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Mayo del 68 - Volumen II. María Lacalle Noriega
Читать онлайн.Название Mayo del 68 - Volumen II
Год выпуска 0
isbn 9788418360220
Автор произведения María Lacalle Noriega
Жанр Документальная литература
Серия Actas UFV
Издательство Bookwire
En este panorama dibujado por Marcuse, la libertad se presenta como autonomía, como la auténtica autodeterminación de cada individuo independizado del control social y de la lógica de dominio. De este modo, «la autodeterminación será real en la medida en que las masas hayan sido disueltas en individuos liberados de toda propaganda, adoctrinamiento o manipulación; individuos que sean capaces de conocer los hechos y de evaluar las alternativas».17
Sin embargo, la propuesta de Marcuse, si presupone una ruptura total con la lógica de dominio científico-técnica, sostiene la necesidad de continuar con la base técnica misma. Esto es debido a que son las conquistas del desarrollo científico-técnico señaladas como aquello que ha permitido al ser humano liberarse del yugo del trabajo, haciendo posible la satisfacción de las necesidades básicas, reduciendo al mínimo el esfuerzo para alcanzarlas. Esa liberación es señalada como un a priori clave para el desarrollo de la verdadera libertad.18
Así, el individuo liberado de las tareas serviles podrá establecer de manera individual cuáles son sus necesidades verdaderas, siempre y cuando tenga la libertad para dar su propia respuesta y no esté adoctrinado y manipulado por el sistema. Esta conquista de la libertad interior, alejada del condicionamiento de la opinión pública, es en la que, según Marcuse, el hombre encuentra su propia identidad.19
La verdadera libertad según Marcuse nace de la unidad entre el logos de la razón y el «instinto de vida» (Freud) del eros. «En la exigencia del pensamiento y en la locura del amor se encuentra la negación destructiva de las formas de vida establecidas».20 En este sentido, la libertad y la razón parecen converger, pues el autor señala que no todas las opciones son válidas sino solamente aquellas que conducen al ser humano a la realización de sus potencialidades, algo que solo es posible en el hombre que está liberado de sus necesidades más básicas.21
La autodeterminación del individuo, por tanto, le permite «vivir de acuerdo con la esencia de la naturaleza o del hombre»22 y en ese sentido incluye también las circunstancias históricas en las que cada individuo se desenvuelve. El individuo asume las posibilidades de desarrollo alternativas que se le presentan en relación con su momento histórico y en lucha contra el pensamiento establecido, cosa que solamente es posible cuando el individuo es consciente de su propio ser. De este modo se recupera la tensión entre el ser y deber ser que se resuelve a través de la dialéctica establecida entre logos y eros.23
Marcuse se encarga de reseñar, sin embargo, que todo esto no implica el surgimiento de valores espirituales presentes en la mentalidad precientífica, sino que el desarrollo de la ciencia y la técnica han posibilitado la «conversión de los valores en tareas técnicas».24 Así, dentro del planteamiento materialista de Marcuse, la ciencia ha conquistado el terreno de la metafísica, pues los valores como la libertad, la justicia o la paz son cuantificables y dependientes de la materia, ya que esos valores responden, según el autor, a la satisfacción de las necesidades materiales del hombre.25
Marcuse, con el fin de otorgar objetividad y solidez a los valores sacándolos del terreno de la subjetividad y lo irracional, pretende justificarlos desde una razón científica que, si es fiel a su método, nada puede decir acerca de los mismos. De este modo, el autor reduce lo real a lo material en vez de ampliar los horizontes de la razón científico-técnica para una justificación metafísica de los valores.
Por eso Marcuse propondrá transformar la ciencia en política,26 para justificar el acto de liberación del hombre aplicando a la ciencia unos fines y una orientación que no pueden alcanzarse desde el plano científico. Este es el único modo en el que Marcuse podría convertir el instrumento de dominación en instrumento de liberación, liberando a la ciencia como instrumento de poder y dominación para convertirse en la respuesta a las necesidades humanas.
De este modo vemos cómo el logos que menciona Marcuse como fundamento de la verdadera libertad no es más que un requisito que permite la liberación del hombre de las tareas serviles, situándose en la base para el desarrollo posterior de las potencialidades humanas. Sobre el logos materialista de Marcuse irrumpe con fuerza el desarrollo del eros o del instinto vital freudiano, que es asimilado a la parte irracional e impulsiva del ser humano. Así, la realización del hombre se encuentra en el reconocimiento de las necesidades no sublimadas de la libido, dejando al hombre en manos de sus instintos más primarios, que son para Marcuse la verdadera fuerza revolucionaria y creadora que libera al hombre de la alienación de la sociedad unidimensional y de la represión instintiva.27
De este modo, en Marcuse no hay una verdadera reconciliación entre libertad y razón, pues la razón científica no puede guiar la acción al no poder descubrir lo más propiamente humano. Por eso la libertad liberada de las ataduras sociales queda ahora presa de los instintos vitales propios de la libido quedando así desorientada con relación a su verdadero fin: la felicidad y la plenitud del ser humano.
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1 En su edición original: MARCUSE, Herbert, One-Dimensional Man, Beacon Press, EE. UU., 1964. En su edición francesa: MARCUSE, Herbert, L’Homme unidimensionnel, tr. del original por Monique Wittig y el propio autor, Les Editions du Minuit, París, 1968. En su edición en castellano utilizada en este trabajo: MARCUSE, Herbert, El hombre unidimensional, tr. por Antonio Elorza, Planeta Agostini cedida por Ariel, Barcelona, 1993.
2 MARCUSE, Herbert, El hombre unidimensional, tr. por Antonio Elorza, Planeta Agostini cedida por Ariel, Barcelona, 1993, p. 44.
3 MARCUSE, Herbert, El hombre unidimensional, tr. por Antonio Elorza, Planeta Agostini cedida por Ariel, Barcelona, 1993, p. 109.
4 Ibídem, p. 285.
5 Ibídem, p. 63.
6 Ibídem, p. 79.
7 MARCUSE, Herbert, El hombre unidimensional, tr. por Antonio Elorza, Planeta Agostini cedida por Ariel, Barcelona, 1993, p. 39.