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Belleza sin aura. Ricardo Ibarlucía
Читать онлайн.Название Belleza sin aura
Год выпуска 0
isbn 9788418095238
Автор произведения Ricardo Ibarlucía
Жанр Документальная литература
Серия Historia del Arte argentino y latinoamericano
Издательство Bookwire
Promediando 1919, en la prestigiosa colección Tribüne der Kunst und Zeit, editada por Kasimir Edschmid, Goll publicó un segundo ensayo mucho más extenso, “Die drei guten Geister Frankreichs” [Los tres espíritus benéficos de Francia], en cuya última parte, dedicada a Mallarmé, trazaba un elogio de Apollinaire y sus seguidores, que ya no buscaban “el embellecimiento con versos, la paráfrasis ilusionista, la imitación [Nachahmung] del mundo”, sino que se habían fijado “una tarea diferente”: alcanzar, como modelo de belleza, “una verdad extraordinaria”.133 Entre los colaboradores de la revista Nord-Sud, Goll destacaba los nombres de Max Jacob, Cendrars y Vicente Huidobro y afirmaba que los jóvenes poetas franceses habían encontrado su fórmula mágica, “más allá de la vida”, en el “Superrealismo” de Apollinaire, que había llamado a “superrealizar la realidad” y consagrarse, en adelante, a crear en vez de representar.134 Del mismo modo, en el prólogo de su drama satírico Methusalem oder Der ewige Bürger [Matusalén o el burgués eterno], aparecido en 1920, Goll sostendría que el teatro de vanguardia debía buscar “nuevas raíces en el Superrealismo”:
El Superrealismo es la más poderosa negación del realismo. La realidad de la apariencia es desenmascarada en favor de la verdad del ser. […] El dramaturgo es un investigador, un político y un legislador; como superrealista, estatuye cosas de un lejano reino de la verdad, que ha escuchado como si hubiera posado la oreja sobre las paredes cerradas del mundo.135
Instalado en París después de la Gran Guerra, Goll se mantuvo distante de Littérature y, aunque había estado en contacto con los dadaístas durante su exilio en Suiza, no participó del movimiento de agitación que siguió al desembarco de Tristan Tzara en la capital francesa a principios de 1920.136 En 1922, dando impulso a la idea de una vanguardia cosmopolita, publicó el volumen Les cinq continents [Los cinco continentes], una “antología mundial de la poesía contemporánea”, en la que incluyó —en representación de Francia— extractos de Guillaume Apollinaire, Cendrars, Jules Romains, Max Jacob, André Salmon, Paul Valéry, Jean Cocteau, Pierre Reverdy, Pierre Albert-Birot, Nicolas Beauduin y Philippe Soupault, además de poemas de su autoría.137 En el prefacio, Goll trazaba un balance de la poesía francesa de posguerra y, refiriéndose a la contribución de los autores seleccionados, decía: “Solo el surrealismo fue un saludable perfume contra las pestes que ascendían de los campos de batalla y los controles de inmigración”.138
Amigo de Dermée, Goll participó en el número de homenaje que L’Esprit Nouveau dedicó en 1924 a Apollinaire con la traducción francesa de su “Brief an den verstorbenen Dichter Apollinaire”, que se editó con una nota de la redacción en la que se afirmaba que Goll había sido “el primero en revelar a los alemanes la existencia de Apollinaire”, al igual que la revista expresionista Der Sturm, que había publicado algunos de sus poemas.139 El elogio que Goll hacía en este texto del autor de El heresiarca y Cia. como cabalista, pornógrafo y profeta del cubismo fue tomada por Breton como una provocación, sobre todo después del incidente protagonizado con Goll la noche del estreno de las Danses surréalistes de la bailarina alemana Valeska Gert, cuya puesta en escena fue abucheada por los integrantes de Littérature.140
A mediados de agosto de 1924, enterado —por una conversación con Robert Desnos— de que Breton, Aragon y Soupault pretendían fundar un “movimiento surrealista” y lanzar una revista que se llamaría La Révolution surréaliste, Goll publicó en Le Journal littéraire, dirigido por Paul Lévy y Fernand Divoire, un artículo titulado “Une réhabilitation du Surréalisme”, donde recordaba que Apollinaire había inventado las expresiones “esprit nouveau” y “Surréalisme” para designar el arte “palpitante de sentimiento y de técnicas modernas” con el que soñaba y que nada tenía que ver con la “ola dadaísta” que, después de la guerra, se ocupó de escamotearlo.141 Los principios del surrealismo, a pesar de todo, eran firmes y los jóvenes poetas solo debían seguir el ejemplo del maestro:
Encontrarán a sus vástagos, Cendrars, Chagall, Delaunay, Lipchitz, y descubrirán a los herederos esparcidos de Apollinaire, aquellos que ayer llevaban una máscara (porque era carnaval), Philippe Soupault y André Breton, luego los superrevolucionarios Louis Aragon, Jean Bernier y Drieu La Rochelle, finalmente los más fieles al surrealismo y a los que se asesina por su silencio: Pierre Albert-Birot y Paul Dermée. No olvidemos a Joseph Delteil, el Rabelais surrealista, ¿pues no sabían ustedes que Rabelais era surrealista? Tenemos por delante una gran época para vivir. No desesperemos.142
El artículo de Le Journal littéraire desencadenó una batalla literaria que se venía insinuando desde principios de 1924. El 20 de mayo, solidarizándose con el punto de vista de Goll, los llamados “Académisards” (Gabriel Reuillard, Charles Chassé, Frédéric Lefèvre, Jacques Robertfrance, Noël Garnier) publicaron una pequeña nota, en la sección “Petit mémorial des Lettres” del Paris-Soir, en la que sostenían que la expresión “cubismo literario”, lanzada por Dermée en una conferencia de 1916, equivalía a “Surrealismo” y que Apollinaire, Jacob, Reverdy y el propio Dermée eran escritores “surrealistas” por derecho propio.143 La réplica de Littérature, promovida por Breton —que se enorgullecía de haberle inspirado a Apollinaire la célebre fórmula según la cual el hombre, queriendo reproducir el movimiento, inventó el surrealismo, así como de haberse encargado de la selección de las obras citadas en la conferencia “El nuevo espíritu y los poetas”—,144 apareció en las páginas del mismo periódico:
Si la palabra es de Guillaume Apollinaire, la forma es más antigua. Sin remontarnos a las Noches de Young, ni a la inspiración romántica (Pétrus Borel, Hugo, Byron y tantos otros) que son sus primeras manifestaciones, el surrealismo nace, en realidad, con Los cantos de Maldoror y las Iluminaciones de Rimbaud. Para encontrar ejemplos más antiguos, hay que considerar a los profetas y los adivinos.
Pero en nuestros días no parece que los Sres. Pierre Reverdy o Max Jacob sean surrealistas: sacrifican demasiado al espíritu crítico.145
El 23 de agosto de 1924, los integrantes de Littérature volvieron a la carga en un artículo para Le Journal littéraire, firmado por Louis Aragon, Jacques-André Boiffard, André Breton, Robert Desnos, Francis Gérard, Georges Limbour, Georges Malkine, Max Morise, Pierre Naville, Benjamin Péret y Roger Vitrac. Los autores acusaban a Goll de no estar “calificado” para “erigirse en protector del surrealismo y, con este pretexto, crear el más enojoso malentendido”.146 Confirmando la aparición inminente de La Révolution surréaliste en coincidencia con el lanzamiento del “movimiento surrealista”, consideraban oportuno aclarar que la actividad de Dermée había sido “siempre extraña al surrealismo”, como lo demostraba su absurda pretensión de haber elaborado, en 1924, “el primer artículo sobre Lautréamont cuando veinte personas lo han precedido (Valéry Larbaud, Philippe Soupault, Tristan Tzara, Louis Aragon, para citar a los más modernos)”, y de haber descubierto a Pétrus Borel “seis meses después de André Breton en Les