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Pablo: Reavivado por una pasión. Bruno Raso
Читать онлайн.Название Pablo: Reavivado por una pasión
Год выпуска 0
isbn 9789877982824
Автор произведения Bruno Raso
Жанр Документальная литература
Серия Lecturas devocionales
Издательство Bookwire
En la Biblia, el gozo no es placer, ni entusiasmo, ni júbilo ni risa. Gozo es un profundo sentimiento que viene como resultado de sentir la aprobación de nuestro actuar por parte de Dios. Gozo es la seguridad de saberse en los caminos y en la voluntad de Dios, independientemente de toda situación o adversidad que debamos enfrentar.
Contrariamente a la idea generalizada que lleva a pensar que es haciendo lo que me gusta (es decir, lo que yo quiero) como encuentro el pleno gozo, en la Biblia, el verdadero y completo gozo solo es posible en la presencia de Dios. Él es el Dios del gozo, y nos lo concede como un regalo, como un don, una dádiva, y como un fruto del Espíritu. Si es un fruto, entonces es un resultado, es decir, una consecuencia. Es el resultado de confiar y obedecer la Palabra de Dios. Es el resultado de saber que Dios está actuando para cumplir su propósito, aun en las circunstancias más difíciles.
El gozo es también un don que debe ser compartido. El pastor que encuentra a su oveja y la mujer que halla su moneda comparten su gozo con sus vecinos, en tanto los ángeles del cielo se regocijan por un pecador que se arrepiente.
“Porque separados de mí nada podéis hacer. Nuestro crecimiento en la gracia, nuestro gozo, nuestra utilidad, todo depende de nuestra unión con Cristo. Solo estando en comunión con él diariamente y permaneciendo en él cada hora es como hemos de crecer en la gracia. Él no es solamente el autor de nuestra fe sino también su consumador. Ocupa el primer lugar, el último y todo otro lugar. Estará con nosotros, no solo al principio y al fin de nuestra carrera, sino en cada paso del camino” (Elena de White, El camino a Cristo, p. 69).
10 de enero
¿Transpiración o milagros?
“Apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto” (Hechos 14:19).
La transpiración es un líquido (compuesto por dióxido de carbono y vapor de agua) que segregamos naturalmente por los poros de la piel, y en mayor cantidad cuando la temperatura del ambiente es elevada. Se puede dar también porque el cuerpo genera calor (como cuando hacemos ejercicio) y ante situaciones de estrés.
Entre las funciones de la transpiración, podemos destacar la termorregulación –lo que mantiene nuestro organismo en una temperatura estable e ideal–, la eliminación de toxinas y la refrigeración.
Más allá de lo fisiológico, también usamos la expresión para ilustrar el grado de identificación con un ideal o con una causa. Si decimos que alguien “transpira la camiseta” es porque está identificado, apasionado, centrado y totalmente comprometido con una actividad.
Por su parte, un milagro es una intervención divina. Es un acto sobrenatural que se percibe o recibe a través de la fe. Para otros, es tan solo una hipótesis que pretende explicar ciertos fenómenos sin ninguna comprobación científica posible. Y, para los que no quieren creer, un milagro es un defecto o una debilidad del necesitado corazón humano.
Pablo fue apedreado en Iconio y arrastrado fuera de la ciudad. Auxiliado por hermanos, Pablo se levantó, y se dirigió a Derbe para seguir predicando. Todavía las manchas de sangre no se habían secado en su túnica, y él seguía adelante con su misión.
Después de anunciar el evangelio en aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvió a Listra, Antioquía e Iconio, para seguir predicando, aun en medio de tribulaciones, a fin de extender el Reino de Dios.
De este modo, Pabló visitó algunas de las principales ciudades de aquel entonces. Es verdad que muchos milagros acompañaron el ministerio de Pablo, pero también es verdad que él se entregaba por completo a la causa.
¿Estamos hoy precisando más transpiración, más identificación y más compromiso? ¿Necesitamos más comunión, más foco en la misión y más milagros? ¿Acaso no necesitamos desintoxicar nuestro organismo del egoísmo y el orgullo, manteniendo la temperatura ideal del primer amor, refrigerada permanentemente por Cristo, nuestra Fuente de la vida?
“Los que logran los mayores resultados son los que confían más implícitamente en el Brazo todopoderoso” (Elena de White, Patriarcas y profetas, pp. 508, 509). El Señor hizo muchos milagros de la nada, pero también hizo muchos milagros sobre la base de la transpiración. Actuemos como si todo dependiera de nosotros, confiemos como si todo dependiera de Dios.
11 de enero
¿Pasar o posar?
“Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, hospedaos en mi casa” (Hechos 16:15).
En Filipos no había creyentes suficientes para organizar una sinagoga. Se necesitaban diez jefes de familia para que eso ocurriera. Entonces, cuando eso sucedió, un grupo de oración al aire libre, cerca de un río, congregaba a los pocos creyentes.
Lidia, original de Tiatira, era vendedora de púrpura. Los tejidos de púrpura eran raros y costosos; por lo tanto, eran utilizados por personas de la realeza y por los ricos. Era un negocio sumamente lucrativo. La casa de Lidia era muy amplia, con lugar suficiente para albergar creyentes y cobijar una naciente iglesia. Antes de abrir su casa a la difusión del evangelio, abrió su corazón, recibió el mensaje, fue bautizada y se constituyó en una adoradora de Dios. Ella pidió que tanto Dios como el mensaje quedaran en su casa, en su familia... y en su vida. No le interesa al Señor, y no nos sirve a nosotros, que él tan solo pase por nuestra casa o nuestra vida; necesitamos que él pose, que permanezca para siempre.
Mientras tanto, una joven esclava, que tenía espíritu de adivinación y que producía un gran negocio para sus dueños, salió al encuentro de Pablo con alaridos estruendosos, que la gente consideraba como oráculos divinos. Los dueños de esta esclava habían descubierto el extraño poder, y lo estaban explotando para su propio beneficio. La muchacha interrumpía el caminar misionero de los apóstoles. Aun poseída por el demonio, gritaba animando al pueblo a seguir la enseñanza apostólica presentada por los siervos del Altísimo, un Dios más alto que Zeus, el dios más supremo que ellos tenían.
Los siervos de Dios, en el nombre del Altísimo, liberaron a aquella mujer de la presencia del demonio, y abrieron para ella una nueva vida. Esto generó bendición para la mujer y una fuerte oposición para los misioneros, porque no solo afectaron el negocio de aquellos dueños sino también los del mismo enemigo de Dios.
Para Dios no hay primeros ni últimos. Tanto para la acaudalada empresaria como para la joven esclava, existen los mismos ofrecimientos y oportunidades de salvación; como así también el mismo escozor en las huestes del mal.
“Por los esfuerzos de Satanás para destruirla, la simiente incorruptible de la Palabra de Dios, la cual vive y permanece para siempre, se esparce en los corazones de los hombres; por el oprobio y la persecución que sufren sus hijos, el nombre de Cristo es engrandecido y se redimen las almas” (Elena de White, El discurso maestro de Jesucristo, p. 32).
Renueva ahora tu compromiso de fidelidad con Jesús y con su Palabra. No pases de largo. ¡Quédate con él!
12 de enero
¿Qué significa “creer”?
“Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa” (Hechos 16:30, 31).
El enemigo quiso acallar la voz de los predicadores, y envió a Pablo y a Silas a la cárcel. Dios podía haberlo impedido, pero lo permitió para cumplir propósitos que iban más allá de lo visible. Los misioneros confiaron porque sabían que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan para bien.
El carcelero tenía la orden de mantener bajo suprema vigilancia a esos dos presos especiales, y tomó todos los recaudos necesarios. Pablo y Silas fueron azotados y encarcelados en las peores celdas,