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      El primer año usted recibía de los campesinos que ya estaban en la frontera que iba la colonización yuca, plátano, pie de cría en aves, en cerdos no vieron esas condiciones siempre, y luego, semillas de ese mismo producto para que usted sembrara donde estaba. La solidaridad que se merecía el compañero que llegaba, el espíritu de la solidaridad, es uno de los tantos temas del criterio, y al año, en la asamblea siguiente usted ya con un año de convivir con esta colonización tenía derechos a decidir si se quedaba o se iba. Si en ese año decidía que me quedo estaba totalmente comprometido con el criterio, y ya el criterio tenía el decir que un objetivo en común para la región era que yo no solo iba a trabajar por el bienestar de mi familia y mi patrimonio, sino iba a comprometerme con la lucha por el territorio y la defensa del mismo. Ese es el criterio, independiente de [...] la forma de pensar de la persona, ahí no tenía que ver, yo podía venir a desplazado, podía haber sido liberal, conservador, bueno, casos sucedieron (León, D. Entrevista 20 con líder de la ACVC. 25 de febrero, 2017).

      Desde aquí hacia afuera y empezamos: cooperativa, comités de tierra y juntas de acción comunal

      Después de 1982, las relaciones de cercanía entre los colonos se fueron asumiendo como un «criterio» fundamental para fomentar un proceso colonizador dirigido a fortalecer el territorio, siempre con un compromiso de amor por la tierra; por lo tanto, los líderes buscaban estrategias adecuadas para que los recién llegados permaneciesen en los lugares colonizados: cultivar la tierra. Muchos de los que habían llegado a la zona habían pasado por el ciclo «migración-colonización-conflicto-migración» (Fajardo, 2015, p. 7), dejando atrás tierras, familia, amigos, trabajo y proyectos, para tener que hacerlo una vez más, al poco tiempo de haberse establecido en otro lugar. Ante esta experiencia, se dieron nuevas relaciones, actividades y un proceso organizativo que buscó transformar la realidad y construir un orden deseado. La capacidad de los campesinos residió en mantenerse con lo básico —es decir, colonizar y «producir para el consumo familiar y el de sus animales domésticos»—, pero, además, crear una expectativa colectiva frente a la colonización.

      Así en 1985, entre las capacidades y las habilidades de los colonos fue tomando fuerza la idea de convertir Puerto Nuevo Ité no solo como foco de entrada y salida de colonos, sino también en la sede de una cooperativa:

      … ya estamos en esta región Puerto Nuevo Ité, la cooperativa, concretamente ahí: todo baldío; pero sobre el río ya teníamos asentamiento, empezaron entonces una serie de ideas que empezaron a concertarse ya por medio del Partido, y ya empieza a plantearse desde la orientación del Partido Comunista una realidad, que quizás es la que no logramos concretar antes, y se crea entonces la posibilidad de empezar a crear una economía propia y así surge entonces la Cooperativa de Pequeños y Medianos Agricultores, Coopemantioquia [...]. Esa iniciativa que trabajaron los que estaban aquí porque cuando llegamos al río los que venimos de Berrío, ya hay algunos que están ahí sin mucha organización, entre otras muy pocos [...] nosotros veníamos desplazados en esos dos años. La gente está aquí tratando de reagruparse, tienen miedo por lo que nos está pasando y no les está pasando a ellos todavía, todavía en ese momento no, se sentían igual como nosotros estábamos allá, tranquilos, solo trabajando; pero cuando escuchan todo lo que se escucha y lo que se conoce, las masacres y todo, llegamos nosotros a contarles y a decirles lo que venimos viviendo y dicen: ¡no joda! Entonces empezamos a organizarnos con ese fin, entonces todo mundo circuló, mejor dicho, se comprometió y empezó a circular alrededor de la economía: la cooperativa (León, D. Entrevista 20 con líder de la ACVC. 25 de febrero, 2017).

      Puerto Nuevo Ité y la cooperativa se convirtieron en un referente político, económico y organizativo. En torno a la cooperativa se fortaleció un grupo importante de líderes, algunos militantes del Partido Comunista y otros que venían desplazados de zonas liberales o conservadoras, quienes en asambleas de socios de base fueron construyendo los propósitos de las zonas de colonización. Como parte de esta estrategia organizativa, la cooperativa económicamente buscó atender el problema de los intermediarios, la comercialización de madera, oro y el suministro de alimentos, medicinas e insumos.

      Los comités de tierra en algunos casos surgieron antes de las juntas de acción comunal. Su importancia, según los propios colonos, fue facilitar la creación de acuerdos comunitarios sobre «alinderamiento» de las tierras colonizadas, tamaño de los terrenos para las familias; reglas para el aprovechamiento de los recursos naturales y ubicación de tierras baldías disponibles. Los comités jugaron un papel fundamental en la distribución de tierras para los colonos en las zonas rurales de los municipios de Yondó, Remedios, Cantagallo, la parte media del nordeste de Antioquia y en menor proporción en San Pablo, entre 1988 y 1993.

      En cuanto a las juntas de acción comunal, su historia desde los años sesenta está presente en la memoria de los colonos. Su doble carácter de asociación comunitaria e institucional facilitó la reconstitución de las comunidades y la posibilidad de una relación más directa entre las demandas específicas del territorio y las administraciones públicas (Londoño, 1997). Fue a través de sus líderes que se crearon redes de vínculos sociales y políticos con los que se canalizaban ayudas y se negociaba para trabajar en las veredas. Las juntas son consideradas como una «herramienta», un derecho y «una representación legal» para gestionar proyectos y «recursos para el beneficio social de las comunidades». En la práctica las juntas de acción comunal, ante las condiciones en el territorio y la ausencia del estado, potencializaron colectivamente una serie de tareas y acuerdos, es decir:

      Primero que todo el abandono estatal: aquí había, y hay que decirlo, todavía hasta hace poco seguía habiendo presencia del Estado; pero en lo que tenía que ver en la parte bélica de conflicto y de guerra. Entonces [en] esta región, cuando nosotros llegamos, no había profesores, no había escuelas, no había carreteras, no había puestos de salud, no había nada. Desde las juntas de acciones comunales pagábamos los profesores, desde las juntas de acciones comunales montábamos un botiquín, desde las juntas de acciones comunales construíamos una escuelita para que los niños estudiaran y en ese orden y desde las juntas de acciones comunales le hacíamos mantenimiento a los caminos para transitar la gente y caminos de herradura y el mantenimiento al río como medio de transporte, que era la único que teníamos (Pedraza, A. Entrevista 26 con líder de la ACVC. 25 de febrero, 2018).

      Desde estos espacios surgieron los socios que dieron vida a la Cooperativa en 1985. Además de la junta de Puerto Nuevo Ité se sumaron las de las veredas de Ojos Claros, Dos Quebradas, Campo Bijao, Caño Tigre, Camelias y La Congoja, entre otras. Su participación se tradujo en un aumento de socios y la creación de tres nuevas sedes en el sitio de La Congoja (1989), en el casco urbano de Remedios y Yondó. Productos como maíz, arroz, cerdos, oro y madera eran comercializados en los mercados de Medellín y Barrancabermeja, y con ello se accedió a productos como la panela, aceite, jabón, alambre, herramientas e inyecciones antitetánicas.

      Sin embargo, después de 1989 hasta 1996 la cooperativa fue objeto de cinco ataques por parte del ejército y de los grupos paramilitares (ver capítulo 2). Situaciones que afectaron a las comunidades, pero no destruyeron los desafíos que se venían planteando desde sus asambleas; entre ellos, la defensa del territorio y su economía, una organización más amplia que «empezara a hacer la lucha legal», continuar con la colonización y su delimitación. Es decir, la colonización con un propósito.

      … nosotros duramos organizaditos con la Cooperativa en el 85, 86, 87, 88. Ya en el 89 lo que viene es la aplanadora contra cooperativa y no solo la madre sede, sino también sucursal: Congoja, que ya era una cooperativa que abastecía hasta esa zona de Berrío [...] los mismos ricos compraban ahí y entonces impactan a todo el mundo y la gente empieza a tomar como bandera de lucha de mantener su economía. Entonces se convierte en una cosa más estructurada, una bandera colectiva de lucha conjunta por mantener una economía a cuestas de lo que se diera de lo que costara, si era la misma vida; pero era su economía y la defensa del territorio. Entonces empiezan las masacres ya en esa década, ya entrada la década de los noventa y efectivamente en esos comienzos de los noventa, que fueron tan duros, fue ya en estas regiones que empieza una serie de masacres, una serie de arremetidas de controles de militares con presencia paramilitar (León, D. Entrevista 20 con líder de la ACVC. 25 de febrero, 2017).

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