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utilizando diferentes poblaciones de estudio y diferentes metodologías de recogida de datos.

      Tabla 1.10. Distancia recorrida en (m) durante la competición en baloncesto.

      Sin embargo, analizando los datos aportados en los estudios publicados hasta la fecha, observamos diferencias sustanciales debido principalmente a la metodología realizada en el registro. Según Grosgeorge (1990), estas diferencias son evidentes en dos aspectos:

      En función del sexo, los hombres recorren cerca de 150 m, mientras que las féminas realizan algo menos de 100 m.

      En función del puesto, también se observan diferencias significativas. Según Colli y Faina (1985), el base recorre un total de 3.500 m como comentábamos anteriormente. Otros autores como Riera (1986) y Galiano (1987), vieron en sus registros que los bases recorrían 5.913 m de media, 2.500 m más que los datos aportados por Colli y Faina. En 1988, los mimos autores en otro estudio también observaron diferencias significativas, concluyendo que el base es capaz de recorrer cerca de 6.104 m por partido. Con relación al alero, en el mismo trabajo presentado por H. Moreno (1988) se determinaron 5.632 m, y Colli y Faina (1985), por su parte, afirmaron que los metros recorridos fueron 4.000 m por partido en la misma posición de juego. Respecto al pívot, H. Moreno (1988) observó que recorría 3.000 m aproximadamente con un grupo de jugadores de la liga ACB de baloncesto española. Colli y Faina (1987) concluyeron en sus estudios que los metros recorridos eran 2.275 m por partido.

      Observamos diferencias significativas entre los valores de distancias recorridas presentadas por los diferentes autores. Especialmente los valores aportados por Galiano en 1986 y H. Moreno, con respecto a los datos de Colli y Faina (1987). Pensamos que puede ser debido principalmente a la metodología de registro, las diferentes ligas, el nivel de los jugadores y el sexo, además de la evolución evidente que se ha experimentado en los últimos años, especialmente en el aspecto relacionado con la condición física de los deportistas.

      Tabla 1.11. Distancia recorrida (m) en competición en función de los puestos.

       8. TIPO E INTENSIDAD DE LOS DESPLAZAMIENTOS

      Además de conocer la distancia media que un jugador de baloncesto es capaz de recorrer durante un partido, en un paso posterior, hay que entender los mecanismos de funcionamiento, por lo que algunos autores han presentado estudios sobre el tipo de desplazamientos y la intensidad a la que se realizan los mismos.

      Cohen (1980) realizó un trabajo con jugadores de la primera división francesa. En el trabajo se obtuvieron las siguientes conclusiones con relación al tipo e intensidad de desplazamiento que se da en nuestro deporte.

      •El 20% del tiempo con paradas completas de juego.

      •El 62% del tiempo se realizan paradas o fases estáticas.

      •El 12% del tiempo se hacen desplazamientos de baja intensidad, es decir, carreras lentas y acciones andando de alrededor de 6 s.

      •El 6% del tiempo se dedica a acciones de intensidad media y/o elevada.

       9. VOLUMEN DE MUSCULATURA IMPLICADA

      El baloncesto es un deporte que utiliza un elevado número de músculos en la aplicación de cada uno de los gestos técnicos en la competición. Por tanto, se orienta totalmente al trabajo de resistencia, ya que es capaz de utilizar más de 1/6 - 1/7 de la musculatura total del deportista, entre el miembro superior y el inferior, en función de la clasificación presentada por Zintl (1991). El análisis del baloncesto se puede realizar partiendo de la clasificación de los deportes:

      •Deportes dinámicos, en los que se moviliza una gran cantidad de musculatura, pero con poco desarrollo de fuerza.

      •Deportes estáticos, en los que intervienen pocos músculos, pero con un gran desarrollo de la fuerza.

       10. ACCIONES DE SALTO EN BALONCESTO

      Janeira et al. (1998) presentaron una revisión bibliográfica de las acciones de salto realizadas por partido con diferentes poblaciones de estudio. Gradowska et al. (1974) observaron con jugadores de la liga profesional polaca un total de 46 acciones de salto de media por partido. Estos datos son corroborados por Araujo et al. (1982) con jugadores portugueses y por Janeira et al. (1998) también con jugadores profesionales de la misma liga. Sin embargo, H. Moreno et al. (1988) presentaron datos superiores, alrededor de 65 saltos por partido, con jugadores de la ACB.

      Recientemente, Rodríguez et al. (2003), en un estudio dirigido por Cárdenas, realizaron un análisis más preciso de las acciones de salto en el juego, utilizando como población a jugadores profesionales de la liga ACB. Los autores concluyeron que sobre una media de 317.68 saltos en 16 partidos, los períodos donde más acciones se produjeron fueron en el 1er y 3er cuarto, siendo el último cuarto donde el número decrece de forma significativa. Por puestos también describieron diferencias, como era de esperar, tal y como corroboraron Soares et al. (1986) en un test de potencia de salto vertical de diferentes jugadores, clasificándolos por puestos (pívotes 55,9 ±8,1 cm, escoltas 61,6±8,5 cm y bases 61,6±8,3 cm) en el equipo nacional brasileño.

      En la acción de salto con ambos pies, el pívot realiza el 64% de las acciones, el alero el 30,4%, mientras que el base efectúa el 13,3% (p<0,01). El autor también estableció relaciones entre la acción del salto y aspectos técnicos específicos del juego, concluyendo que el 68,9% de los saltos realizados en ataque se centran en acciones de lanzamiento. Los investigadores franceses Wilmont y Campillo (2004) han presentado un estudio con el objeto de evaluar las capacidades neuromusculares con un test simple y no invasivo, en un grupo de 21 jugadores de baloncesto (10 de minibasket y 11 de categoría cadete). El esfuerzo fue medido durante un período de 2 min en intervalos de 15 s realizando saltos, con otros 15 s de recuperación, utilizando aparatos de medición de última generación Optojump System®. Los autores observaron un tiempo de suspensión en el aire mayor de los jugadores de categoría de minibasket, por otro lado esperable. El resultado fue disminuyendo en ambos grupos a medida que transcurría el tiempo.

      La síntesis final justifica que la calidad del salto se puede mantener durante un período muy corto de tiempo. Hakinnen (1993) analizó la evolución de la fuerza explosiva durante una temporada utilizando el protocolo descrito por Bosco et al. en 1983 con un grupo de jugadoras de la liga finlandesa. El autor concluye que la potencia anaeróbica mejoró un 7% entre el inicio y el final de temporada. Por su parte, Hoffman et al. (1996) no observaron diferencias en la capacidad de salto vertical después de jugar un partido de baloncesto con restricción de agua durante el mismo en 10 jugadores de baloncesto.

      Recientemente, Woolstenhulme et al. (2004) evaluaron el salto vertical mediante la potencia anaeróbica en un test de Wingate y la precisión en el lanzamiento de 2 puntos, 6 horas después de realizar un entrenamiento de fuerza máxima (7 ejercicios, en 3-6 series, con 5-12 repeticiones), en un grupo de jugadoras de baloncesto de 1a división de entre 18 y 22 años, comparando con un grupo control que no realizó dicho entrenamiento. Las conclusiones demuestran que el entrenamiento de fuerza descrito no tiene un efecto negativo sobre las variables estudiadas.

       11. FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN

      Entendemos que la propia evolución del juego en los últimos años determina que las variables de carga externa se hayan modificado sustancialmente. En cualquier caso, para poder realizar diagnósticos correctos de dichas variables y plantear entrenamientos con mayor rigor, es necesario analizar los partidos mediante nuevas tecnologías

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