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citas textuales, interpretaciones ingeniosas o críticas eruditas, pero él demandaba otra cosa. Veía en ese ejercicio la posibilidad de la construcción de un nuevo texto, casi a manera de traducción, donde el narrador elige una vía, reordena los hechos y apuesta a una escritura inédita. Entender es volver a narrar, se le escucha decir más de una vez. Para Ricardo Piglia, la historia perdida que da lugar a un relato potencial es la definición más pura de la forma nouvelle. La búsqueda de esa proliferación narrativa y sus efectos es un generoso acto que destella a lo largo de todo el seminario.

      Encaramos juntos seis de las nueve clases que conforman el curso. Concluí la edición de las sesiones pendientes, siguiendo un procedimiento similar al que establecimos desde el comienzo. En todas las lecciones fueron omitidas las repeticiones y digresiones propias de la oralidad y el contenido ha sido reordenado lo mínimo indispensable, procurando una versión autónoma que mantuviera el tono y el ritmo de la exposición original. Cuando lo consideré pertinente, no omití la reconstrucción y el esclarecimiento de los fragmentos citados por el autor. Cualquier error en el ordenamiento o en la transcripción de las grabaciones es solo mío.

      LUISA FERNÁNDEZ

      Tlalpan (México), julio de 2018

      PRIMERA CLASE

       28 DE AGOSTO DE 1995

      En este seminario vamos a discutir básicamente tres cuestiones: por un lado, las relaciones del secreto y la narración; por otro lado, vamos a rastrear esta cuestión en los textos de Onetti que hemos destinado para leer y, finalmente, discutiremos estos problemas en función de la forma indecisa llamada con el nombre francés nouvelle, que no tiene una traducción directa al español, por lo tanto vamos a usar el término “novela corta”, aunque quizá no sea el más apropiado, pero los utilizaremos de forma indistinta para explorar las diversas hipótesis que se han generado alrededor de esta forma.

      Trataremos de discutir estas cuestiones en relación con dos problemas. Primero, vamos a leer una tradición formal de la narración, la definición de una forma específica de narración, a la que en principio debemos diferenciar del cuento, por un lado, y de la novela, por el otro. Habitualmente la nouvelle es definida en términos de extensión o cantidad de páginas; es una definición muy primaria. Se supone que una novela corta es un texto que tiene entre cincuenta y ochenta páginas, hasta ciento veinte. Nos vamos a centrar en la definición de un objeto muy incierto en sus características, pero vamos a ver si podemos definir este género como una tradición formal específica que está ligada a la estructura del secreto y que encuentra en Onetti a uno de sus representantes más notables. También vamos a discutir, a partir de los trabajos de Onetti, una tradición ideológica de la narración, cierta mirada que yo llamaría “política” sobre la sociedad y que está presente en la forma del secreto. El secreto es para nosotros un elemento formal y temático en un texto; presenta la particularidad de ser un dato del análisis que no puede ser asimilado directamente ni a un problema de la forma de la narración, ni a una cuestión temática del contenido, sino que está en un lugar que nosotros vamos a analizar, que permite unificar esta doble problemática. Este es, entonces, el plan de trabajo de este seminario. Vamos a empezar por investigar la relación de Onetti con la nouvelle.

      Decíamos que el primer problema que surge cuando hablamos de la novela corta es el de la duración: hasta dónde la extensión de un relato afecta la disposición de los hechos que se narran. Esto es, de qué manera la duración de una historia supone un tipo particular de anécdota. O sea, qué relación tenemos que establecer entre la duración de un relato y el argumento que cuenta. De este modo existirían historias específicas para los cuentos, anécdotas para la nouvelle y argumentos para las novelas, pues no cualquier tema puede ser sometido al mismo tratamiento. Esta sería la primera incógnita que nosotros nos vamos a plantear.

      Onetti es un escritor excepcional en relación a este problema, porque ha escrito textos extraordinarios en el género nouvelle, como Los adioses o Para una tumba sin nombre. Pero también porque permite discutir este tema de la duración de la historia en términos de lo que es el conjunto de su obra. Como ustedes saben, en una tradición iniciada por William Faulkner, Onetti retoma ciertos personajes y ciertas historias localizadas en un territorio imaginario; vuelve a contar algunos fragmentos en una suerte de saga que construye alrededor de la ciudad irreal de Santa María, y por lo tanto trabaja todas las distancias narrativas.

      En la saga de Santa María encontramos muchos relatos, historias fugaces y rapidísimas, que se cuentan en el interior de un texto y que se retoman y amplían en otro relato. Fragmentos de historias que nunca se desarrollan, personajes que se van construyendo paralelamente a su función en relatos particulares y van adquiriendo determinados tipos de características y biografías. Por ejemplo, uno de los personajes con el que nos vamos a encontrar a menudo es Jorge Malabia, figura central de Para una tumba sin nombre, ese adolescente que tiene un aire a Stephen Dedalus, el personaje de James Joyce, que tiene cierto parentesco con Quentin Compson, de Faulkner. El joven aspirante a poeta que cultiva una mirada sarcástica en relación con la sociedad y con ciertos valores materiales aparece en un relato de 1953 que se llama El álbum, donde las historias imaginarias y fantásticas que cuenta una mujer resultan ser reales, o mejor, verdaderas. Un baúl donde está el álbum es la clave del relato. Jorge Malabia empeña el reloj de su hermano muerto para rescatar el baúl que la mujer ha dejado como seña al irse sin pagar la cuenta del hotel. Malabia rescata el baúl, paga la cuenta y descubre el álbum que certifica la verdad de la historia que narra la mujer. Como vamos a ver en este curso, la ambivalencia entre ficción y realidad, entre lo imaginario y lo real, es un tema básico en Onetti.

      En Para una tumba sin nombre se cuenta una historia que ya está insinuada en la novela Juntacadáveres, del año 1964. Como ustedes recordarán, está por un lado la historia de Larsen y, por otro, la historia de Jorge Malabia, y una serie de enredos que hay con la mujer de su hermano muerto. También aparece Jorge Malabia en La muerte y la niña, otro de los relatos que vamos a trabajar. Es un procedimiento por el cual un personaje a lo largo de los años va apareciendo en textos distintos con una cronología que, a menudo, altera la temporalidad de la ficción; por ejemplo, en Para una tumba sin nombre se cuentan historias que se explican solo si uno lee Juntacadáveres, que es una novela que se publica cinco años después. Con esto les quiero decir que este sistema de fragmentación de una historia, de contarla con una cronología propia, forma parte también de la problemática de la distancia narrativa, del modo en que se concluye o se retoma una misma historia; son todas cuestiones que tienen que ver con cómo establecer un límite para definir la duración de una historia y la pertinencia de su extensión. En este sentido la saga de Santa María está formada por cuentos, por fragmentos de novelas, por relatos vueltos a contar.

      Este conjunto de textos, y fundamentalmente El astillero y Juntacadáveres, van a armar un contexto interno para la discusión de los relatos que nosotros nos hemos propuesto considerar aquí, los libros seleccionados en función de su pertenencia al género nouvelle. Esos textos que hemos propuesto tampoco están definidos en un sentido estricto respecto del género nouvelle o novela corta. Por ejemplo, existen volúmenes de cuentos completos donde se incluye La muerte y la niña como si fuera un cuento, de modo que esta imprecisión respecto de cuándo estamos hablando de cuento y cuándo de nouvelle o novela corta también tiene que ver con el modo en el que se han organizado los textos de Onetti y con el modo en el que se han editado en distintos lugares, a veces colocados bajo el marco de cuento.1

      Por lo tanto, el criterio que yo he usado para constituir nuestro corpus de trabajo no ha sido solamente el de la duración de los relatos, sino también el hecho de que en todos los casos fueron publicados por Onetti como libros autónomos: El pozo, La cara de la desgracia, Los adioses, Para una tumba sin nombre, Tan triste como ella, La muerte y la niña y Cuando

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