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a la luz de la investigación Es así como el respetar teorías "reduccionistas" pasa a sonar mal… a la hora de respetar los conocimientos válidos.

      En la década de los setenta, Jerome Frankl explicitó los posibles aspectos comunes a los diferentes enfoques terapéuticos, en su libro Persuation and Healing (1973). Los aportes de Frankl tienen relevancia, por la precisión en la descripción de los factores comunes; y por las repercusiones posteriores de estas descripciones, en otros autores. El enfoque de los factores comunes, una vez más, no aporta ninguna teoría integrativa. Se limita a rescatar lo que es común a los enfoques; lo cual, en último término, involucra un conformismo en relación a los resultados "promedio". Se trata de nivelar hacia el "medio", lo cual tiene un fuerte sabor a… "medio-cridad".

      En 1977, Paul Wachtel se preguntaba: ¿Qué pasaría si le agregamos insight a la acción y acción al insight? Esto involucra una complementación inter-enfoques; en este caso, entre el enfoque psicodinámico y el conductual. Este camino de complementación fue avalado por Goldfried cuando señalaba: "Deberíamos abrirnos a la posibilidad de que nuestras áreas de debilidad pudieran ser complementadas por un área de fortaleza proveniente de otra orientación" (1982, p. 587). Este camino de integración, que calza bien con lo lógico y con el sentido común, tiene también un marcado sabor ecléctico. Se toma lo "mejor" de diferentes enfoques… y no se enfatiza la teoría.

      Es necesario destacar que integración en psicoterapia es muy distinto de integración de las psicoterapias. Pretender integrar en un todo – 300 o 400 enfoques – respetando la identidad de cada uno, constituiría un absurdo lógico, una laxitud psicoterapéutica… y una imposibilidad práctica. Un absurdo lógico, puesto que muchos enfoques difieren entre sí de maneras incompatibles. Una laxitud psicoterapéutica, porque se estarían integrando los múltiples errores de cada enfoque. Una imposibilidad práctica, porque la extensión de cada enfoque es tal, que resulta imposible abordar la "integración" de todos. De este modo, el pretender integrar "todos" los autores y/o "todos" los enfoques de psicoterapia, constituye un camino inconducente.

      Es importante señalar también que, una eventual integración de "algunos" enfoques o de "partes de enfoques", desvirtúa cada enfoque original, para adecuarlo a la nueva teoría emergente. En ese contexto, pocos "militantes" de los enfoques originales quedarían conformes… lo cual no importaría, si se enriquecieran el conocimiento y la práctica clínica.

      Pero no queda claro con qué criterio seleccionaríamos dos o tres enfoques, a fin de intentar integrar "esos" dos o tres. ¿Por qué estos tres enfoques y no otros… cuando todos se han mostrado casi igualmente "eficientes/ineficientes"? Adicionalmente, al integrar un enfoque, se estarían integrando los aciertos y los errores de ese enfoque. Y, desafortunadamente, los errores de cada enfoque suelen ser… muchos.

      Finalmente, al integrar "de a dos" los 300 enfoques, por posibles combinaciones, podrían surgir miles de enfoques "integrativos". En un proceso de "integrar" este con este, o bien este con este otro, o quizás este con ese otro, podríamos ir armando, literalmente, miles de enfoques "integrativos" posibles.

      De este modo, si combináramos "de a dos" los 300 enfoques – al más puro estilo del enfoque "cognitivo-conductual" – las combinaciones posibles nos conducen a la cifra de 44.850 nuevos enfoques "integrativos" posibles.

      Y si combináramos "de a tres" los 300 enfoques – al estilo del enfoque "cognitivo-procesal-sistémico" – llegaríamos a 4.455.100 nuevos enfoques "integrativos" posibles. Y, por la vía de combinaciones "de a cuatro" – al estilo de la "psico-neuro-inmuno-endocrinología" – los enfoques "integrativos" posibles llegarían a… 330.791.175 nuevos enfoques "integrativos" posibles.

      Lo anterior suena a exagerado, y también a irónico. No lo es… y sí lo es.

      No es exagerado. En los hechos los "Congresos Integrativos" y las "Revistas Integrativas" están plenos de trabajos que "integran" esto, con esto, o esto otro con esto otro, o… "cualquier cosa" con "cualquier cosa". Y a nadie parece importarle mucho.

      Como muestra, un botón. En el Congreso Anual de la "Society for the Exploration of Psychotherapy Integration", realizado en Dublin, Irlanda (2016), uno de los trabajos se titulaba: "Integrando Principios Cognitivo-Conductuales, Multiculturales, Sistemas de Familia, y Principios Focalizados en la Emoción, en la Supervisión en Terapia de Parejas". Y no se trata, en modo alguno, de un caso excepcional; la tendencia va en esa dirección.

      Si es exagerado. Aun cuando las cifras que mostrábamos son matemáticamente correctas, en los hechos son claramente exageradas. Resulta más que probable que no existan 300 enfoques de psicoterapia… que ameriten el nombre de enfoques. Adicionalmente, muchísimos de ellos no se perfilan con suficiente claridad, como para saber qué estaríamos integrando. Esto, sin hablar del tema de los aportes válidos. Así, las cifras "millonarias" antes explicitadas, constituyen tan solo una ironía… pero el problema de fondo se presenta con mucha fuerza.

      Es así que no se vislumbra cómo, este estilo de aproximación "integrativa" – vía integración de enfoques – podría contribuir a aportar síntesis, unificación, orden, comprensión y potencia a la psicoterapia.

      Hacia 1980, Albert Bandura propone su Modelo del Determinismo Recíproco, el cual involucra una integración de las variables ambientales, cognitivas y conductuales. No integra enfoques sino variables; y su aporte, aunque más bien incompleto, es bastante integrativo.

      En 1983, Roberto Opazo propone su Modelo Integrativo Supraparadigmático, en el marco del Congreso Anual de la a.a.b.t. en Washington d.c. Puesto que todos tienden a coincidir en que la existencia de una teoría integrativa es lo que diferencia a los eclécticos de los integrativos, el aporte de Opazo consiste precisamente en proponer lo que él denomina una teoría "realmente integrativa". El tema me involucra directamente, y lo iremos retomando a través de todo el presente libro.

      En un sentido genérico, el logro de una integración – en niveles teóricos – pareciera ser lo más importante; esto, a juicio de muchos autores. Desafortunadamente, lo más difícil de todo pareciera ser precisamente la búsqueda de la integración en un nivel teórico. "La integración teórica es la forma más compleja, sofisticada y difícil de integración. Las psicoterapias que están teóricamente integradas, se basan en un proceso de sintetizar aspectos; desde variadas teorías de la personalidad, combinando modelos de psicopatología, e integrando diversos mecanismos de cambio psicológico… desde dos o más sistemas tradicionales. Estas novedosas teorías integrativas, pueden indicar la mutua influencia de variables ambientales, motivacionales, cognitivas, y afectivas" (Messer y Gurman, 2011, p. 431; las cursivas son nuestras). En un sentido de fondo, esto involucra el ir integrando teorías provenientes de dos o tres enfoques lo cual, como lo hemos explicado, resulta tanto arbitrario como incongruente.

      Hacia mediados de la década de los ochenta, se formó la Society for the Exploration of Psychotherapy Integration (s.e.p.i.), la cual celebró su primera reunión anual en Annapolis, eua. Recogiendo sus postulados esenciales, puede decirse que s.e.p.i. es una organización interdisciplinaria de profesionales, interesada en enfoques de la psicoterapia que no estén limitados a una orientación; los objetivos primarios de s.e.p.i. son alentar la comunicación, y servir como grupo de referencia, para individuos interesados en explorar la interfase entre diferentes enfoques de la psicoterapia. Destacados terapeutas como Paul Wachtel, John Norcross, Barry Wolfe, Marvin Goldfried, Carol Glass, George Stricker, Louis Castonguay, Diane Arnkoff, etc., han desplegado esfuerzos por años en el ámbito de s.e.p.i.

      En 1992, Prochaska, DiClemente y Norcross proponen un modelo comprensivo del cambio terapéutico, a través de su Enfoque Transteórico. Esta aproximación centra su mirada en los tratamientos mismos; y luego, a su interior, coordina los diversos procesos, etapas, y niveles de cambio. Los autores procuran alcanzar las metas de la integración a través de cuatro dimensiones centrales: procesos de cambio, etapas del cambio, pros y contras del cambio y niveles de cambio. Aunque el término "transteórico" a muchos les suena a "supra-teoría", la propuesta tiene un nivel menos abarcativo; se ubica más cerca de "lo práctico", en una búsqueda de identificar y combinar procesos, etapas de cambio, etc.,

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