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Yuri le encantaba estudiar los cultos chamánicos en la cátedra de etnografía, y al mismo tiempo trataba de entender la escritura maya. Tolstóv y Tókarev estaban muy contentos con este estudiante prometedor; cada uno soñaba con incorporarlo en el desarrollo de sus propios «proyectos», como se diría ahora. A Tolstóv, Knórosov le parecía aceptable en cualquier tipo de temas: fuera chamanismo o estudios americanistas, que era una nueva área apenas creada por él en el Instituto de Etnografía.

      Hay que tomar en cuenta que la Biblioteca Estatal Lenin (la principal biblioteca nacional), con sus enormes fondos, se encontraba en aquellos tiempos muy cerca de la Facultad de Historia, a cinco minutos de camino. La literatura necesaria estaba también en los fondos del Instituto de Etnografía, donde el asesor de Knórosov, Serguei Tókarev, encabezaba el área de estudios americanistas y podía solicitar cualquier publicación necesaria, como se acostumbraba hacer en la Academia de Ciencias. Además, el importante trabajo de Schellhas relativo a mitología y lectura de jeroglíficos con las denominaciones de los dioses mayas (Representation of Deities of the Maya Manuscript), publicado en Estados Unidos en 1904, se volvió a publicar repetidamente.

      Pero ¿cómo había llegado la publicación hasta el estudiante? Lo más probable es que el mismo Tókarev se lo diera a Yuri. Precisamente a este tiempo se remonta la historia oficial relativa a la pregunta que posteriormente le hacían siempre a Knórosov: ¿Cómo se había animado a dedicarse al desciframiento maya? Yuri Valentínovich me explicó que todo se decidió prácticamente «en una apuesta».

      De cualquier forma, en 1945 llegó a las manos de Knórosov el artículo recién publicado del investigador alemán Paul Schellhas, titulado «El desciframiento de la escritura maya: un problema sin solución». Según la versión del periodista Agranovski, que tras la famosa defensa publicó su ensayo «Los felices», donde se contaba del descubrimiento de Knórosov, fue Tókarev quien le dio el artículo a Yuri.

      —¿Vio? ¿Leyó? –preguntó el profesor Tókarev, agitando la revista extranjera recién recibida.

      —No, Serguei Aleksándrovich, no vi –contestó Knórosov.

      —¡Mira qué es lo que está escrito aquí!

      No cabe duda de que entre Tókarev y Knórosov tenía que haber sucedido algún tipo de conversación sobre el desciframiento de la escritura maya. En primer lugar, porque Yuri ya estudiaba a los mayas, y por eso mismo Tókarev le llevó a él, un simple estudiante, el artículo extranjero recién publicado. Es probable que Tókarev quisiera demostrar que este tema ya estaba definitivamente «cerrado». Además, responder a un famoso científico no le tocaba a un estudiante desconocido. Se suponía que, por el estatus, eso le correspondía a un científico realizado, un investigador del instituto académico. Es evidente que Knórosov, quien hacía tiempo ya se había sumergido en los estudios de la escritura maya, tomó las palabras de su asesor como un desafío o estímulo personal: contestaremos a Schellhas y descifraremos la escritura. Entonces, en aquel glorioso 1945, se hizo una especie de apuesta sobre el desciframiento de la escritura maya. Knórosov estaba convencido de que Tókarev no creía en él y que hacía todo solo por hacer rabiar a Tolstóv, a quien «detestaba».

      En todo caso, el artículo alemán de alguna manera puso de relieve sus propios planes científicos. Incluso Yuri dejó durante un tiempo los estudios de prácticas chamánicas para responder al desafío de Schellhas: «¿Cómo que este problema no tiene solución? Lo que fue creado por una mente humana tiene que ser entendido por otra mente humana. ¡Desde este punto de vista, no existen problemas que no tengan solución y no pueden existir en ninguna de las áreas de la ciencia!». Esta postura, que mantuvo durante toda su vida, Knórosov la expresó también en 1996, en aquella entrevista para una película mexicana.

      No hay duda de que Yuri revisó meticulosamente los catálogos de todas las bibliotecas de Moscú para encontrar la literatura necesaria. Probablemente este era el primer paso para responder al desafío de Schellhas.

      Sea como sea, en agosto de 1948, cuando Tókarev escribe un perfil personal de Knórosov para su primer intento de entrar al doctorado él ya menciona un gran avance en el desciframiento de la escritura maya y la traducción de la Relación de las cosas de Yucatán, de fray Diego de Landa.

      Los «compañeros» y los gentlemans no estaban para nada sorprendidos de la nueva afición de Knórosov. Existe una especie de personas especiales que pueden tener las ideas más increíbles, y la gente que las rodea muy rápidamente comienza a tomarlas sin ninguna sorpresa; las toman como si se tratara de algo común. La gente solo exclama de admiración por dentro –y espera otro milagro. Están seguros de que esto sucederá indudablemente. Y se sorprenden en el caso de que tal milagro no ocurra. Yuri Knórosov provocaba tal actitud. Sin embargo, hablar de los resultados todavía era temprano. «Nosotros no nos olvidamos de nada, sólo lo posponemos», amaba repetir.

      Poema

      Todos los testigos de esa época señalan que, inmediatamente después de la guerra, a la mgu llegó una cierta libertad ideológica y un estallido de la creatividad casi incontrolable. Los estudiantes publicaban periódicos murales, revistas escritas a mano, escribían artículos sobre temas actuales o de interés para todos. Los excombatientes de guerra que habían traído la victoria se sentían con el derecho de expresar su opinión en cuanto a los problemas existentes. En cambio, los administradores, que habían quedado en retaguardia, así como los funcionarios del Partido Comunista, no se atrevían ponerlos a su lugar. Al parecer este entusiasmo espiritual «de abajo» en la mgu, que siempre ha sido una ufana vanguardia avanzada de la ideología, reflejaba el espíritu común en el país. Según los recuerdos de Mira Gueffen, los estudiantes comenzaron a publicar una revista escrita a mano en la que participaban poetas y prosistas; incluso agregaron ensayos etnográficos utilizando los materiales de sus propias expediciones.

      Por lo visto, tras el ascenso espiritual común en el país, Yura comienza a escribir un poema junto con sus hermanos. Precisamente así es como se ha conservado, con su nombre original: «poema». Al parecer lo escribían reuniéndose en la misma casa del muelle Smolenskaya. La victoria de la Unión Soviética en la Gran Guerra Patria inspiró a los hermanos Knórosov para escribir este poema. Ahora es bastante difícil imaginar de qué manera trabajaban los hermanos con el texto, pero a Yuri le tocaba la parte histórica. Y no solamente la parte histórica, sino también la poética: su hermano Borís apreciaba mucho el talento poético de su hermano menor, al que delegaban un texto consolidado y sus propias ideas. Afortunadamente, no solo se ha conservado el texto del poema, sino incluso las variantes y las correcciones que recopilaron los sobrinos de los Knórosov: Alexandr, Tatiana y Natalia.

      El poema comenzaba

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