Скачать книгу

redondo, que sus piernas eran torneadas, que si la piel de sus pechos sería como el tacto de la seda… —Akim seguía mofándose.

      —No he sido yo solo, vosotros también. Ellos —dijo centrando su atención solo en mí—. Él dijo —miró de reojo a Akim— que no se lo pensaría dos veces antes de tirársela si no fuera por miedo a que tú le arrancases la cabeza, y Feodor dijo que eras un cabrón con mucha suerte, que follar con Babette era su fantasía sexual desde que la vio por primera vez en no sé dónde.

      Ambos se quedaron con la boca abierta, no se esperaban que su amigo confesara con palabras textuales los pensamientos morbosos que tenían con mi ex. Los tres tragaron con fuerza al ver mi mirada tornarse oscura y mi rostro contraerse.

      —¡Vaya! Mis hombres teniendo pensamientos de lo más guarros con mi ex. —Odiaba esa puta palabra.

      —Mikhail, sabes que nunca intentaríamos nada con ella —se defendió Feodor; ya no se reían, de hecho, los dos adquirieron el color de su compañero.

      —La chica es muy guapa, simplemente lo comentábamos. Su belleza no es común y a todos nos cautiva —explicó Pashenka con sinceridad—. Nunca intentaría nada con ella.

      —Es verdad, Miki, no lo haríamos. No intentaríamos nada con Babette, a no ser, claro, que a ti no te importase. —Sabía por qué Akim decía eso; con las otras tías, nunca me había importado que se acostasen. Me traía sin cuidado a quién se tirasen, me la hubiera follado yo antes o no. Lejos estaba de lo que sentía en ese momento, de lo que sentiría si alguno osase ponerle una mano encima.

      —Me importa —aseguré—. Ella seguirá siendo mía, siempre. No quiero que ninguno se atreva ni siquiera a pensar en ella, o le arrancaré la cabeza. ¿Ha quedado claro?

      —Clarísimo. —Feodor respondió y los otros dos asintieron enérgicamente.

      —Como la seda —añadió Pashenka.

      —Respira, Pashenka, o te matarás tú mismo. —Sin duda, era el que más peligro corría de sufrir un infarto.

      —Es una chica muy especial, entiendo que os sintáis atraídos por ella —observé para relajar el ambiente y comprobar si había sido claro.

      —Es tuya —respondieron los tres a la vez. Había quedado más que claro, cristalino.

      Cerré los ojos en señal de asentimiento y me bebí el vodka de un trago. ¡Vaya mentira! ¡Vaya puta mentira! Maldita Babette, Dabria o como coño se llamase. Me había jodido la vida. No podía pensar en estar con ella, y mucho menos podía pensar en estar sin ella. ¿En qué coño me había convertido? «Apúrate, Miki. Estás hecho una piltrafa. Tú la odias. Odio, odio y odio».

      El abuelo subió al avión apenas la máquina se posó en el aeropuerto. Levantó la mano para saludarnos; todavía seguíamos al fondo, excepto mi padre. Que sabe él si despertó con la llegada de su padre o no. Me levanté y comprobé que mi progenitor dormía, así que me senté un par de asientos alejado de él con mi abuelo.

      —¿Cómo estás, Miki? —me preguntó.

      —La verdad es que creo que es un plan pésimo, aunque si conseguimos algo de esta manera, les pediré disculpas a tus hijos.

      —No, Miki. —Negó con la cabeza y sonrió con tristeza—. Antes de nada, quiero saber cómo estás tú, mi nieto.

      —Ya. Te refieres a Babette. —No había sido una pregunta. No había visto a mi abuelo después de lo ocurrido, por tanto, se merecía una explicación sincera. Al fin y al cabo, él escuchaba y aconsejaba, no juzgaba—. Nunca había estado tan mal. No creí llegar a amar a nadie de esa forma, fue como un halo de felicidad que se evaporó en mis narices dejando una espesa bruma de dolor.

      —¿Y qué sientes ahora? ¿Qué crees que deberías hacer? ¿Todavía sientes ese dolor?

      —¡Oh, sí! Forma parte de mí. Intento alejarlo y pensar en otras cosas, sentir algo más. Transformar todo ese dolor en odio.

      —El odio no es un sentimiento que te vaya a hacer feliz. —Mi abuelo examinaba todas mis reacciones.

      —Nada me hará feliz ahora, abuelo. El odio es lo que me mantendrá a flote, será mi timón y mis remos para no naufragar.

      —Todo es muy reciente. Estabas enamorado y te ha traicionado. Te ha mentido y ha jugado contigo como con una marioneta; sin embargo, ¿estás seguro de que ella no te ama? ¿Estás seguro de que ha fingido todo? Porque, si en realidad es todo parte de un plan, debo confesar que la creí ciegamente y que nunca he visto tanto amor en una mirada como en la de esa chica cuando te miraba a ti.

      Конец ознакомительного фрагмента.

      Текст предоставлен ООО «ЛитРес».

      Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.

      Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.

/9j/4AAQSkZJRgABAQEAYABgAAD//gAhR2VuZXJhdGVkIGNvdmVyOiBjYWxpYnJlIDMuNDcuMf/b AEMAAwICAwICAwMDAwQDAwQFCAUFBAQFCgcHBggMCgwMCwoLCw0OEhANDhEOCwsQFhARExQVFRUM DxcYFhQYEhQVFP/bAEMBAwQEBQQFCQUFCRQNCw0UFBQUFBQUFBQUFBQUFBQUFBQUFBQUFBQUFBQU FBQUFBQUFBQUFBQUFBQUFBQUFBQUFP/AABEIBkAEsAMBIgACEQEDEQH/xAAfAAABBQEBAQEBAQAA AAAAAAAAAQIDBAUGBwgJCgv/xAC1EAACAQMDAgQDBQUEBAAAAX0BAgMABBEFEiExQQYTUWEHInEU MoGRoQgjQrHBFVLR8CQzYnKCCQoWFxgZGiUmJygpKjQ1Njc4OTpDREVGR0hJSlNUVVZXWFlaY2Rl ZmdoaWpzdHV2d3h5eoOEhYaHiImKkpOUlZaXmJmaoqOkpaanqKmqsrO0tba3uLm6wsPExcbHyMnK 0tPU1dbX2Nna4eLj5OXm5+jp6vHy8/T19vf4+fr/xAAfAQADAQEBAQEBAQEBAAAAAAAAAQIDBAUG BwgJCgv/xAC1EQACAQIEBAMEBwUEBAABAncAAQIDEQQFITEGEkFRB2FxEyIygQgUQpGhscEJIzNS 8BVictEKFiQ04SXxFxgZGiYnKCkqNTY3ODk6Q0RFRkdISUpTVFVWV1hZWmNkZWZnaGlqc3R1dnd4 eXqCg4SFhoeIiYqSk5SVlpeYmZqio6Slpqeoqaqys7S1tre4ubrCw8TFxsfIycrS09TV1tfY2dri 4+Tl5ufo6ery8/T19vf4+fr/2gAMAwEAAhEDEQA/AP0lopuTRk11nnjqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKb k0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZN ADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqK bk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0Z NADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADq Kbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0 ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNAD qKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk 0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNA DqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNADqKbk0ZNABRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN3U bqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN 3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1 FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6g B1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G 6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd 1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdR Td1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoA dRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRuoAdRTd1G6gB1FN3UbqAHUU3dRu oASik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuo AWik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoA Wik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAW ik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWi k3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWik 3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWik3 UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWik3UbqAFopN1G6gBaKTdRuoAWik3U bqAFopN1G6gBaKTdR

Скачать книгу