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46-47 decretan que la duración y la frecuencia de estos días son determinadas por las Conferencias Episcopales y que los textos deben tomarse de las misas votivas para diversas ocasiones.

      2.4. Modo de contar los domingos

      En 1969, las Normas Universales sobre el Año Litúrgico y sobre el Calendario, en el número 41, afirman que «los domingos de este tiempo se denominan domingo I, II, III, IV de Adviento». Así se denominaban también antes en el Misal tridentino. Aunque esta designación parece obvia, tardó siglos en aparecer y en estandarizarse.

      Los primeros documentos muestran una sorprendente diversidad al respecto. El Gelasiano Vetus contiene un encabezado general, Orationes de aduentum Domini, pero sin contabilizar los formularios. Cada uno de los formularios que sigue al primero, se designa simplemente como otra misa, Item alia missa. Al otro extremo, el Comes de Würzburg no tiene encabezado general, pero coloca la frase de aduentu Domini antes de cada perícopa, sin numerarlas y sin vincularlas ni a los domingos después de Pentecostés ni los domingos antes de Navidad, como hacen otros libros.

      2.5. Del final al principio

      Manteniendo el nacimiento del Señor como comienzo del año – práctica que podría ser justificada con fuerza teológicamente–, los primeros sacramentarios y leccionarios introducen su material para el Adviento al final de los domingos después de Pentecostés. Esto tiende a acentuar la dimensión escatológica de este tiempo, especialmente cuando se le llama Adventus Domini. Dado que las témporas y las fiestas de los santos estaban en el calendario mucho antes de que comenzara el Adviento, su presencia determinó el lugar preciso donde se ubicaría el nuevo material. El Gelasiano Vetus introduce sus Oraciones para el Adviento del Señor antes de las tres témporas de diciembre, cuyo título genérico es Oraciones y plegarias para el mes décimo (GeV 1157-1177). El Hadrianum integra las misas de los tres primeros domingos con las memorias de los santos, pero coloca los textos para el cuarto domingo después de las témporas (GrH 790-804).

      En el círculo del año desarrolla todo el misterio de Cristo, desde la Encarnación y la Navidad hasta la Ascensión, Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y venida del Señor.

      Las palabras finales son una adaptación de Tito 2,13 y en latín terminan con la frase adventus Domini.

      2.6. Morado y penitencial

      Tanto en la actual forma ordinaria del rito romano como en la extraordinaria, se usan las vestiduras moradas para las celebraciones litúrgicas durante el Adviento y se omite el Gloria. En el Misal Romano de 1962, el Aleluya se omite también entre semana, pero no los domingos. Estos signos se adoptan normalmente como signos de penitencia y, de hecho, el papa Pío XII, en su famosa Encíclica sobre la liturgia Mediator Dei (1947), presenta el tiempo de Adviento con una terminología hondamente penitencial:

      En el tiempo de Adviento, la Iglesia despierta en nosotros la conciencia de los pecados que hemos tenido la desgracia de cometer, y nos invita, reprimiendo nuestros deseos y practicando la mortificación voluntaria del cuerpo, a recogernos en meditación y a experimentar un deseo anhelante de volver a Dios, que es el único que puede librarnos por su gracia de la mancha del pecado y de sus malas consecuencias.

      En resumen, las variaciones del nombre, del contenido, de la extensión y de la ubicación de los textos de Adviento en los libros litúrgicos que hemos analizado, muestra que de algún modo este tiempo litúrgico fue evolucionando hasta el siglo xiii y el modo de identificar sus domingos no se fijó hasta 1604. Despojado de la mayor parte de su dimensión escatológica, sin el título Adventus Domini con sus evocaciones neotestamentarias, reducido de seis a cuatro domingos, situado inmediatamente antes de la Natividad del Señor, celebrado con ropas moradas, el tempus Adventus en el rito romano, hasta la reforma posconciliar, fue parcialmente penitencial y tenía como único objetivo preparar a los fieles a la celebración de la Navidad. Así sigue en la forma extraordinaria, siendo bastante diferente este tiempo litúrgico en la forma ordinaria. Vamos a presentar ambos planteamientos, comenzando por el Misal de 1962.

      3. El «Misal Romano» de 1962

      3.1. Domingos

      3.1.1. Oraciones

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