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y parte a la vez.

      En el tema del cambio terapéutico, va quedando claro que algunas técnicas funcionan muy bien, que la psicoterapia como conjunto aporta, que su aporte es de potencia discutible, que el aporte global de la psicoterapia depende en exceso de la alianza terapéutica y del efecto placebo; y que las variables específicas de cada enfoque están quedando en deuda en términos de su aporte al cambio.

      Cuando se comparan estrategias de cambio, con frecuencia se puede establecer el que ciertas estrategias operan mejor que otras. Esto ha permitido proponer la "psicoterapia basada en evidencias" como un posible camino para la psicoterapia.

      Una cuota "extra" de escepticismo, sin embargo, surge de los estudios que comparan globalmente los resultados terapéuticos de los diferentes enfoques.

      A la hora de comparar la potencia clínica de cada enfoque, la real estatura clínica de cada enfoque, se presenta una sostenida tendencia al empate. Ya en 1975 Luborsky, Singer y Luborsky, postularon el así llamado veredicto del dodo: "todos han ganado y todos merecen premios". El pasaje fue extraído de Alicia en el País de las Maravillas y nos sirvió de marco inicial en el presente capítulo. La idea central es que ningún enfoque se ha mostrado significativa y sostenidamente superior a los otros. El "veredicto del dodo", que implica que la psicoterapia es efectiva, pero que no se evidencian diferencias significativas entre los enfoques, ha sido apoyado por un muy amplio sector de investigadores (Bergin y Lambert, 1978; Smith, Glass y Miller, 1980; Garfield, 1983; Michelson, 1985; Stiles, Shapiro y Elliot, 1986).

      El panorama se sintetiza bien en las palabras de Lambert: "Existe poca evidencia para sugerir la superioridad de una escuela sobre otra" (1992, p. 103).

      En lo personal, el "veredicto del dodo" me salió al encuentro muy tempranamente. Hace ya muchos años – concretamente en 1986 – fui invitado a compartir un Simposio con el Dr. Otto Kernberg en el marco de un congreso de psiquiatría. En respuesta a algunas interrogantes, el Dr. Kernberg señaló que investigaciones realizadas por la Clínica Menninger, habían concluido que la psicoterapia psicoanalítica lograba resultados equivalentes a las demás psicoterapias; es decir, un tercio de los pacientes progresaba mucho, un tercio simplemente progresaba, y el otro un tercio continuaba igual. La verdad es que la respuesta me pareció muy honesta, carente de sesgos a favor de su enfoque. Sin embargo, me pareció muy sugerente el hecho que, después de largos años de formación, de innumerables cursos teóricos, talleres y horas de supervisión, en el contexto de la psicoterapia profunda, después de cientos o miles de horas de psicoanálisis didáctico, los psicoanalistas logren lo mismo que los demás enfoques. Tal vez logren lo mismo, pero… "muy profundamente".

      El "veredicto del dodo" tiene ya sus años. El concepto fue utilizado por primera vez por Rosenzweig, en 1936. Luego fue enfatizado por Luborsky, Singer, y Luborsky, en 1975. En 1993 Luborsky et al., luego de una amplia revisión de la investigación existente, concluyeron que el "veredicto del dodo" se mantenía; es decir, que los diferentes enfoques tendían a obtener resultados terapéuticos similares. Y, más recientemente Wampold, en 2001, vuelve a insistir en que los enfoques tienden a "empatar" a la hora de los resultados terapéuticos. En suma, a través de 65 años, los enfoques no logran establecer diferencias entre sí, en lo relativo a aportes al cambio en psicoterapia.

      Lo anterior no es menor: ¿Es que todos progresan al "unísono", por lo cual no se superan entre sí? Raro. ¿Es que todos tienden a mantenerse más o menos donde mismo? Malo.

      Las preguntas anteriores se relacionan directamente con nuestra capacidad de seleccionar y de acumular un mejor conocimiento. Si aun hoy en día se mantuviera un "empate" generalizado, calzaría mejor con un "somos de los mismos y estamos donde mismo" en el sentido que ningún enfoque, como un todo, ha logrado evidenciar mayores progresos que los enfoques alternativos. Por supuesto, esto no involucra el que no se haya logrado progresos más puntuales.

      La inquietud, entonces, cursaría así: ¿Seguimos – o no seguimos – en un punto parecido a aquel en el cual nos encontrábamos hace 65 años? ¿Se están perfilando mejor algunos enfoques o algún enfoque?

      Una postura levemente "anti-dodo" es la que asumen Lambert y Ogles (2004): "La diferencia en resultados entre diversas formas de terapia, no ha sido tan pronunciada como debería esperarse" (p. 180). Los autores agregan que, en aquellos casos en los que sí existen diferencias, éstas tienden a favorecer a la terapia conductual, a la terapia cognitiva, o a combinaciones "eclécticas" de ambas.

      Lo anterior, sin embargo, se ha prestado para diversas discusiones. Algunos investigadores han venido sosteniendo que, cuando algunos meta-análisis informan acerca de eventuales "rupturas" del empate terapéutico – por ejemplo cuando Dobson (1989) informa resultados a favor de la terapia cognitiva – fuertes errores metodológicos estarían en la base de esas supuestas rupturas. Errores en la línea de características de demanda, "allegiance effect", etc. "Cuando estos factores son controlados, los estudios comparativos entregan hallazgos notablemente similares: "todos han ganado y todos merecen premios" (Shoham y Rohrbaugh, 1999, p. 122).

      En fecha comparativamente más reciente, Luborsky (1999) ha reafirmado que el "veredicto del dodo" mantiene su vigencia hoy en día. Y el más reciente y completo meta-análisis de comparación de enfoques que se ha realizado hasta ahora, suscribe el "veredicto del dodo", en el sentido de concluir que las diferencias entre los enfoques o son muy pequeñas o bien inexistentes (Wampold, 2001).

      En 2002 Larry Beutler cuestionó el veredicto del dodo; entre otras cosas, sostuvo que el aporte de la relación terapéutica al cambio – en psicoterapia – era equivalente al aporte de las variables específicas de cada enfoque. Por lo tanto, no existía una "alianza omnipotente" capaz de lograr que los enfoques "empataran".

       En 2009, el Instituto Chileno de Psicoterapia Integrativa organizó sus "2as. Jornadas Clínicas Internacionales", en conjunto con la Universidad Adolfo Ibáñez. Entre otros, asistió el Dr. John Norcross, uno de los más destacados investigadores en el tema de los resultados de la psicoterapia.

       En un pasaje de las "Jornadas", se le preguntó a Norcross acerca de la vigencia actual del "Veredicto del dodo". Al respecto Norcross respondió: "El veredicto no está vigente… y sí lo está. No lo está, en el sentido que muchas estrategias clínicas han venido mostrando superioridad en comparación con otras alternativas. Sí lo está, en el sentido que ningún enfoque – como tal – ha logrado ir estableciendo ventajas comparativas sustanciales sobre la "competencia".

      

      Lo que queda claro es que, aun hoy, se presentaría una clara tendencia al "empate" entre los enfoques… aun cuando en algunos desajustes específicos, tal "empate" pueda ser cuestionado. Esto implicaría que los desarrollos conceptuales, teóricos y paradigmáticos de cada enfoque aportarían específicamente poco al cambio en psicoterapia. Esto implicaría, también, que más allá de algunas excepciones, las estrategias de cambio aplicadas por cada enfoque aportarían poco al cambio en psicoterapia.

      Lo anterior involucra, adicionalmente, que el cambio en psicoterapia sería en una gran medida función de "factores comunes" a los enfoques; la alianza, las expectativas de cambio, la motivación al cambio, el efecto placebo, etc. Finalmente, esto implicaría que las intensas y apasionadas discusiones teóricas y clínicas entre los enfoques – las cuales se extienden ya por más de 100 años – carecerían de sentido.

      Sea por la vía de completar gestalts, sea por la vía de ensanchar "awareness", sea por la vía de la reestructuración cognitiva, etc., los pacientes progresarían de un modo relativamente similar. Es decir,, los pacientes progresarían por razones diferentes a las que específicamente postula cada enfoque. En definitiva, "paciente al frente", los planteamientos específicos de cada enfoque – sean estos simples o complejos, superficiales o "profundos" – valdrían poco. Las variables específicas aportadas por cada enfoque, quedan en pie, a la luz del "veredicto del dodo". Por este camino, podríamos generar 5 mil enfoques diferentes, y quedaríamos prácticamente todos "casi empatados" donde mismo.

      Es necesario enfatizar que el posible "empate" entre los enfoques, no

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