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M.M de las Mercedes Macías García (Eds.). Libro de Actas de II Congreso Ibérico de baloncesto de Cáceres. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de Cá-ceres. Universidad de Extremadura.

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      Zintl F. Entrenamiento de la resistencia. Martínez Roca, Barcelona, 1991.

      Carga interna en baloncesto.

      Variables analíticas

       J. Calleja (1), J. Lekue (2), X. Leibar (2), y N. Terrados (3).

      (1) Departamento de Alto Rendimiento. Instituto Vasco de Educación Física.

      (2) Centro de Perfeccionamiento Técnico. Dirección de Deportes. Gobierno Vasco.

      (3) Unidad Regional de Medicina Deportiva del Principado de Asturias. Fundación Deportiva Avilés. Departamento de Biología funcional de la Universidad de Oviedo.

       1. INTRODUCCIÓN

      La evaluación del estrés interno que genera la carga de trabajo en deportistas ha sido un tema estudiado durante los últimos años por autores de reconocido prestigio (Urhausen, 1992; Viru, 1995). A pesar de ello, existe una gran dificultad para determinar con precisión los parámetros más importantes para controlar el entrenamiento, de una manera simple y eficaz. La necesidad de optimizar el entrenamiento a partir del control de las cargas en un deporte de conjunto como es el baloncesto necesita estudios científicos para establecer criterios más precisos.

      Este breve capítulo de revisión detalla algunas de las variables de interés para conocer el impacto que genera la competición en jugadores de baloncesto y que algunos expertos han intentado desarrollar (Rotemberg et al. 1988, Cuzzolin et al. 1992, Hoffman et al. 1999a). Estas variables son: hormonas, enzimas musculares, metabolitos, iones y aminoácidos.

       2. HORMONAS

      Las respuestas hormonales son esenciales para la regulación de la homeostasis y la activación de los mecanismos generales de adaptación (Viru, 1995). Durante la actividad física, las hormonas tienen una función importante para movilizar los depósitos energéticos, proteicos y el control hemostático (Viru, 1995).

      Las fluctuaciones de estos parámetros durante el ejercicio han sido objeto de estudio por parte de muchos investigadores (Hoffman et al. (1999b), Viru, 1995) que desarrollan sus experimentos en el ámbito del deporte. Sin embargo, muy pocos trabajos evalúan la respuesta hormonal al ejercicio en baloncesto y más concretamente durante el transcurso de la competición.

      En un estudio realizado por Cuzzolin et al. (1992), los autores concluyeron que durante la competición un porcentaje muy elevado de los jugadores presentan valores elevados de aldosterona. Los mismos autores proponen que el incremento de esta hormona produce diversos cambios a nivel cardiovascular.

      Figura 2.1. Fluctuaciones del cortisol en un grupo de jugadores júnior de baloncesto del SIGLO XXI-FEB y CPT-G Vasco (Lekue, Calleja, Leibar, Terrados, datos no publicados).

      Hoffman et al. (1999b) no encontraron cambios significativos en las concentraciones de testosterona, hormona luteneizante, hormonas tiroideas, triyodotironina y tiroxina libre, finalizado un período de 4 semanas de entrenamiento intensivo con jugadores senior de baloncesto de la selección absoluta israelí.

      Sin embargo, en el mismo estudio el cortisol (CR) sí experimentó modificaciones entre la primera semana de entrenamiento (T1) (260±91 mmol/l) y la cuarta (T4) (457±99 mmol/l).

      Figura 2.2. Fluctuaciones del Siglo XXI-FEB y CPT-G Vasco (T) en un grupo de jugadores junior de baloncesto (Lekue, Calleja, Leibar, Terrados, datos no publicados).

      En una investigación presentada recientemente, Seco et al. (2003) realizaron un seguimiento de CR y ACTH (hormona adrenocorticotropa) durante toda la temporada de un equipo profesional de baloncesto de la liga ACB. Los autores concluyeron que a medida que avanzaba la temporada las tasas de CR descendían. Sin embargo la ACTH experimentó un pico previo al inicio de la fase final de los play-off.

      Buyukyazi et al. (2003) han publicado un estudio que comparaba la modificación de la GH (hormona de crecimiento) y del CR en un grupo de 33 jugadores de baloncesto junior que realizaron dos tipos de entrenamiento durante 8 semanas: grupo A (trabajo aeróbico extensivo) y grupo B (trabajo interválico). La GH se incrementó en ambos grupos finalizado el período de trabajo; sin embargo, el CR sólo se modificó de forma significativa en el grupo de trabajo interválico. Los firmantes del trabajo concluyeron que tras un período de trabajo interválico de 8 semanas se observó un incremento significativo de ambas hormonas en suero.

      La modificación de valores hormonales en sangre ligadas al ejercicio no está suficientemente estudiada en baloncesto para establecer conclusiones a partir de los datos publicados hasta el momento.

       3. ENZIMAS MUSCULARES

      Kuipers et al. (1994) discutieron acerca de los parámetros para monitorizar las cargas de entrenamiento y su relación con la recuperación. Entre las variables propuestas estaban las enzimas musculares en sangre CPK (creatinfosfocinasa), LDH (lactatodeshidrogenasa) y PK (fosfofructocinasa). Como respuesta al entrenamiento se produce una adaptación a nivel proteico que queda reflejada por el aumento de la concentración de enzimas implicadas en los mecanismos de obtención energética. Algunos científicos, Alpert (1965), Thorstensson et al. (1975), han observado incrementos significativos de la actividad de la CPK finalizado el entrenamiento de tipo anaeróbico. A pesar de ello, otros autores, como Jacobs et al. (1987), Cadefau et al. (1998), no describen dichos cambios como respuesta al entrenamiento de este tipo. La sensibilidad de la enzima CPK (isoenzima III) al ejercicio anaeróbico no está clara de momento en baloncesto.

      Hoffman et al. (1999b) no observaron modificaciones significativas en las concentraciones de CPK tras 4 semanas de entrenamiento intensivo, ni durante la duración de las mismas, en un estudio realizado con un grupo de jugadores de elite de la selección israelí.

      En otra investigación presentada por Kostopoulos et al. (2004) se analizó el comportamiento fisiológico de la CPK, entre otras enzimas, en un grupo de 48 sujetos voluntarios que no jugaban regularmente a baloncesto. Finalizado un ejercicio que simulaba una situación de competición, los valores de CPK se incrementaron de forma significativa (p<0,05) inmediatamente después del ejercicio y durante los siguientes 4 días después de

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