ТОП просматриваемых книг сайта:
Resignificar la educación. Jorge Daniel Vásquez Arreaga
Читать онлайн.Название Resignificar la educación
Год выпуска 0
isbn 9789588844138
Автор произведения Jorge Daniel Vásquez Arreaga
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
Desde la perspectiva del sujeto esta foto abre las puertas para poder representar mediante una imagen lo que se denomina propiocepción (en el sentido anteriormente expresado por David Bohm). ¿Acaso podemos decir que la fotografía de la Tierra no es una foto de nosotros mismos? ¿Podemos negar que cuando se toma una fotografía del planeta de cierta forma no somos fotografiados también nosotros? Sabemos que en esa gran esfera estamos siendo fotografiados cada uno de nosotros y a la vez no. Porque no aparecemos como sujetos individuales sino como parte de un todo mucho mayor y que no es igual a la suma de sus partes: es una totalidad viva, un nuevo sujeto. Un sujeto que, como simple representación, podría acarrear el riesgo de que disolver la individualidad en medio de una totalidad invisibilizadora; sin embargo, la imagen de la Tierra es una imagen de nuestro hogar, de nuestros seres queridos, de la naturaleza y a la vez de nosotros. Es decir, en esa imagen estamos representados como parte de la realidad llamada Tierra. Precisamente se trata de ir más allá de buscar el carácter amenazante que la representación de la humanidad como parte de la Tierra acarrea en términos ideológicos, para asumir que somos la Tierra, somos nuestros seres queridos, somos la naturaleza y somos nosotros mismos. Difícil concepción en un entorno en que el antropocentrismo ha sido reducido a la instrumentalidad de todo lo existente.
El sujeto es parte de esa realidad que pretende conocer, de modo que su mirada es capaz de crear y su aporte radica precisamente en una perspectiva. Esta es lo que podemos denominar conciencia; una conciencia que nace en el momento que es posible la “suspensión” del sujeto. El ser humano aporta la conciencia que permite que todo lo que habita la Tierra pueda vivir una experiencia concreta en el transcurso del tiempo.
El acto de conciencia que el ser humano puede aportar a partir de la razón es justamente ser el sujeto reflexivo en una realidad que se manifiesta como un todo que lo abarca. Así como el astronauta Russel Scheickhart pudo contemplar la imagen del lugar que habitamos y donde está todo lo que conforma nuestra realidad, nuestros deseos y aspiraciones,{2} la mirada crítica del sujeto, o su propiocepción como diría Bohm, se da en cuanto puede devenir en una ética del cuidado de la vida a partir de su razonamiento holográfico. El razonamiento holográfico en relación con la imagen de la Tierra nos lleva a considerar la imagen de cada individuo como un punto en el cual se representa ese todo mucho mayor que nos abarca y nos trasciende.
La propiocepción del sujeto —que es una forma de llevar la autorreflexividad a una dimensión holística de la realidad— y el razonamiento holográfico implica un doble desplazamiento. Un desplazamiento en la concepción del sujeto —de un sujeto amo de la naturaleza a un sujeto reflexivo— y un desplazamiento de la razón antropocentrista hacia una razón holística, sostén quizá para un antropocentrismo autocrítico y biofílico.
(Kim-ki Du y las estaciones de la vida)
La película del surcoreano Kim-Ki Du titulada Primavera, verano, otoño, invierno y primavera (2003) constituye una fuerte referencia sobre el paso del tiempo asociado a la experiencia de propiocepción. Esta se manifiesta en una confrontación enmarcada en la relación entre discípulo y maestro que constituye la pauta de una película, en la cual, la profundidad de las experiencias están metaforizadas en el cambio de paisaje que rodea el encuentro entre dos seres humanos de distintas generaciones.
En el transcurso de las estaciones temporales, como expresión de las modificaciones de la naturaleza (como ambiente, entorno), se puede leer la alusión a las estaciones del desarrollo de un espíritu humano que se manifiesta en la manera intensa como se experimenta el amor, el odio, el miedo, la culpa, la reconciliación, la quietud y otras emociones que acompañan una búsqueda. De esta manera, la propiocepción del sujeto (este “poner en suspenso”) se inscribe también en una dinámica temporal que el sujeto asimila como experiencia particular. Se trata de pensar el transcurso de la propia vida de la mano de una reflexión “estacionara” en la cual la división del tiempo, de acuerdo con los flujos cambiantes del entorno, no es una expresión de linealidad, sino precisamente de la complejidad que se condensa en la experiencia de asumir desde un momento irreductible los factores que configuran la realidad. En este mismo lenguaje metafórico planteamos comprender la comunicación en cuatro estaciones.
Cuatro estaciones para la comunicación
Yo soy la intersección de todas mis vivencias.
Si la naturaleza es la respuesta, ¿cuál era la pregunta?
Jorge Wagensberg
Hemos puesto el título “Cuatro estaciones para la comunicación”. ¿De qué tipo de estaciones estamos hablando? Una forma lineal de entender las estaciones es asumir la imagen de las paradas de un tren. Aquel lugar donde nos detenemos, pensamos un momento y seguimos el camino al que la máquina está destinada a conducirnos. Es la visión mecanicista, la ideología del progreso, la lectura teleológica de la historia.
Otra forma de entender las estaciones es aquella división que utilizamos para denominar las variaciones ambientales que se tienen en un año. Cada vez es menos claro el punto de inicio y fin de una u otra. Las cuatro estaciones no se suceden más, somos testigos de sus variaciones y, sin embargo, las seguimos usando como referencia para comprender algunos de nuestros comportamientos. Son figuras, metáforas de nuestro sentir y pensar.
De acuerdo con esta segunda imagen vamos a hablar de las inquietudes, las concepciones, las incorporaciones y las transformaciones que experimentamos al preguntarnos por la comunicación y sus principios.
Inquietudes
Replantear el tema de los principios es una expresión de la crisis en todos los ámbitos de la vida humana. La coyuntura actual, esta que ha sido catalogada como una crisis global de impactos ambientales sin precedentes y expresión máxima de la supremacía del “capital” sobre “el ser humano” la convierten en una crisis totalmente profunda que no solo hace conveniente una nueva visión de la humanidad, sino que también la hace urgente y necesaria. Para Franz Hinkelammert (2005) se trata de una crisis de civilización.
Este carácter de urgencia de la crisis no se refiere al último boom mediático que ha captado los espacios de construcción de la opinión pública, refiriéndose a los golpes que a diario recibe la economía, sino a la ineludible atención que merece la crisis de la humanidad. Somos justamente los seres humanos (o lo humano de la humanidad) los que estamos en crisis desde hace mucho tiempo.
Por eso nos proponemos volver a encontrar un punto de partida: un principio. Volver a pensar en el punto de partida es provocar la búsqueda de una opción irrenunciable, de una base. Buscar algo más que “el lugar de enunciación” para poder plantear el “fundamento existencial de acción”, es un paso que conlleva el hecho de superar algunos principios (adoptados, apropiados o construidos), que fundamenta una forma de no ver más allá de las combinaciones de enunciados, del análisis de las estructuras de poder, de la crítica desde la comunicación, etc. El pensamiento crítico —entendido como apropiación de la realidad desde una reflexión sobre la operación humana y sus posibilidades de realización en un contexto que se manifiesta irracional— desarrollado por la tradición intelectual en diferentes escenarios es pertinente para una interpretación de la actual coyuntura. Su valor metodológico es imprescindible para la emancipación —en lo que Habermas señaló como el interés emancipatorio del conocimiento—, pero es cierto además, que su potencialidad de cara a la construcción de opciones vitales-fundamentales (principios) están en pugna con la lógica autoritaria de la razón instrumental sobre la emoción y la espiritualidad. Es precisamente la crítica que los propios “clásicos de la sociología” (Marx, Weber y Durkheim) han sostenido y en la cual han encontrado continuidad en la tradición de la Escuela de Fráncfort.
En este punto, debemos reconocer que la teoría crítica —en la que la comunicación ocupó un puesto central en el análisis de Marcuse y en la propuesta de Habermas— es un intento necesario por superar el mecanicismo, desde el rechazo al positivismo y apostando por la integración de las relaciones humanas y el