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el secreto de donde está. Aquello que se sustrae es casi un objeto real, aunque tenga la forma de la vergüenza, de la culpa. Uno mantiene el secreto porque no quiere que los implicados sepan; otra forma posible es la del tesoro, es decir, de algo valioso que el sujeto ha tenido que ocultar.

      La relación con el secreto establece el tipo de acceso y captura a lo que este esconde, que no se puede asimilar exclusivamente a la fórmula de investigación y desciframiento. Yo diría que el secreto es lo contrario del enigma porque está contado desde el que lo hace y no desde el que lo descifra, porque está en un lugar al que hay que acceder, no se trata de tener el baúl, sino de tener la llave que permite acceder a lo que está espacialmente escondido. El criminal es el ejemplo mismo del que guarda un secreto, pero no necesariamente tiene que ser un secreto criminal. En este sentido uno podría decir que la nouvelle tiende a ser un relato policial en suspenso, no porque haya un crimen, sino por la transgresión a la que está ligado el secreto ya sea fuera de la ley o del orden social. La perversión es su forma básica, como se ve en Onetti, es la violencia que reside en el ocultamiento y por eso contradice el orden social que está basado en la transparencia, en la comunicación y en el diálogo. Los relatos de Kafka también son un ejemplo de esto.

      En sí el relato policial tiene solución. En él están todas las pistas que permitirán llegar a ese cuarto cerrado de Los crímenes de la rue Morgue, como metáfora del origen del género. Metáfora del secreto en el sentido de que secreto y secretaire, en ciertas lenguas, refiere a un lugar específico, a un mueble donde hay un cajón cerrado que por un sistema de sinécdoque define al conjunto del mueble. El secreto tiende entonces a asimilarse a una colocación espacial, a un sujeto que lo tiene. Ahora bien: ¿Dónde analizarlo? ¿Dónde analizar la función del secreto en el interior de una historia? Si logramos plantear el lugar que el secreto tiene en la estructura de la nouvelle, encontraremos la forma, definiremos lo específico de esta, si conseguimos definir el modo en que un relato conserva un secreto. Lo que queremos decir es que en cualquier narración puede haber un secreto; en una novela puede haber un secreto, en muchas novelas de Onetti los hay, el problema es que la nouvelle lleva un tratamiento particular, ya que el secreto no es exclusivo de la forma, pero sí es su centro neurálgico. Esa es su especificidad narrativa.

      Vamos a partir de dos hipótesis. Primero de la hipótesis de Shklovski que tiende a decir que el secreto sirve para unir una trama dispersa. Es decir, que la nouvelle se construye a partir de un lugar vacío. ¿A qué remite ese vacío? A algo no narrado, es decir, a una causa o una motivación no explícita y que si se narrara convertiría esa nouvelle en una novela. La nouvelle deja sin explicación la causalidad. Es decir, la idea de Shklovski es que el secreto funciona como un lugar que permite unir personajes, series, fragmentos, en el interior de una historia. Es el carácter del lugar vacío lo que permite que en un relato breve, un relato de cincuenta páginas, puedan acumularse los registros y las capas de una historia como esa, como las que habitualmente se cuentan en las novelas cortas, que giran alrededor de ese secreto que unifica toda la trama sin explicar el motivo último por el cual esa historia se mantiene unida. Porque, como he dicho, si en esa historia todas las causas se explicaran, no sería una novela corta sino una novela.

      Vamos a ver si podemos explicar esto que en principio es un punto de partida, y quiere decir que lo que vincula una historia puede ser algo que no se termina de explicitar pero que funciona como un lugar donde distintas series o tramas de ese relato se unifican. Esta es casi una definición espacial de la función de este elemento. Es como si yo les dijera que en El álbum el objeto que une el relato es el baúl. Como si yo les dijera que las historias de la mujer que están sueltas significan en ese lugar específico y que es en el baúl donde es posible que historias tan inverosímiles estén reunidas. Otro ejemplo podría ser una estación de ferrocarril, un muy buen lugar para empezar una historia porque ahí es posible que la gente se encuentre por azar; que uno en el banco de al lado tenga a alguien. En ese lugar no tengo que motivar el modo en que el personaje se encontró con él, si tuviera que hacerlo, tendría quizás una historia larguísima para ver cómo es que se conocieron, mientras que si está al lado en una estación de ferrocarril se supone que es un lugar de cruce de gente, cruce de destinos, por eso muchos relatos del siglo XIX empezaban en los trenes, empezaban con ese encuentro casual que hacía posible que tramas narrativas diversas convergieran en un lugar sin que se tuviera que desarrollar la razón del encuentro. Tal es el caso de La sonata a Kreutzer, de León Tolstói o El príncipe idiota, de Fiódor Dostoyevski.

      Según Shklovski, el secreto cumple de una manera invisible la misma función, es un lugar de encuentro. Quiero usar algunos ejemplos claros, breves y les voy a leer un texto que está en este libro de Ítalo Calvino que recomiendo siempre, llamado Seis propuestas para el próximo milenio. Ahí hay un relato que Calvino cuenta, dice:

      El emperador Carlomagno se enamoró, siendo ya viejo, de una muchacha alemana. Los nobles de la corte estaban muy preocupados porque el soberano, poseído de ardor amoroso y olvidado de la dignidad real, descuidaba los asuntos del Imperio. Cuando la muchacha murió repentinamente, los dignatarios respiraron aliviados, pero por poco tiempo, porque el amor de Carlomagno no había muerto con ella. El Emperador, que había hecho llevar a su aposento el cadáver embalsamado, no quería separarse de él. El arzobispo Turpín, asustado de esta macabra pasión, sospechó un encantamiento y quiso examinar el cadáver. Escondido debajo de la lengua muerta encontró un anillo con una piedra preciosa. No bien el anillo estuvo en manos de Turpín, Carlomagno se apresuró a dar sepultura al cadáver y volcó su amor en la persona del arzobispo. Para escapar de la embarazosa situación, Turpín arrojó el anillo al lago de Constanza. Carlomagno se enamoró del lago Constanza y no quiso alejarse nunca más de sus orillas.

      Murió melancólico frente al lago. Una historia extraordinaria. Calvino encontró un buen ejemplo de lo que son varias tramas juntas, una trama de amor, de necrofilia, de homosexualidad, todas las series que circulan en esta historia están unidas por un objeto mágico. Es el anillo lo que hace verosímil y posible que estas historias funcionen reunidas. Hay que imaginar un lugar donde el anillo existe como secreto; ese sería, digamos, el ejemplo de lo que quiero decir cuando me refiero a que hay algo, casi como ese círculo hueco del anillo, que incluso puede no ser un objeto, que unifica personajes, tramas y relaciones en un texto. Y aparte de la imagen extraordinaria del arzobispo que hace ese gesto fantástico de meter el dedo debajo de la lengua. Es así como se llega al descubrimiento del secreto. Les ponía, entonces, este ejemplo para que vean cómo un objeto unifica una serie. Si no estuviera el anillo sería muy difícil contarlo. Habría que escribir una novela para contar cómo el rey pasó de una historia de amor con la muchacha a la muchacha muerta (la historia de la muchacha muerta), a enamorarse del arzobispo y después terminar melancólicamente frente al lago.

      Entonces aquí, para Shklovski, el secreto funciona como un elemento de la intriga. Es un elemento que está asociado con los problemas básicos de la intriga y de la trama, del plot, es decir, de la motivación y de la causalidad, que son las principales cuestiones para un narrador. En principio habría una primera función a la que tenemos que estar siempre atentos, que tendría que ver con el secreto como algo que cristaliza la trama.

      Auerbach tiene una serie de hipótesis sobre la nouvelle fundadas, básicamente, en una postulación sobre la novela corta como un relato con marco. Un relato donde hay una escena de narración previa, que prepara el desarrollo de la historia que viene. Para Auerbach el secreto se constituye como una relación interna al marco, o sea, al que narra. El secreto, para Auerbach, tiene que ser buscado no exclusivamente en la intriga, sino en su narrador. Lo que sostiene Auerbach es que la relación del sujeto o de los sujetos que narran con la historia que están narrando está en penumbras. Dice Auerbach, textual, “si fueran claras [las relaciones] no se trataría de un marco sino de un relato autónomo”; por lo tanto, para Auerbach, el secreto está localizado, es una cuestión del narrador y de sus aliados. Es algo con lo cual se enfrenta el que narra la historia en el interior de un relato.

      El secreto estaría ligado a aquello que sabe el que narra. Les voy a poner un ejemplo también, en la misma línea de estos pequeños relatos, que me parece que en la trama condensa la cuestión, es un germen de una historia que cuenta Ingmar Bergman en Imágenes. El cineasta

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