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las exigencias de éste, o se corre el riesgo de estar frente a una innovación que no será reconocida sino hasta mucho tiempo después. Esto último sucedió, en parte, con Los de abajo; pero en cuanto a la primera condición sigue suscitando dudas y aversiones. A diferencia de otras novelas de la Revolución que despiertan simpatías por los rebeldes (como Reed, México insurgente) o empatías y compasión (como Francisco L. Urquizo en Tropa vieja, y Rafael Felipe Muñóz en Se llevaron el cañón para Bachimba), el rechazo que suscitan algunos pasajes descarnados de Los de abajo no logran ir más allá de mostrar lo más negativo de la realidad vivida y trascenderla para lograr el objetivo literario: la identificación de los sentimientos, o los pensamientos, de los personajes en los cuales se “reconoce” de alguna manera el lector, cualquier lector. En la “buena literatura” esto debe ocurrir tanto en lo cotidiano como en las situaciones extraordinarias, o más aún en estas últimas. Los personajes de Azuela hablan y hablan de lo cotidiano, a veces intenta dar un sermón moralista a través de ellos, rara vez suena éste como algo normal salido de los sencillos personajes que retrata. Lo que siempre está presente es el desencanto, lo grotesco de los personajes, la inutilidad de la lucha y la casi inexistencia de los “ideales”, por lo que sus personajes se vuelven despreciables, bárbaros y la lucha condenable. Tal vez por eso se le tachó de “reaccionario”, porque no dejaba nada que admirar. Por lo tanto, sólo queda elegir por el disfrute de la literatura y parece ser que Los de abajo no es precisamente una novela “disfrutable”. La imagen de la Revolución no quedaba bien parada en este relato más bien devastador de las aspiraciones populares.

      Con este balance de la obra de Azuela, sólo queda pensar si no hubiera sido más propio como material de nota roja en el periódico, en lugar de una obra para disfrutar en las páginas de cultura. De ahí que se le condenara por el efecto devastador sobre la imagen de la Revolución. Pero la prensa que sabe explotar bien este tipo de hechos “sensacionales”, le dio buen cauce para la posteridad. Al mismo tiempo que cambiaban las líneas de la literatura nacional, la nueva prensa industrial consolidaba su perfil de cara a los lectores de todos los matices y niveles sociales en la creciente Ciudad de México de los años veinte. Y precisamente con Los de abajo, los pobres marginados dejaron de ser para la prensa sólo material de nota roja y pasaron a integrar las páginas de la Revolución mexicana como personajes centrales en esta novela y muchos otros relatos que se generarían a lo largo de las siguientes dos décadas.

      Azuela se rebeló contra los cánones literarios y su manera de entender las representaciones del sentir de los pueblos marginados. En las diversas entrevistas que dio a El Universal y a Revista de Revistas, repitió, de distinta manera, su molestia por la celebridad que le trajo la publicación de su novela. No obstante, le pareció correcto darla a conocer en un periódico, quizá con la idea de que los periódicos no eran en lo fundamental una lectura para la gente culta, sino para el vulgo:

      —¿Quién es él? No vale nada, carece de significación intelectual. No es un artista. No es un esteta. Renuncia -un poco precipitadamente- a la celebridad, cambiándola por el detenimiento y la quietud que empalidecieron sus días (…)

      Se justifica Azuela ante la evidencia de que ha sido lanzado al público lector, y el más amplio de lo que suponía, el público de masas al que aspiraban ya las publicaciones periódicas del siglo xx.

      Fuentes

      Acevedo, Esther, “Las decoraciones que pasaron a ser revolucionarias”, en El nacionalismo y el arte mexicano, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1986.

      Azuela, Mariano, Los de abajo, México, Fondo de Cultura Económica, 2001.

      ________, Páginas autobiográficas, México, Fondo de Cultura Económica, 1958.

      Dessau, Adalbert, La novela de la Revolución, México, Fondo de Cultura Económica, 1967.

      El Universal, México, 6 de enero de 1917, p. 1

      El Universal, México, 10 de enero de 1917, p. 1.

      Monterde, Francisco, La novela de la Revolución, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1958.

      Navarrete Maya, Laura, “El Universal Ilustrado en el proceso cultural de los años veinte”, Propuestas literarias de fin de siglo, Congreso Internacional de Literatura, Memorias, México. Universidad Autónoma Metropolitana, 2001.

      ________, Excélsior. Sus primeros años, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Filológicas, 2008.

      Ortega, Gregorio, “Una hora con Mariano Azuela”, Revista de Revistas, 30 de noviembre de 1930, pp. 8-12.

      ________, “Azuela Dijo, El Universal Ilustrado, 12 de febrero de 1925, pp. 24-46.

      Sánchez Robles, Ma. Guadalupe, “El conflicto educativo en los episodios nacionales mexicanos”, de Victoriano Salado Álvarez, Sincronía de Verano, México, Universidad de Guadalajara, 2003.

      Sheridan, Guillermo, México en 1932. La polémica Nacionalista, México, Fondo de Cultura Económica, 1999.

      Valle, Rafael Heliodoro, Letras de México, núm. 3, México, 15 de febrero, 1937.

      Zaíd, Gabriel, Daniel Cosío Villegas, imprenta y vida pública, México, Fondo de Cultura Económica, 1985.

      * cecc-fcpys-unam.

      1 Adalbert Dessau, La novela de la Revolución mexicana, México, Fondo de Cultura Económica, 1967, p. 18.

      2 El Universal, México, 6 de enero de 1917, pp. 1-6.

      3 El Universal, México, 10 de enero de 1917, p. 1.

      4 Laura Navarrete Maya, “El Universal Ilustrado en el proceso cultural de los años veinte”, Propuestas literarias de fin de siglo, Tercer Congreso Internacional de Literatura, México, Universidad Autónoma Metropolitana, 2001, pp. 402-403.

      5 Guillermo Sheridan, México en 1932: La polémica nacionalista, México, Fondo de Cultura Económica, 1999.

      6 Francisco Monterde, La novela de la Revolución, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1958, p, 221.

      7 Mariano Azuela, “Azuela dijo…” , en Gregorio Ortega, El Universal Ilustrado, México, 29 de enero de 1925, pp. 45-47.

      8 Mariano Azuela, Los de abajo, México, Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 53.

      9 Mariano Azuela, “Azuela y sus Estampas del pueblo”, en Gregorio Ortega, Revista de Revistas, México, 3 de julio de 1938, p. 12.

      10 Mariano Azuela, Los de abajo, op. cit., p. 41.

      11 Ibid., p. 54.

      12 Idem.

      13 Esther Acevedo, “Las decoraciones que pasaron a ser revolucionarias”, El nacionalismo y el arte mexicano. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1986.

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