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De Adviento a Pentecostés. Patrik Regan
Читать онлайн.Название De Adviento a Pentecostés
Год выпуска 0
isbn 9788491653912
Автор произведения Patrik Regan
Жанр Документальная литература
Серия BIBLIOTECA LITÚRGICA
Издательство Bookwire
2.4. Modo de contar los domingos
En 1969, las Normas Universales sobre el Año Litúrgico y sobre el Calendario, en el número 41, afirman que «los domingos de este tiempo se denominan domingo I, II, III, IV de Adviento». Así se denominaban también antes en el Misal tridentino. Aunque esta designación parece obvia, tardó siglos en aparecer y en estandarizarse.
Los primeros documentos muestran una sorprendente diversidad al respecto. El Gelasiano Vetus contiene un encabezado general, Orationes de aduentum Domini, pero sin contabilizar los formularios. Cada uno de los formularios que sigue al primero, se designa simplemente como otra misa, Item alia missa. Al otro extremo, el Comes de Würzburg no tiene encabezado general, pero coloca la frase de aduentu Domini antes de cada perícopa, sin numerarlas y sin vincularlas ni a los domingos después de Pentecostés ni los domingos antes de Navidad, como hacen otros libros.
El Sacramentario Gellonense cubre todas las posibilidades. Contiene el título general Comienzo de las oraciones para el Adviento del Señor, después enumera las misas de los domingos, siguiendo dos maneras: como domingos de semanas después de Pentecostés, así como domingos previos a la Navidad en orden numérico inverso, salvo el último que lo llama Dominica vacat. Pero no incluye la palabra Adviento en ninguno de los títulos de los domingos.45 Otros Gelasianos del siglo viii, después de un título general que se refiere al Adviento, cuentan los domingos solo en orden inverso antes de Navidad, eliminando la referencia a semanas después de Pentecostés y omitiendo Adviento del nombre de cada domingo. El Leccionario de Alcuino hace lo mismo, pero extrañamente no coloca ningún encabezado general sobre las perícopas. De ahí que la palabra Adviento no aparezca en ningún momento en los títulos de estos cuatro conjuntos de lecturas ante natale Domini.46
El Sacramentario del papa Adriano se acerca más a la nomenclatura actual, pero solo parcialmente. Enumera los primeros tres domingos en orden numérico ascendente: primer, segundo y tercer domingo; al cuarto se refiere como Dominica vacat; no incluye la palabra Adviento en ninguno de ellos. El título general Oraciones para el Adviento era suficiente para indicar su propósito. El primer Misal que emplea exactamente la terminología presente tanto en el Misal preconciliar (1962), como en las tres ediciones del Misal de Pablo VI (1970, 1975, 2002) es la segunda edición típica del Misal tridentino, el editado por Clemente VIII en 1604.47
2.5. Del final al principio
Los antiguos sacramentarios y leccionarios romanos comienzan el ciclo anual con la vigilia de la Navidad del Señor. Aunque la Natividad se celebra en Roma desde el año 354, el Adviento no surgió allí hasta mediados del siglo vi.48 Para entonces, la progresión de las oraciones y lecturas distribuidas en el año estaba establecida: comenzaban con el nacimiento del Señor, continuaban con la Cuaresma que culminaba con el tiempo de Pascua y concluían con la larga serie de domingos después de Pentecostés, junto con las témporas y la conmemoración de los mártires y de otros santos. Los formularios para el Adviento, por tanto, representan adiciones relativamente tardías a un calendario litúrgico ya formado a lo largo de dos siglos de tradición litúrgica.
Manteniendo el nacimiento del Señor como comienzo del año – práctica que podría ser justificada con fuerza teológicamente–, los primeros sacramentarios y leccionarios introducen su material para el Adviento al final de los domingos después de Pentecostés. Esto tiende a acentuar la dimensión escatológica de este tiempo, especialmente cuando se le llama Adventus Domini. Dado que las témporas y las fiestas de los santos estaban en el calendario mucho antes de que comenzara el Adviento, su presencia determinó el lugar preciso donde se ubicaría el nuevo material. El Gelasiano Vetus introduce sus Oraciones para el Adviento del Señor antes de las tres témporas de diciembre, cuyo título genérico es Oraciones y plegarias para el mes décimo (GeV 1157-1177). El Hadrianum integra las misas de los tres primeros domingos con las memorias de los santos, pero coloca los textos para el cuarto domingo después de las témporas (GrH 790-804).
Los antifonarios romanos primitivos, por otro lado, como los libros litúrgicos galicanos e hispánicos, comienzan con el Adviento, creando así una situación desajustada con los cantos para la misa que se encuentra al inicio de los libros y las oraciones y lecturas hacia el final. Solo en los misales plenarios de los siglos xii y xiii comienzan a aparecer las misas de Adviento antes de la Navidad.49 Consecuentemente, el primer domingo de Adviento suele considerarse el comienzo del año litúrgico. Aunque no se indica en ningún documento magisterial, esta práctica recibe cierta justificación en el calendario de 1969 al colocar la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo, el domingo anterior al primer domingo de Adviento, y denominarlo último domingo del tiempo ordinario, considerándolo, por tanto, el último domingo del año litúrgico. Además, en el Leccionario posconciliar, el ciclo de lecturas de la misa dominical cambia cada año en el primer domingo de Adviento. Esto, más que nada, sugiere que comienza un nuevo año litúrgico ese día. Por otro lado, la Constitución sobre la sagrada liturgia, en su número 102, refleja la visión más antigua del Adviento: situado como final del año y con una dimensión principalmente escatológica. Dice:
En el círculo del año desarrolla todo el misterio de Cristo, desde la Encarnación y la Navidad hasta la Ascensión, Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y venida del Señor.
Las palabras finales son una adaptación de Tito 2,13 y en latín terminan con la frase adventus Domini.
2.6. Morado y penitencial
Tanto en la actual forma ordinaria del rito romano como en la extraordinaria, se usan las vestiduras moradas para las celebraciones litúrgicas durante el Adviento y se omite el Gloria. En el Misal Romano de 1962, el Aleluya se omite también entre semana, pero no los domingos. Estos signos se adoptan normalmente como signos de penitencia y, de hecho, el papa Pío XII, en su famosa Encíclica sobre la liturgia Mediator Dei (1947), presenta el tiempo de Adviento con una terminología hondamente penitencial:
En el tiempo de Adviento, la Iglesia despierta en nosotros la conciencia de los pecados que hemos tenido la desgracia de cometer, y nos invita, reprimiendo nuestros deseos y practicando la mortificación voluntaria del cuerpo, a recogernos en meditación y a experimentar un deseo anhelante de volver a Dios, que es el único que puede librarnos por su gracia de la mancha del pecado y de sus malas consecuencias.
Históricamente, esta visión es relativamente reciente. Al principio, el Adviento era exclusivamente litúrgico, no ascético, tanto en Roma como en Ravena. En los siglos viii y ix, cuando la liturgia de la ciudad de Roma se extendió al norte de los Alpes, donde el ayuno y la abstinencia habían formado parte de la preparación para la Navidad o la Epifanía,50 las gentes de esos lugares interpretaron el tiempo de Adviento como un camino hacia esa celebración. Aunque esto no tuvo consecuencias en los textos de las misas, en el siglo xii se relacionó con el uso de vestimentas moradas, de la supresión del Gloria y, entre semana, de la omisión del Aleluya.51
En resumen, las variaciones del nombre, del contenido, de la extensión y de la ubicación de los textos de Adviento en los libros litúrgicos que hemos analizado, muestra que de algún modo este tiempo litúrgico fue evolucionando hasta el siglo xiii y el modo de identificar sus domingos no se fijó hasta 1604. Despojado de la mayor parte de su dimensión escatológica, sin el título Adventus Domini con sus evocaciones neotestamentarias, reducido de seis a cuatro domingos, situado inmediatamente antes de la Natividad del Señor, celebrado con ropas moradas, el tempus Adventus en el rito romano, hasta la reforma posconciliar, fue parcialmente penitencial y tenía como único objetivo preparar a los fieles a la celebración de la Navidad. Así sigue en la forma extraordinaria, siendo bastante diferente este tiempo litúrgico en la forma ordinaria. Vamos a presentar ambos planteamientos, comenzando por el Misal de 1962.
3. El «Misal Romano» de 1962
3.1. Domingos
3.1.1. Oraciones
En el Misal Romano de 1962, las tres oraciones presidenciales (oratio, secreta y postcommunio) derivan del Sacramentario del papa