Скачать книгу

estas morfologías futuras de la vida, Juan M. Castro (s. f.), artista colombiano, se pregunta por los posibles mecanismos de generación de otras formas de lo vivo en los procesos liminales de la vida. Los lípidos, al parecer, desarrollan procesos de metabolización y de división cercanos a los que hacen los organismos vivos. Aquí se plantea un horizonte de ampliación de la vida conocida a través de una ecología artificial de lo micro, donde estas creaciones se encuentran en un punto intermedio entre lo vivo y lo no vivo, desafiando las definiciones existentes de la vida y afirmando que esta es una cuestión de grados. A la vez proponen que la vida es un sistema adaptable y flexible que recorre los espacios de los paisajes artificiales.

      Vivimos en una compleja red de electrónica y microbios. ¿Qué lugar ocupamos entre ellos? Nuestros cuerpos albergan tanto su pasado biológico y como su horizonte de posibilidades. Somos conjuntos de células en devenir que articulan conocimientos y experiencias con relación a universos que estamos continuamente descubriendo. Se trata de paisajes artificiales donde las formas del aprendizaje se encuentran en la materia viviente y no exclusivamente en los denominados seres vivos. En cambio, percibimos procesos de desidentificación con respecto a la vida, hacia recomposiciones, hibridaciones y creaciones en una estética de lo posible. En ello, la permanencia de la naturaleza evoluciona hasta trascender a procesos tecnológicos. Habitamos un continuum naturaleza-tecnología. Se trata de un proceso de hibridación entre lo micro y lo macro, cuya organización en redes ecológicas conforman una nueva visibilidad de mundos autogenerados con procesos tecnológicos, sistemas biológicos y artificiales.

      En Heliotropika de Juan M. Castro asistimos a una traducción escalar de la luz a través de la fotosíntesis que hacen las bacterias y la energía con la cual nos relacionamos los humanos. En este paisaje bioinmersivo, un conjunto de cioanobacterias son interfaseadas mientras metabolizan luz. Esto es percibido por inter-actores humanos en el espacio de la galería, quienes llevan un sensor neural en su muñeca. Con este último se detectan sus pulsaciones y estados anímicos, los cuales son transmitidos a las bacterias, modificando el modo en el que procesan la luz.

      Con lo anterior se alcanza al lugar de la percepción sensible, ahora mediada por la biotecnología, la neurociencia y el bioarte como configurador de ecosistemas artificiales, los cuales pueden visualizarse en tiempo real. En Heliotropika se genera una simulación computacional del proceso de simbiosis entre humanos y no humanos, la cual produce consideraciones estéticas sobre otras formas de pensar la hipercreatividad cuando rebasa el espacio antropocéntrico. La simulación mide matemática y gráficamente la expresión de dichas interacciones. Estas experiencias construyen una idea política posantropocéntrica, en defensa y aprecio de los no humanos, los que no tienen voz y donde los paisajes artificiales se convierten en sus portavoces.

      El trabajo Little somethin’ de Juan M. Castro presenta el protometabolismo de lípidos que están al origen de los procesos vivientes que podrían incluso estar originando otras formas de vida liminal. Se trata de una burbuja que flota en células vivas y desperdicios tóxicos, que también crece y se autodivide, expresando un comportamiento protocelular inesperado. A lo anterior se le puede sumar la ironía de producir vida en medio de la no vida, tal como había sido considerada la química de la toxicidad. Las concepciones sobre el tiempo y el espacio son igualmente diferentes. Estos recorren los paisajes artificiales de manera análoga a como se constituye el espacio entre unas membranas de lípidos. La membrana de plasma contiene espacio/tiempo, pero es uno diferente al habitado o concebido por los humanos. Es un espacio/tiempo que se diluye entre las oleosas capas del protometabolismo. También se pliega entre los intersticios que se crean entre las burbujas de aceite y el medio acuoso de los materiales tóxicos, obtenidos de la mezcla de desechos de champú, industria cosmética y farmacéutica. Se trata del surgimiento de otras morfologías futuras donde no esperábamos que ocurriera. Se trata de un lenguaje distinto de procesamiento de la forma, que no pasa por el lugar de la hermenéutica, pues esta siempre está mediada por lo que los humanos pensemos que algo significa o representa. Incluso la comunicación nos restringe el espacio, puesto que no se trata ya de entender el contenido del mensaje que se intercambia, sino de explorar la emergencia de otras estructuras de lenguaje no humano.

      Estos lípidos presentan un protometabolismo en movimiento, es decir, un funcionamiento anterior al metabolismo como propiedad específica de la vida, que aquí ofrece la oportunidad para pensar en el hallazgo o la producción in vitro de un tipo de vida con una filogenia distinta a la de la vida orgánica. Al observar esta burbuja de aceite flotando en un líquido azuloso de desperdicios de detergentes, estamos en la presencia de un paisaje inmersivo, que nos recuerda una pantalla de cristal líquido. Lo anterior recoge toda la historia del arte electrónico incluyendo el video, solo que ahora no se trata únicamente de imágenes en movimiento e interacción: ahora están, literalmente, vivas. Son imágenes computacionales y, a la vez, son software húmedo hecho de lípidos y líquidos. Es una imagen viva, pero de una nueva manera. No trata de alcanzar la idea de lo vivo orgánico conocido, sino que produce una vida artificial in vitro con un linaje que constituirá una historia distinta: es una vida liminal. Esta observación contribuye a extender el debate sobre la vida, en el cual no existe ningún acuerdo acerca de su naturaleza, ni en biología, ni en filosofía de la biología. Existen algunos rasgos o propiedades que pueden ser comunes a muchos de los organismos vivos, pero otros escapan a alguna de ellas. Es decir, los bordes de lo que sea lo vivo no se definen y faltan propiedades que deben tenerse en cuenta. Estas burbujas de lípidos sería otro ejemplo de caso de borde de la vida, a la manera como Bedau y Cleland (2016) expone esta herramienta conceptual. Es un caso que desafía los límites de la vida.

      En la propuesta Fat between two worlds, Juan M. Castro se ubica en una zona aparentemente imposible entre dos mundos, el de lo vivo y lo no vivo. Se trata de observar el crecimiento de membranas dentro de lípidos que están alimentados a través de biorreactores y que crecen en un proceso in vitro, en laboratorio. Es una especie de vida artificial, cuya apuesta de innovación se basa en el hallazgo de una vida anterior a la que conocemos que se convierte en una vida alternativa a la orgánica. Esto ocurre, no solamente por la relación con la tecnología que la soporta, sino, especialmente, por el interés en examinar qué ocurre justo antes de que emerja la vida, en procesos protocelulares, donde los lípidos son una parte fundamental, en particular en el momento en el que se autoorganizan las membranas: esto se puede traducir en la producción de estructuras con un lenguaje y una morfología no conocida, que expresan procesos autónomos de propagación, iteración o división cercanos a lo que hacen las células. Una continuación en esta perspectiva de la vida artificial húmeda en articulación con la vida artificial en software, estudiada en previas publicaciones, podrá orientarnos acerca de qué otras emergencias pueden ocurrir en la búsqueda por la vida como podría ser.

      En el ecosistema sonoro Eden, del artista Jon McCormack (s. f.), asistimos a la inmersión interactiva en un entorno evolutivo. Es un mundo vivo hecho de autómatas celulares que interactúan entre sí y con los visitantes humanos, quienes, al participar de la instalación, producen cambios en tiempo real en la forma como este ecosistema evoluciona. Gracias a la metabolización de recursos en lo sonoro, se presentan mutaciones, adaptaciones y especiación. Se trata de un proceso en donde el ecosistema produce sonidos audibles para los humanos, y estos, a su vez, al hablar, producen sonidos que son captados por los autómatas, en modo de información que alimenta el sistema. De esta manera hay un proceso de retroalimentación que recuerda la historia de las videoinstalaciones y del arte electrónico. Todo esto ocurre dentro de un ambiente abstracto, matemático y visual, donde no hay literalidades en los contenidos formales, ni mensajes específicos de los procesos que lleva a cabo el sistema con relación a nuestras acciones y voces. También hay un ambiente espacial, que es recorrido por nosotros los inter-actores y un espacio/tiempo en el interior del ecosistema Edén, hecho de una química que ya no es orgánica sino computacional.

      También encontramos un aporte a una estética poshumana en el trabajo Flicker de Jon McCormack. Se trata de una instalación audiovisual hecha con modelamiento de agentes. Aquí emergen aleatoriamente un conjunto de estructuras visuales y aurales basadas en complejas pulsaciones entre agentes. Esta instalación se inspira en la luminosidad de la luciérnaga, como forma de interacción con el entorno y de procesamiento de la energía. Es una articulación de cómo bacterias y humanos nos relacionamos con la luz.

      El

Скачать книгу