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elegidas en función del evangelio, y en ocasiones las oraciones reflejan el contenido de las lecturas. El tema del cuarto domingo, dedicado a los acontecimientos que preceden inmediatamente al nacimiento de Cristo, es nuevo; lo encontramos en las témporas del Misal Romano de 1962, pero no en domingo. El tema del primer domingo, la segunda venida, y el tema del segundo y tercer domingos, Juan el Bautista, son más o menos los mismos que antes. La diferencia es que estos temas, aunque son semejantes en la misma semana de cada uno de los tres ciclos, provienen de diferentes evangelistas, cada uno con su propio punto de vista así como acentos, perspectivas y énfasis.

      El primer domingo en el ciclo A, Jesús exhorta a estar dispuestos y atentos en Mateo 24,37-44 porque el Hijo del hombre vendrá tan repentina e inesperadamente como el diluvio en los días de Noé o como un ladrón en la noche. En el pasaje paralelo de Marcos 13,33-37 del ciclo B, Jesús también invita a la vigilancia, no sea que el Señor regrese sin previo aviso como el amo de una familia que marchó de viaje, y nos encuentra durmiendo en lugar de cumplir los deberes confiados. En la primera parte del evangelio del ciclo C, Lucas 21,25-28, que es el mismo que en el Misal Romano de 1962, Jesús presenta la agitación y la angustia apocalípticas del fin de los tiempos como preludio del comienzo de la redención. A esto, el Leccionario añade los versículos 34-36, que no estaban en el Misal Romano de 1962, una exhortación característicamente lucana a la oración ante el fin del cosmos para que los creyentes pueden encontrar al Hijo del hombre que se viene.

      Los siguientes dos domingos nos presentan a la persona de Juan el Bautista. El segundo domingo, los tres años lo retratan como la voz que ruge en el desierto (cf. Is 40,3) y acentúan su invitación a la conversión. En el ciclo A, Mateo 3,1-12 se narra la predicación al arrepentimiento y la invitación a bautizarse en vistas del juicio inminente. En el ciclo B, Marcos 1,1-8, sin referencia al juicio, coordina las dos actividades del Bautista, diciendo que predicó un bautismo de conversión, y añade que fue para el perdón de los pecados, no mencionado por Mateo. En el ciclo C, Lucas 3,1-6 comienza con una gran introducción, colocando a Juan en su contexto histórico, luego, tras describir su vestimenta y cómo se alimentaba, declara, como Marcos, que proclamó un bautismo de conversión para el perdón de pecados. En el Misal Romano de 1962, este evangelio se lee el sábado de las témporas, que a su vez es repetido el cuarto domingo.

      En el tercer domingo, las lecturas del evangelio de los tres años vuelven a tratar del precursor, pero no se alinean entre sí tan bien como las del domingo anterior. En el ciclo A, Jesús relata en Mateo 11,2-11 las acciones que deberían ser suficientes para que se le reconozca como el Mesías, luego alaba a Juan como profeta, y más que como un profeta, para preparar su camino. En el ciclo B, Juan el Bautista confiesa en Juan 1,6-8.19-28 que él no es el mesías, sino uno que viene detrás de él y hasta ahora desconocido, y que no se merece ni siquiera desatarle las correas de sus sandalias. El evangelio del tercer domingo del año C, Lucas 3,10-18, continúa el evangelio de la semana anterior, Lucas 3,1-6. En este domingo, sin embargo, Juan les dice a las multitudes cómo dar frutos de conversión y así escapar de la ira divina que viene.

      El cuarto domingo, dice el número 93 de la Ordenación de las Lecturas de la Misa está dedicado a «los acontecimientos que prepararon de cerca el nacimiento del Señor». En el ciclo A, Mateo 1,18-24 narra cómo el ángel le revela a José que su esposa, María, concebirá y dará a luz un hijo a quien llamaría Jesús. El evangelista añade que esto cumple la profecía de Isaías 7,14, escuchada en la primera lectura. En el ciclo B, Lucas 1,26-38 relata la anunciación de María, seguida en el ciclo siguiente de la visita de María a su prima Isabel, recogida en Lucas 1,39-48. Señalamos que el evangelio de los cuatro domingos de Adviento en el ciclo A está tomado de Mateo, como en el resto del año, y que en el ciclo C, los cuatro evangelios son de Lucas, al igual que los otros domingos de ese año. En el ciclo B, los evangelios normalmente se toman de Marcos, y en Adviento esto solo se produce los dos primeros domingos. Dado que Marcos es más corto que los otros y no tiene los relatos de la infancia, el evangelio del tercer domingo de ese ciclo se toma de Juan, y el del cuarto se toma de Lucas.

      Respecto a la primera lectura, que es del Antiguo Testamento, la Ordenación de las Lecturas de la Misa afirma en su número 93:

      Son profecías sobre el Mesías y el tiempo mesiánico, tomadas principalmente del libro de Isaías.

      En el ciclo B, la selección del segundo domingo, Isaías 40,1-5.9-11, ofrece el comienzo del llamado Libro de la Consolación, que destaca por contener el conocido pasaje sobre la voz que clama en el desierto, que será citado de diversos modos y se aplicará a Juan el Bautista en los evangelios de los tres años de ese domingo y, además, en el ciclo B también el tercer domingo. El primer domingo del ciclo B se lee Isaías 63,16b-17; 64,1-3b.8 y el tercer domingo se lee Isaías 61,1-2a.10-11, todo de la tercera parte de Isaías, capítulos 56–66. Las lecturas de Isaías terminan el tercer domingo del ciclo B. En el cuarto domingo de ese año, la primera lectura, 2 Samuel 7,1-5.8-12.16, aunque proviene de un libro histórico y no profético, tiene un contenido profético: las palabras de Nathan sobre la determinación del Señor de construir una casa para David, palabras cumplidas más allá de lo que se imaginaba, en el evangelio de ese día, Lucas 1,26-38, que narra la concepción de María de un hijo que gobernaría sobre el trono de David para siempre.

      En cuanto a la segunda lectura, el número 93 de la Ordenación de las Lecturas de la Misa, afirma:

      Las lecturas del apóstol contienen exhortaciones y amonestaciones conformes a las diversas características de este tiempo.

      Las del primer domingo tratan sobre cómo deben comportarse los cristianos mientras esperan el regreso del Señor y concuerdan con el carácter escatológico de ese día, reflejado en los evangelios y en las lecturas del Antiguo Testamento. Las del cuarto domingo se relacionan de manera bastante explícita con los acontecimientos narrados en los evangelios y predichos por los profetas. Las del segundo y tercer domingo son más genéricas en contenido y se enmarcan en el tiempo litúrgico más que en un día en concreto.

      4.1.2. Oraciones

      La oración que previamente se encontraba en el primer domingo, Excita, quaesumus, Domine, potentiam tuam et veni, ahora figura el viernes de la primera semana. Ha sido reemplazada por una de las misas de Adviento del Sacramentario Gelasiano Vetus, donde era una poscomunión (GeV 1139). Y en ella se pide a Dios para sus fieles:

      el deseo de salir acompañados de buenas obras

      al encuentro de Cristo que viene,

      para que, colocados a su derecha,

      merezcan poseer

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