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que permitan el disfrute de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de los habitantes (Mesa Regional Permanente de Trabajo por la Paz del Magdalena Medio, 1999). En ese sentido, encarna nuevos valores humanos y naturales que permitan armonizar las transformaciones de las estructuras productivas con sentido de equidad distributiva, responsabilidad ecológica e identidad cultural regional (Asociación Campesina del valle del río Cimitarra, 2004).

      Estos dos elementos, río y desarrollo, desde el carácter de las comunidades campesinas involucran historias comunes, tanto en la interacción con los ecosistemas como en la relación entre las mismas comunidades y de estas con otros actores. En ese sentido, la memoria abre la posibilidad de documentar esa forma de pensar que tienen los miembros de la ACVC con respecto a ese proceso de construcción de región.

      a) «Seguimos siendo colonos por naturaleza». Las regiones se construyen tanto desde abajo (desde las interacciones de los pobladores con los ecosistemas, la creación de identidades ligadas a la tierra, entre otros aspectos) como desde arriba (como herramienta de gobierno y administración). Para la ACVC, la declaratoria de zona de reserva forestal del río Magdalena (Ley 2 de 1959) se dio con procesos de colonización en curso y otros que todavía no habían comenzado. A ello se suman otras actividades como la explotación de madera, minería y ganadería que, en su conjunto, superaban las condiciones legales de un título de propiedad. En ese sentido, debido a esa condición de ley segunda, la ACVC recuperó como organización campesina el uso y acceso a la tierra de forma colectiva. Es decir, un carácter plural del territorio resultado de la relación construida por los colonos, que en la práctica consistió en un conjunto de reglas y acuerdos que determinan los medios de acceder a los recursos;

      [...] yo sigo ahí todavía en los años sesenta, todavía estaba yo ahí por esos lados, en ese comité de parceleros y entonces nació la ley forestal, en el año cincuenta y nueve, y entonces eso nos llamó la atención, que ahí era como otro cambio [...] pero no lo entendíamos, de qué era eso, ¿cierto? Pero lo sentimos y fue tan duro que nosotros no teníamos estudio; pero fue tan duro porque vimos que no teníamos opción algún día de meternos como parceleros, digamos a reclamar los derechos, porque lo habían cogido prácticamente, era gente de organizaciones muy grandes y de mucha plata, y nosotros no podíamos competir con ellos. Entonces de esa manera pues fue la ley forestal, fue una vaina hecha legalmente, pero no fue legítima con las comunidades, y entonces esa es la problemática que tenemos hoy día, entonces ahí fue donde nació esa y empezó ya a organizarse una vaina diferente. No tenemos el reconocimiento de la tierra ni mucho menos los títulos, porque en ley segunda lógicamente el Estado no puede titular [...] de ahí que todas las parcelas ya hablando de la parcela de mi patrimonio familiar es igual que el patrimonio de todos los compañeros, y una vez estábamos colonizando terreno sobre la zona de ley segunda, pues efectivamente todos los patrimonios o todas las adjudicaciones de tierras son relacionadas a la decisión agraria y tienen pues un criterio establecido para la colonización. De esa manera puedo decir que [...] las parcelas tienen todas un mismo significado para el beneficiario en mayor o menor proporción de acuerdo con los recursos naturales. En ejemplos, si en los sectores hay más maderas, en los bosques, en los otros, puede haber contado si había una mina de oro o existió o puede existir, pero cosa que no se hace como con una decisión ya de recursos probados, sino que la tierra sea apta para producción, que tenga agua, y que la cantidad del terreno sea igual o equitativa más o menos, un poco de búsqueda en eso de que yo no tenga dos terrenos en uno, dos derechos no, un derecho igual , sin ningún tipo de GPS ni ningún tipo de medición o cálculo a la simple vista, pero acorde o concertada con las personas [...] hoy estamos es en un proceso de tres décadas, de las cuales le estoy hablando en una zona de ley segunda, pero que no está sustituida, sigue siendo ley segunda, seguimos siendo colonos por naturaleza (GPAD, Taller colectivo 47, con fundadores de la ACVC, 2017).

      En esa década, las FARC-EP habían empezado a definir una dinámica política en la región, como consecuencia de los diálogos de paz con el presidente Belisario Betancur (1982-86) y, por otro lado, el liderazgo del Partido Comunista y la influencia de la Unión Patriótica en la región dieron pie para la reacción armada por parte de los nacientes grupos paramilitares, en un contexto estratégico de lucha contrainsurgente y de «tierra arrasada». En efecto, los paramilitares surgieron en la región del Magdalena Medio en la década de los ochenta. Proyecto político, social y económico que arrastró alianzas e intereses entre elites locales, hacendados y narcotraficantes y las fuerzas militares. Para el Centro de Investigación y Educación Popular (1997) existieron dos tipos de paramilitarismo. El primero surgió en el municipio de Puerto Boyacá en la década de los setenta, y su máximo desarrollo se dio con la formulación del proyecto político del Movimiento de Reconstrucción Nacional (Morena) y la Asociación Campesina de Ganaderos y Agricultores del Magdalena Medio (Acdegam). Después de ajustes y de una guerra interna Morena se disolvió para crear el Movimiento Liberal Democrático y Popular del Magdalena Medio como parte del Partido Liberal. Aunque el proyecto de Morena y el MLDPMM no prosperó, dos fueron sus principales herederos: Ramón Isaza en el Magdalena Medio antioqueño, con vocación defensiva y preventiva, y el Bloque Central Bolívar, que se reclamó heredero del pensamiento político de Pablo Guarín, líder del movimiento Morena, manteniéndose a la ofensiva y extensión territorial (Ureña, 2010).

      El segundo tipo de paramilitarismo surgió con dos focos. En el sur del Cesar los paramilitares tenían como propósito una ofensiva contra las guerrillas del ELN y en menor medida contra las FARC-EP. Acciones que contaron con el apoyo de ganaderos, terratenientes y de empresarios de palma africana de San Alberto y Puerto Wilches. Por otro lado, y de manera simultánea, otro foco de paramilitares surgió en el municipio de San Vicente de Chucurí, Santander, en los años ochenta. La particularidad de este paramilitarismo estuvo marcada por un fuerte apoyo de las Fuerzas Militares y la creación de cooperativas de seguridad.

      Los enfrentamientos entre ejército, guerrillas y paramilitares desde la década de los ochenta introdujeron un margen de inseguridad sobre cientos de familias de campesinas y colonas en la región. En el caso del valle del río Cimitarra se recuerdan las humillaciones que el ejército cometía con los colonos, exigiendo salvoconductos para entrar o salir de la zona, la construcción de bases militares a orillas de los caminos y bloqueos económicos.

      Nosotros nos dábamos cuenta de lo que estaba pasando en otras partes también por el encuentro de ellos con el ejército y con la guerrilla, lo cierto es que la situación se puso tan grave que entraron operativos hasta todo este territorio, lo que pertenecía a Yondó, pero ya pura selva y por la parte de encima también y gente que estaba entrando por Puerto Berrío a un punto que se llama La India, que es lo que es hoy día Campo Bijao, y la Cooperativa los obligaba que tenían que ir a presentarse a la base militar de Las Lomas, esa cosa era muy injusta, había gente que iba y se presentaba y se venían, y apenas daban una vueltica en la casa del otro, ya vuelva y arranque pa allá, pa darle cumplimiento a eso, es un atropello, y eso es una cosa muy humillante (León, D. Entrevista 4 con líder de la ACVC. 5 de septiembre, 2017).

      A su vez, la presencia de las guerrillas del ELN, FARC-EP, m19 planteó en el interior de los focos de colonización la disyuntiva de permanecer en el territorio o hacer parte la lucha armada. Aunque algunas juntas de acción comunal y sus líderes apoyaron o hicieron parte de la Unión Patriótica, con la llegada de los paramilitares se produjo una arremetida violenta contra esa base social y sus proyectos.

      Fue entonces que la experiencia vivida en la zona rural por más de 15 años (1980-1998) marcó la forma de ver el conflicto. Los campesinos que hacían parte de la recién creada ACVC junto con otros actores propusieron en el ámbito regional en 1999 «la necesidad

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