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explícita en letras que llamaran a la revolución o al cambio social establecido. Los mensajes que escondían las canciones no llevaban la profundidad de las canciones de los autores franceses de Mayo del 68. Artistas como Serrat («Poco antes de que den las diez», 1969), o Sabina («El inventario», 1978) incluían en sus canciones letras con historias que dejaban entrever un trasfondo de llamada al cambio y a la libertad.

      Para muchos, Mayo del 68 significó en el mundo de la música pasar del entretenimiento a la conciencia social a través de las canciones y de sus letras. Su reflejo traspasó fronteras, y sirvió para que naciera una nueva generación de músicos con un nuevo género musical basado en estructuras musicales sencillas (guitarra y voz) pero con un gran trasfondo en sus letras, que recogían poemas y proclamas políticas como principal mensaje.

      En España nacería una generación de cantautores que vieron en las revueltas de Mayo del 68 un referente motivador para generar cambios y luchar desde las calles con sus guitarras por el fin de la dictadura. Autores como Serrat, Luis Eduardo Aute, Paco Ibáñez, Cecilia, Lluís Llach, Labordeta, Raimon, Jarcha o Sabina entendieron que su música era un instrumento para llamar a la movilización, despertar conciencias adormecidas y defender las ideas de libertad y apertura hacia una nueva realidad cultural, moral y social.

      En el año 1968, España ganaba el festival de Eurovisión con la canción La, La, La interpretada por Massiel, que escondía un mensaje de apertura a la modernidad. La canción, aunque estaba compuesta por el Dúo Dinámico (Manuel de la Calva y Ramón Arcusa), iba a ser interpretada en un primer momento por Serrat, pero al prohibirle que lo hiciera en catalán, este se negó a acudir al festival.

      Al otro lado del charco, el mundo se preparaba para la revolución hippy liderada por artistas que un año antes de Mayo del 68, en San Francisco, ya sembraron el comienzo de una forma de vida desinhibida, sin límites y alejada de convencionalismos.

      Aunque las reivindicaciones políticas eran diferentes en cada uno de los puntos del planeta, su voluntad de cambio y de rebeldía ante lo convencional y lo estructuralmente aceptado, era la misma. Les unía la voluntad del cambio, y a través de la música generaban estados de opinión y aprovechaban sus icónicas y magnéticas influencias en la gente joven para hacer tambalear las estructuras políticas.

      En Estados Unidos, la libertad sexual (motivada por un acto de rebeldía ante la sociedad puritana de Norteamérica), el acceso libre y desinhibido ante las drogas, y la impopular guerra de Vietnam que estaba matando a tantos jóvenes norteamericanos, fue el principal vehículo de protesta en canciones de artistas como Eric Burdon and The Animals (Sky pilot, 1968), entre otros.

      Películas como El graduado (1967) contenían himnos de libertad sexual contrarios a lo comúnmente conocido como convencional en las relaciones de pareja. La canción de Paul Simon y Art Garfunkel Mrs. Robinson, tema central de la película, fue reflejo de ello.

      Artistas como The Beatles aprovechaban la muerte del productor que les hizo famosos (Brian Epstain) y que les prohibió incorporar mensajes políticos en sus canciones, para introducir letras pacifistas y de contenido político (Revolution, 1968).

      The Rolling Stones publicaban Beggar’s banquet, (1968), con claros mensajes de llamamiento a la lucha callejera y a la «simpatía por el diablo» en un claro ejercicio de provocación a la clase social conservadora y tradicional.

      Por otro lado, artistas del soul como Aretha Franklin vieron cómo canciones como Respect (1967) se convertían en himnos feministas que revindicaban el respeto a la mujer en una sociedad de hombres.

      CONCLUSIONES

      Mayo del 68 fue la materialización real de los deseos de cambio. Confirmó que la llamada de los artistas a la contracultura y a la modernidad, generada por la juventud que en distintos puntos del mundo decidió salir a la calle y acabar con las estructuras políticas y sociales establecidas, había tenido éxito.

      En este sentido, la música cobró un papel fundamental, ya que se convirtió en el principal transmisor de las diferentes proclamas políticas y de su invitación al movimiento y despertar de las conciencias.

      Está apertura hacia la libertad a través de la música, fue posible gracias a la convergencia entre diferentes focos musicales de reivindicación (festival de Monterrey 1967, Mayo del 68 y Woodstock 1969).

      Un año antes de la famosa revuelta parisina ya comenzó en San Francisco un movimiento de apertura y modernidad que se hizo presente en el festival de Monterrey con artistas que se convertirían en icono del movimiento hippy como Janis Joplin, Jimmy Hendrix o The Who.

      En España, en plena dictadura franquista, la generación de artistas protesta miraba a los autores de los himnos que se coreaban en las calles en Mayo del 68 como el modelo y el referente para liderar un llamamiento a la libertad con sus canciones como principal vehículo transformador de conciencias y conductas.

      No existe un listado único con el que identificar las canciones más influyentes de esos años (antes, durante y después de Mayo del 68), pero sí existe una confirmación de que

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