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revista, junto con la calificación obtenida por cada uno de ellos en una votación efectuada por Aragon, Breton, Soupault, Fraenkel, Éluard, Ribemont-Dessaignes, Pierre Drieu La Rochelle, Benjamin Péret, Gabrielle Buffet y Jacques Rigaut. La introducción explicaba que se había adoptado “una escala de -25 a 20 (expresando -25 la mayor aversión y 0 la indiferencia absoluta)” y que la aplicación de este “sistema escolar”, recono­cidamente absurdo, no pretendía establecer “un nuevo orden de valores”, sino “desclasificar”.101 Las notas se volcaban en orden alfabético y arrojaban promedios desconcertantes; por ejemplo, Apollinaire obtenía 12,45; Maurice Barrès, 0,45; Hector Berlioz, -10,27; el anarquista Jules Bonnot, 10,36; Miguel de Cervantes, -4,27; Pierre Corneille, -10,27; Eugène Delacroix, -8,54; Albert Einstein, 9,54; Sigmund Freud, 8,63; el piloto Georges Guynemer, -14; Georg Wilhelm Friedrich Hegel, 2,36; Jesucristo, -1,54; Immanuel Kant, 2,90; Alphonse de Lamartine, -14,18; Lenin, -3,72; Mahoma, -1,72; Napoleón Bonaparte, -3,27; Friedrich Nietzsche, 3,54; Edgar Allan Poe, 7,36; Maximilien Robespierre, 0,63; Sade, 11,27, William Shakespeare, 9,18; León Trotski, -3,63; Walt Whitman, -8,27, y Émile Zola, -13,63.102 Al final de la revista, se publicaba un cuadro con los veinte mejores y peores promedios: el podio del primero estaba conformado por Breton (16,85), Soupault (16,30) y Charles Chaplin (16,09); el del segundo, por el novelista Henri de Régnier (-22,90), Anatole France y el mariscal Ferdinand Foch (-18).103

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