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de la erudición litúrgica y de la sabiduría obtenida de la liturgia. El esfuerzo que ha realizado por escribir e invitarnos a adentrarnos en las oraciones y ritos de los tiempos litúrgicos nos enriquecen.

      Espero que, dados los debates actuales sobre la misa y la liturgia en general, este libro ofrezca mucha luz (no fuego) en esos debates en un momento en que las sombras de algunas tendencias eclipsan la amplitud, la hondura y la profundidad de la liturgia reformada tras el Concilio Vaticano II. Este libro sugiere en cada página por qué tenía que haber una reforma y cuán rica es.

      Mons. Kevin W. Irwin

      Cátedra Walter J. Schmitz en estudios litúrgicos

      Escuela de teología y estudios religiosos

      Universidad Católica de América

      Washington, DC

      Introducción

      Este libro comenzó a principios de enero de 2009 cuando la hermana Joyce Ann Zimmerman, CPPS, entonces directora de Liturgical Ministry, me invitó a escribir un artículo sobre la Cuaresma para un futuro número de esa revista. Acepté gustoso y comencé a pensar qué podría decir. Hacía un año que había salido la tercera edición típica corregida del Missale Romanum de Pablo VI, publicada en 2002. Tenía curiosidad por saber los cambios respecto a la edición de 2002, así como con la primera edición típica de 1970 y la segunda de 1975. También tenía curiosidad por comparar el Misal renovado tras el Concilio con el publicado en 1962 por el papa Juan XXIII, que incorporaba la simplificación de rúbricas iniciada por su predecesor el papa Pío XII y la liturgia restaurada de la Semana Santa. Decidí escribir sobre las lecturas, oraciones, prefacios y cantos de Cuaresma en la edición más reciente del Misal posconciliar, comparándolo también con la última edición previa al Concilio.

      El propósito de este volumen es mostrar la excelencia y la superioridad de la liturgia reformada sobre la anterior, o, en la terminología de Summorum pontificum, de la forma ordinaria sobre la forma extraordinaria. Se limita a los tiempos litúrgicos, esto es, al ciclo temporal, ahora llamado propio del tiempo. El tiempo ordinario, las solemnidades del Señor durante el tiempo ordinario y las fiestas de los santos no están incluidas y, excepto en Adviento y Cuaresma, los días feriales tampoco. La razón es que no tuve tiempo suficiente para hacer esa parte de investigación e incluirla. Tampoco había espacio para imprimirlo. Al estar limitado a los tiempos principales y fiestas, el libro no toca el Ordo Missae, y de los tiempos litúrgicos solo me detengo en los orígenes y la historia cuando es necesario para explicar cómo el propio del tiempo ha llegado a su configuración actual y por qué es mejor ahora que el precedente.

      La organización del libro es eminentemente simple. Trata los tiempos litúrgicos en el orden en el que se encuentran en el Misal, comenzando por el primer domingo de Adviento y terminando por el domingo de Pentecostés. Dado que esta es una comparación de dos misales, dependiendo de cuán similares o diferentes sean, a veces se presenta uno después del otro, a veces se presentan ambos paralelamente, a veces se presentan temáticamente. En cada capítulo me refiero lo más posible a los documentos oficiales: las Rúbricas Generales del Misal Romano de 1962, las Normas Universales sobre el Año Litúrgico y sobre el Calendario de 1969, la Ordenación de las Lecturas de la Misa revisada en 1981, que también es la introducción al Leccionario, y, por supuesto, los textos de los misales, el Leccionario y, a veces, otros libros litúrgicos. Sin embargo, más que una mera descripción de lo externo, este trabajo busca identificar y llamar la atención sobre cambios teológicos subyacentes entre el Misal preconciliar y el Misal posterior al Concilio Vaticano II. De hecho, la originalidad y el mayor valor del libro pueden residir precisamente aquí. También señalo las fuentes de las oraciones y los prefacios en los dos misales, mostrando cómo cada uno se basa en diferentes corrientes de la tradición antigua, ambas romanas.

      Al publicarse las últimas traducciones del Misal, muchos se lamentaron de que no hubo suficiente catequización sobre el Misal cuando apareció por primera vez a principios de los años setenta. Al Leccionario le fue mejor. En cualquier caso, un gran número de fieles todavía no aprecian suficientemente la asombrosa profundidad espiritual del Misal reformado, mientras que otros, atraídos por la teocentricidad y la aparente reverencia de la misa preconciliar, desconocen las deficiencias del Misal de 1962, de cómo su calendario no está actualizado, de cuán débil es su repertorio de lecturas, prefacios y oraciones, y por tanto, por qué se consideró deseable una profunda revisión. Este libro busca compensar lo que no se hizo hace cuarenta años, al tiempo que explica la importancia de los desarrollos más recientes. De esta manera, pretende ayudar a los católicos a superar las tensiones actuales y avanzar en la realización de las esperanzas del Concilio Vaticano II.

      Al concluir esta introducción, expreso mi agradecimiento a mis colegas y hermanos en Roma y en mi monasterio por su interés en este proyecto durante los tres años de investigación y escritura, especialmente al padre Jeremy Driscoll, OSB, mi vecino de San Anselmo, que leyó el manuscrito en las diversas etapas de redacción, hizo sugerencias y me animó a seguir adelante.

      1 Naturalmente sé que las lecturas no están en ninguna de las tres ediciones del Misal posconciliar sino en el Leccionario.

      Capítulo I. Adviento

      1. La palabra y su significado

      1.1. Latín clásico

      La palabra latina adventus, del verbo advenire, significa venir, llegar, o el hecho de haber llegado y estar presente. El prefijo preposicional ad expresa movimiento hacia y sugiere la llegada desde lejos o después de un viaje.

      1.2. Nuevo Testamento

      En el Nuevo Testamento de la Vulgata, adventus corresponde a las palabras griegas parousia y epiphaneia.

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