Скачать книгу

cuando no eras más que un adolescente, Justice. Eras muy buen amigo de Ford. Me alegra que hayas encontrado el camino de vuelta —sonrió a Patience, se despidió con la mano y se marchó.

      Patience se giró hacia Justice.

      —Siempre el héroe.

      Él se tiró del cuello de la camisa.

      —La señora Hendrix es muy entusiasta.

      —Todos somos adultos y te acaba de dar un abrazo súper fuerte. Creo que ya puedes llamarla Denise.

      Justice esbozó una mueca de disgusto.

      —Me parece más apropiado llamarla señora Hendrix.

      Patience sonrió, le hacía mucha gracia ver lo incómodo que se sentía con la idea. Le gustaba saber que el cabal y fuerte Justice Garrett podía ponerse nervioso con una mujer de mediana edad y madre de seis hijos.

      —¡Ajá! Así que te aterroriza.

      —Solo un poco.

      Ella empezó a reírse.

      —Siempre es divertido ver cómo se desmorona la fachada de un tipo duro.

      Él entrecerró los ojos.

      —¿Es que sabes mucho de tipos duros?

      —Eres el primero, pero me resulta mucho más atrayente de lo que pensaba. Para que lo sepas, después te voy a pedir que me demuestres cómo desarmar a alguien con un bastoncillo de los oídos.

      —¿Por qué te da miedo alguien con un bastoncillo de los oídos?

      Ella se acercó y se llevó las manos a las caderas.

      —Muy gracioso. Ya sabes lo que quiero decir.

      —Lo sé y un bastoncillo para los oídos es un arma bastante estúpida.

      —Pues entonces con una cuchara.

      —Se pueden hacer muchas cosas con una cuchara.

      Mientras hablaba, posó las manos sobre sus caderas y la llevó hacia sí. Ella accedió de buen grado, consciente del repentino interés procedente de sus zonas más femeninas. Era consciente del peligro, pero la posibilidad de que la abandonara parecía menos importante ahora que estaban tan cerca. Y la posibilidad de que la besara de nuevo parecía mucho más importante.

      No se estaban tocando, al menos no aún, pero lo tenía lo suficientemente cerca como para sentir su calor.

      Era alto, ancho y fuerte y debería ser alguien que la pusiera nerviosa. Pero no era así. Y tal vez eso se debía a su pasado, porque había adorado a aquel niño y ahora confiaba en ese hombre. Había estado predispuesta a que le gustara desde el segundo en que había regresado a su vida y ahora lo único que podía esperar era que no resultara ser un error amoroso más.

      Lo miró a los ojos fijándose en los distintos tonos de azul que conformaban su iris. Sus pestañas eran ligeramente más oscuras que su pelo. Con esa esculpida barbilla y esos pómulos tan altos, era guapo y, aun así, resultaba muy masculino. En conjunto, un lote impresionante.

      —¿Qué demonios vais a hacer en este pueblo tan diminuto? ¿No deberíais haberos instalado en París o Nueva York?

      —Mi francés es pésimo y Angel odia Nueva York.

      Buena información, aunque no respondía a la respuesta real... probablemente porque no la había formulado.

      «¿Vas a romperme el corazón?». Eso era lo que de verdad quería saber.

      Al parecer, Justice leía la mente además de tener otras habilidades como guardaespaldas porque su mirada se intensificó.

      —No soy de los buenos. Eso tienes que saberlo.

      No estaba segura de si se refería a un dato general o a algo que ella tenía que plantearse y asimilar realmente. Al final, supuso que no importaba.

      —¿No has pensado que al decirlo estás demostrando lo contrario?

      Él movió las manos hasta el bajo de su camiseta y tiró de la tela para observar el estampado.

      —¿Flamencos?

      —Son aves divertidas a las que les encanta tomarse un buen martini.

      —Ya veo.

      Justice la miró fijamente, levantó los brazos y deslizó los dedos entre su pelo.

      —¿Qué voy a hacer contigo?

      Ella suponía que debía quedarse callada y dejarle solucionar el problema a él solo, pero la respuesta le parecía obvia y no pudo evitar decir:

      —Bésame.

      Él esbozó media sonrisa.

      —¿Por qué no he pensado en eso?

      Aún con la mano en su cabeza, se acercó y la besó en los labios. Ella apoyó las manos contra su pecho y cerró los ojos. Sentir su boca, tan suave pero firme, la dejó clavada al suelo. En cuestión de segundos, supo que era inevitable rendirse. Tal vez no ese día, pero sí pronto. Cuando le preguntara, le respondería que sí. Y no porque hubiera pasado mucho tiempo desde la última vez, sino porque se trataba de Justice y llevaba media vida sintiéndose conectada a él.

      Sin embargo, eso tendría consecuencias. Siempre había consecuencias. Ya averiguaría un modo de mantener a salvo su corazón. Pero eso lo dejaría para más adelante...

      Ladeó la cabeza y llevó las manos hasta sus hombros. Él bajó las suyas hasta sus caderas y la llevó contra sí. Y mientras sus lenguas se acariciaban, los dedos de él se posaron en sus nalgas y las apretaron.

      Patience le dejó acunar su cuerpo. Esos profundos besos le despertaron los sentidos mientras recorría sus hombros con los dedos y de ahí bajaba hacia sus brazos, queriendo sentirlo por completo. El deseo se apoderó de ella frenéticamente.

      Él movió la cabeza para poder besar su mandíbula y de ahí bajó a mordisquearle el lóbulo de la oreja. Descargas de deseo y anhelo la recorrían mientras Justice acariciaba con su lengua ese punto tan sensible de su oreja al mismo tiempo que posó las manos en su cintura y comenzó a deslizarlas hacia arriba. A ella se le cortó la respiración anticipándose a lo que vendría a continuación. Justice le besaba el cuello y echó la cabeza atrás esperando a que sus dedos tocaran su...

      Justice se puso recto y apartó las manos. Ella abrió los ojos bruscamente. Los ojos de él se habían oscurecido por la pasión, pero junto al deseo, en ellos se podía ver una expresión de determinación. La pregunta era, ¿a qué venía esa determinación? ¿Estaba dirigida a evitar el siguiente paso? Porque ella estaba preparada. ¡Más que preparada! Estaba ansiosa.

      Bajó la mirada y vio lo que parecía una erección impresionante contra la parte delantera de sus pantalones. Bueno, eso estaba bien. Dejaba claro que no era la única ansiosa.

      —No soy quien tú crees.

      La frase salió como de la nada y Patience tardó un segundo en procesarla.

      —¿Es que antes eras una mujer?

      La tensión se disipó en el rostro de Justice, que dejó escapar una carcajada.

      —No, me refiero a mi pasado. A lo que he hecho y lo que he visto. Es complicado.

      Ella quería discutírselo y decirle que era fácil. Tan fácil que deberían quitarse la ropa y ponerse al lío. Pero de pronto recordó el consejo de sus amigas, ese consejo según el cual si un tipo te decía que tenía defectos, debías escucharlo.

      Un hombre que admitía que nunca había sido leal o que no le interesaban los compromisos, probablemente estaba diciendo la verdad, así que cuando Justice decía que las cosas eran complicadas, debería prestarle atención.

      —¿Hay alguien más?

      —No.

      —¿Estás jugando conmigo?

Скачать книгу