Скачать книгу

el patio central de la escuela, ante la mirada eufórica y desenfadada de las autoridades.

      Luego vinieron los discursos que, como las confesiones, sólo suelen ser interesantes para quienes los pronuncian. Así, mientras que algunas profesoras populares entre los estudiantes los felicitaban por el hecho de terminar sus estudios secundarios, y dos estudiantes del más alto promedio hablaban a nombre de los graduados, agradeciendo a dios, a sus padres, familiares, amigos y autoridades de la escuela su apoyo para conseguir sus metas, el padrino de generación y el funcionario estatal entraban a escena, acaparaban el tiempo y los micrófonos para lanzar sendos mensajes de ocasión para sus ahijados y estudiantes, respectivamente.

      El padrino lanzó un largo discurso sobre las bondades de la educación, la importancia del compromiso de los estudiantes con la escuela y con sus padres, el esfuerzo que habían demostrado los adolescentes a lo largo de esos tres años. Mientras que los bostezos se multiplicaban, el profesor y miembro-destacado-del-comité-ejecutivo-nacional-del-sente (como machacaba el conductor del evento), prolongaba su discurso hablando del compromiso social del sindicato, de la entrega y desvelos de los profesores, de los esfuerzos de los directivos de la escuela para sacar adelante a los muchachos. Habló de su reciente viaje al estado de Tabasco, como delegado especial del sindicato en la organización de un foro nacional sobre la calidad de la educación, una “preocupación muy sentida de los maestros y de las maestras mexicanas”, y el único medio para tener “éxito en la vida”, según afirmó, mientras se acomodaba la corbata y lanzaba una mirada cómplice al funcionario estatal y al director de la escuela.

      Finalmente, llegó el cierre de los discursos al tomar el micrófono el máximo representante de la autoridad educativa de Jalisco. Después de anunciar que dirigiría un mensaje “muy breve” a los asistentes (ya se sabe que luego de esa advertencia lo más seguro es que el de la voz soltará un largo discurso), y de informar que el secretario de Educación les enviaba una “calurosa felicitación” a los estudiantes de la escuela, el flamante funcionario habló durante casi un cuarto de hora sobre los desafíos que la globalización imponía a los estudiantes zapopanos. “Deben prepararse más que nunca”, les dijo casi en tono de amenaza, “porque ahora ya no compiten entre ustedes mismos, o con otros estudiantes de Guadalajara o de México, sino que también compiten con estudiantes chinos, hindúes, canadienses, españoles o africanos”, es decir, “con estudiantes de todo el mundo”. Por eso deben tener “mejores competencias, más habilidades, mejores capacidades para enfrentar los desafíos”. Mientras que muchos estudiantes proseguían con esa forma silenciosa de protesta que son los bostezos y la somnolencia, y otros apenas entendían a qué se refería el funcionario con eso de competir con vietnamitas o croatas por quién sabe qué cosas, el funcionario, enredado en su propia retórica, terminaba su discurso solicitando a los ya cansados asistentes un aplauso para los directivos, los profesores y los estudiantes de la escuela.

      Dos horas y media después de iniciado el acto, la ceremonia había concluido. Mientras que las mamás y los papás pasaban a recoger las boletas de calificaciones y los certificados de secundaria de sus hijos, las autoridades conversaban y se tomaban fotos entre ellos, posando para la inmortalidad de las tecnologías digitales. Los graduados, por su parte, se dispersaban por el espacio de la escuela; algunos formando pequeños grupos, otros paseando su soledad por los pasillos y las aulas de la escuela. Uno de ellos llevaba en la mano un pequeño rollo de papel amarillo que abrió con cuidado. Era el regalo que el padrino de la generación obsequió a sus ahijados (“con aprecio”), un pergamino amarrado en un barato pero pretendidamente elegante y fino cordón dorado, con un mensaje titulado Persistiré hasta alcanzar el éxito, que encabezaba un par de párrafos llenos de palabras y frases como “triunfo”, “carácter indomable”, “voluntad férrea”, “superar obstáculos”, “enfrentar desafíos”. La moralidad del éxito a pesar de uno mismo, en palabras de uno de los autores de cabecera del mismísimo padrino: Og Mandino. La fiesta, o el sueño, o la pesadilla, o lo que sea, había terminado, mientras sonaba otra vez una canción de Ray Conniff.

      1 Publicado en el diario virtual Educación a Debate, julio de 2012.

      La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) publicó en abril pasado el documento “Inclusión con responsabilidad social. Una nueva generación de políticas de educación superior”. Es un esfuerzo de balance y de propuestas de políticas para los próximos años, cuyo núcleo central es un decálogo de temas estratégicos que van desde un nuevo diseño institucional para la gestión y la coordinación de la educación superior, al reforzamiento de la seguridad en los campus universitarios, pasando por temas como el de la cobertura, la vinculación, la internacionalización o el financiamiento de la educación superior.

      Se trata de una propuesta ambiciosa para reformar el paradigma de las políticas públicas de educación superior que ha dominado los últimos 20 años, reconociendo sus logros, pero también sus déficits y zonas de incertidumbre. Como todo documento público, es un pronunciamiento que invita a la reflexión y al debate, un texto no académico y sí político en el sentido estricto del término, es decir, un escrito que trata de influir en la toma de decisiones públicas para los próximos años, y en particular para el sexenio que comienza el 1 de diciembre.

      Arquitectos, políticos e instituciones

      La afirmación central del documento es la necesidad de construir una “nueva arquitectura institucional”, que proporcione una “visión de estado” para la educación superior. De ahí se desprende la idea de que una nueva generación de políticas implica transitar de políticas gubernamentales a verdaderas “políticas de estado” como estrategia de acción pública para este campo.

      Habría que señalar, en principio, que “políticas de estado” es un concepto problemático. Primero, porque supone que el Estado puede hacerlo (casi) todo, que todo es cuestión de voluntad política. Segundo, porque supone que esas políticas pueden ser transexenales, no anuales o sexenales. Tercero, porque supone que los poderes estatales (legislativo, ejecutivo y judicial) y los niveles de la autoridad del Estado (federal, estatales y municipales) pueden ser capaces de ponerse de acuerdo para impulsar políticas comunes, coherentes y básicamente armónicas.

      El Estado mexicano no funciona bajo estos supuestos. En realidad, opera bajo un esquema de federalismo teórico y centralismo práctico, en el que los ejecutivos federales (priistas o panistas) impulsan políticas que van más allá de los límites sexenales convencionales, aunque no sean compartidas por los otros poderes o por las otras instancias de autoridad. La política económica, o la política educativa, por ejemplo, son casos que muestran claramente cómo existen políticas públicas que trascienden los límites temporales sin ser “políticas de estado”, a pesar de que sus efectos sean contradictorios, paradójicos o perversos, como lo muestra el prolongado estancamiento de la economía mexicana desde hace tres décadas, o la baja cobertura y calidad incierta de la educación desde hace más o menos el mismo tiempo.

      En estas circunstancias, ¿qué significa la “nueva arquitectura” que propone ANUIES? En términos teóricos no es claro, pero en términos prácticos hay básicamente tres cosas:

      a. Reorganizar agencias federales de educación superior y ciencia y tecnología, creando la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (SESCTI).

      b. Cambios legislativos y normativos constitucionales que favorezcan la coordinación de estas actividades, tanto a nivel de las instituciones como en términos constitucionales.

      c. En el ámbito de las entidades federativas, se propone “fortalecer” las Comisiones Estatales para la Planeación de la Educación Superior (COEPES) y los Consejos Estatales de Ciencia y Tecnología (Coecyt).

      “Nueva arquitectura” supone que el entramado institucional de la educación superior mexicana actual es inadecuado para el impulso a una nueva generación o ciclo de políticas. Para decirlo en fórmula cruda: para crear nuevas políticas requerimos de un nuevo diseño institucional. Y ello implica, se supone, una nueva normatividad

Скачать книгу