se les veía integrados ni cómodos con el viaje. Se mostraban inseguros con las posibilidades y el futuro del proyecto, alegando demasiadas propuestas negativas y haciendo ver que aquello no era lo que esperaban, por lo que en la segunda o tercera reunión se descartaron de golpe tres personas, dos enfermeros y un técnico en agricultura. Además, no teníamos médico ni enfermero que pudieran asumir el tema sanitario y había que encontrar alguno sí o sí, por ser uno de los motivos que más incidencia tendría en el desarrollo del proyecto. Para las infraestructuras y nuevas tecnologías sí había personas con preparación, gran interés y convicción en el proyecto que aceptaron las condiciones. Para agricultura y ganadería también había un agrónomo con ganas y preparación técnica, que aceptó de inmediato. Para el apartado de economía yo estaba dispuesto a escuchar, tomar nota y aportar mis ideas para que el proyecto saliera adelante. De educación ya se encargarían el secretario de la fundación y su esposa, que también vendrían. Solo nos faltaba el personal sanitario y yo me comprometí con el grupo a intentarlo con un médico amigo y compañero que, cuando le hice la propuesta, solo me dijo: «Espera, ya te diré algo». En pocos días me contestó que vendría con su mujer y un amigo, colega de profesión.

      Ya estaba formado el grupo que viajaría a Malí:

      –Gabriel Sánchez y Pepa Ruiz por parte de la fundación: Educación y apoyo general del proyecto, además de traductores para el grupo.

      –Yolanda Ibáñez: Relaciones institucionales del Ayuntamiento de Vegas del Genil.

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