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estudiantes y personal administrativo, y no comprometa su personalidad interior, es decir (según algunos pedagogos), que se logre una “socialización” pero no una “internalización”.{1}

      Esta situación suele estar además acompañada, como es lógico, de incongruencias visibles y de ansiedades, producidas por la discrepancia entre la conducta y los principios. La revolución de las expectativas crecientes se convierte, así, en la revolución de las frustraciones crecientes (según constan los sociólogos).

      En estos hechos están involucrados, ciertamente, aspectos de estilo y método, pero ante todo, está involucrada una visión de la Universidad, desde la perspectiva lasallista, y una visión del lasallismo desde la perspectiva universitaria. Adelantaremos esta reflexión empezando por el último aspecto.

      Una visión del lasallismo desde la perspectiva universitaria

      Desde esta perspectiva, el lasallismo aparece como una propuesta digna de ser considerada, a la luz de la naturaleza propia de la Universidad, es decir, dentro de una óptica de educación superior, centrada en la cultura y en la ciencia.

      Así considerado, el lasallismo se presenta como una experiencia educativa, multisecular, planetaria y plural (en cuanto a ambientes y niveles); como tal, es un fenómeno digno de ser estudiado, bien sea en cuanto a experiencia de educación en general, o bien en cuanto educación específicamente universitaria. En ambos casos, el lasallismo puede ser objeto de estudio, tanto en lo que se refiere a las realizaciones, como en lo que toca a los planeamientos teóricos que las han inspirado y, desde luego, no solo puede ser estudiado, sino asimilado en aquellos aspectos pertinentes y adecuados al quehacer universitario.

      Pero, además, se le puede considerar desde el punto de vista de “educación superior”, es decir, de educación en “lo superior” y “para lo superior”. En una perspectiva axiológica objetiva, lo superior está constituido por los valores estrictamente espirituales: sociales, estéticos, éticos, intelectuales y religiosos; la propuesta lasallista se relaciona con esos valores y, por consiguiente, puede ser una propuesta plenamente válida para la vida universitaria.

      La orientación esencial de la Universidad hacia la cultura incrementa aun esta posibilidad; ¿por qué?, como experiencia educativa, el lasallismo también se centra en la cultura, es decir, por medio de su asimilación, de su trasmisión y de su creación. Desde luego, no de la cultura considerada dentro de una óptica meramente sociológica, positivista, sino de la cultura vista también dentro del enfoque investigativo, como base para un enfoque filosófico fundamentado.

      La Universidad objetualiza, interpreta, interpela y evalúa la propuesta lasallista, desde el ángulo del “poder de humanización por medio de la cultura” que dicha propuesta encierra; la forma específica de hacerlo es a través de la reflexión teológica, filosófica y pedagógica, y de la investigación científica (especialmente de la investigación pedagógica). La ciencia es ante todo investigación, por eso el enfoque universitario sobre el lasallismo es principalmente un enfoque investigativo, como base para un enfoque creativo, divulgativo y de compromiso social.

      Visión de la Universidad desde la perspectiva lasallista

      “Lo primero que importa enseña el pensamiento lasallista es que las escuelas de los hermanos, sean cuales fuese su naturaleza y su grado, se caractericen por la calidad en los estudios y la seriedad en la formación, exigidas ambas por la honradez profesional y la dedicación a los jóvenes y a la sociedad”.{2} Este principio tiene su fundamento en la enseñanza del propio señor de La Salle, quien mantuvo en su momento, una permanente preocupación por las condiciones “para que la escuela vaya bien”, en razón a que proponía a los educadores no hacer “distinción entre deberes del propio estado y los deberes de la propia perfección”.

      Como expresión de la honestidad y de un auténtico afán de superación y perfeccionamiento, los integrantes de la Universidad han de lograr las condiciones para que esta vaya bien, esto es, para que se obtenga lo primero que importa: calidad en los estudios y seriedad de la formación, es decir, para que la Universidad sea excelente.

      Pero, de otra parte, “no hacer distinción entre los deberes del propio estado y los de la propia perfección” significa que el docente, el investigador, el administrador, el estudiante o el empleado no necesitan desdoblar su vida para cumplir por una parte sus obligaciones universitarias y ser “cristianas”: medicina “cristiana”, optometría “cristiana”, contabilidad “cristiana”, aseo “cristiano”, en fin, ciencia “cristiana”, tecnología “cristiana” y cultura “cristiana”.

      No, de lo que se trata es de hacer las cosas dentro de una actitud cristiana, es decir, humana, verdaderamente libre, ética, con la mayor cualificación o perfección posibles, buscando la promoción de la dignidad de las personas, el bien de sus grupos y el mejoramiento de la sociedad y del medio natural humano que nos ha sido dado, en actitud de alabanza al autor de todas las cosas y de los hombres.

      El Concilio Vaticano II ha enseñado que a los seglares, a diferencia de los sacerdotes y religiosos, nos corresponde la tarea principal y específica de trasformar las estructuras perfeccionándolas3 y propiciar la educación por medio de la cultura.{4} Esta tarea adquiere una fuerza especial cuando se trata de trasformar las estructuras y la educación en favor a los pobres.

      Otro aspecto característico del lasallismo es el privilegio que le da al valor “servicio”. Este valor se da “de hecho” en la Universidad, no por ser lasallista, si no por ser una institución social y por tener una organización que requiere de un mínimo de relaciones humanas, y en la que cada dependencia cumple una función.

      Lo característico es el lugar que se le da al valor “servicio”, como valor directriz de otros valores: saber, poder, tener, honores; o sea que estos, que también se dan en la Universidad, son valores subordinados frente al servicio. No se conciben en la Universidad porque son antilasallistas, las manifestaciones del “saber por el saber”, “el poder por el poder”, “el tener por el tener”, o los honores por sí mismos; tampoco se conciben porque igualmente, son antilasallistas: “la soberbia del saber”, “la arrogancia del poder”, la “avaricia en el tener”, la petulancia en los honores. No se conciben porque en estas manifestaciones el hombre se sirve de los demás, en vez de servirles.

      El saber en función del servicio es “sabiduría”, y a ello se orienta el principio que dice “el lasallista se educa para educar”; el poder en función del servicio es autoridad legítima, que sabe detectar el bien común y orientar a la comunidad hacia su perfección; el tener, en función del servicio, es administración justa de los bienes dentro del marco del destino universal de estos.

      El servicio aparece en el pensamiento de La Salle íntimamente unido al espíritu de fe y la caridad. La verdadera caridad es servicial, desinteresada y sacrificada.5 Al respecto, se queja el señor de La Salle: “[…] ocurre sin embargo, con frecuencia, aun en las comunidades, que se hacen favores a los hermanos por haber recibido de ellos algunos otros con antelación, o se hacen al menos con desgana, porque se advierte algo en ellos que molesta, o porque han tenido uno que sufrir de su parte determinada incomodidad o disgusto. ¡Ah, cuan humana es esa caridad! ¡Cuán poco cristiana y que poco merece llamarse servicial!”.{6}

      La educación al servicio se traduce en esa entrega desautorizada en la cual el educador llega hasta sacrificar sus intereses personales en beneficio de la formación de los educandos, “muere” frente a su propia imagen y frente a su ego, para que sus educandos puedan crecer, aun hasta superarlo; paradójicamente, esta es una forma de perder ganando, porque el hombre “no puede encontrarse plenamente así mismo sino por el sincero don de sí mismo”.{7}

      El servicio lasallista es ante todo servicio educativo. El servicio educativo en toda la Universidad se produce por medio de la formación en los valores superiores de la cultura y por medio de la promoción del espíritu científico y tecnológico.

      El espíritu científico y tecnológico aplicado a la educación origina la pedagogía, por esa razón, la Universidad de La Salle, como institución, está llamada a prestar el más calificado

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