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era capaz de enfrentar a la Autoridad y valorar la autoridad de lxs hablantes que la rodeaban, incluida la propia. “Si yo me pongo a pensar qué es mi diccionario me acomete algo de presunción: es un diccionario único en el mundo”. (5)

      Moliner trabajaba en su casa, fuera de su tarea rentada de bibliotecaria. Era una republicana maltratada por el franquismo, una mujer que sabía que el concepto tradicional de Autoridad fácilmente deslizaba al autoritarismo y que sostuvo otro, un concepto de autoridad popular, amplio, que caminaba por las calles. Le llevó muchos años realizar el texto que terminó, y logró publicar, en 1966. Lo novedoso de su diccionario residía en centrarse en el uso de la lengua definiendo, proporcionando sinónimos y citando expresiones que dieran cuenta de ese uso para quien la estuviera aprendiendo o quisiera disipar dudas. Se propuso hacerlo incluyendo palabras que aparecían en los diarios, palabras recién nacidas. No sería, entonces, un arcón de fósiles sino una colección de palabras llenas de vida que se paseaban de boca en boca provenientes de diferentes generaciones, incluidas las bebés de la lengua. Con esa intención, subrayaba que las palabras las creaban quienes hablaban, no los académicos que las aceptaban, definían o criticaban. Y mostraba, también, que los diccionarios atrasaban irremediablemente ante la velocidad de la vida. En palabras de Gabriel García Márquez:

      En realidad, lo que esta mujer de fábula había emprendido era una carrera de velocidad y resistencia contra la vida. Es decir: una empresa infinita, porque las palabras no las hacen los académicos en la academia sino la gente en la calle (López Facal, 2010, p. 77).

      Y al trabajar sobre la lengua viva, la tarea de Moliner se volvía interminable, como debía ser su diccionario: abierto, en constante cambio, como pueden serlo solamente aquellos que están en la web, que no tienen las limitaciones del papel y en los que participan lxs usuarixs constantemente.

      La aparición de enciclopedias y diccionarios libres en la web generó una situación sumamente interesante, tanto para quienes los hacen como para quienes los autorizan. No se tratará ya de Autoridades, como autorxs célebres que sirvieron de apoyo para consagrar el uso de la lengua ni de autoridades que escriben artículos de su especialidad en enciclopedias, sino de un público mixto, en el cual hay simples usuarios inexpertos en el tema, personas que cuentan con saberes y experiencias no académicas, otras que tienen saberes académicos y, seguramente, también algunas dispuestas a estafar la buena fe. Las acciones de este último grupo fueron utilizadas para desautorizar todo saber que circulara por la web, para desautorizar a la web misma. Pero esto, ¿no ocurrió también fuera de la misma? Entre los numerosos ejemplos posibles, me gustaría mencionar algunos que hicieron mucho daño y fueron publicados en papel, rodeados de expertos. Uno de ellos fue el Malleus Maleficarum (El martillo de las brujas, de Sprenger y Kramer) con un falso nihil obstat. Sus autores, monjes dominicos, sabiendo que no conseguirían superar la censura eclesiástica, la falsificaron y publicaron el libro en una ciudad más lejana de su lugar de residencia, artimaña que en el siglo XV resultó suficiente para que fuera publicado y se convirtiera en el manual de tortura y muerte de una cantidad asombrosa de mujeres consideradas “brujas”. No solo era mentira su autorización: también estaba plagado de falsas declaraciones obtenidas bajo tortura. Y no bastaron las protestas de intelectuales y religiosos para frenarlo, porque era funcional a políticas inquisitoriales de la época.

      Otro ejemplo de falsificación tuvo que ver con la consagración de charlatanería en “conocimiento científico” que sirvió para perseguir, maltratar y/o llevar al suicidio a un número importante de jóvenes masturbadores. El ítem Manstupratio de la Encyclopédie de Diderot y D’Alambert fue escrito por el Dr. Tissot, quien copiaba allí parágrafos de su libro (El onanismo, de 1756) el que, a su vez, se había fundamentado (aunque su autor nunca lo reconoció) en un folleto/libro del médico y pornógrafo John Marten, de 1712. Marten era, claramente, un estafador que convirtió al onanismo/masturbación en una enfermedad capaz de originar gravísimas consecuencias (deterioro mental, locura, muerte), con el fin de llevar a cabo su verdadero negocio, que consistía en vender sus pócimas para curarlo. Tissot, en cambio, era un distinguido sanitarista, asesor papal, que decidió sostener la ola de terror que generaba la masturbación y, al incluirla como ítem en la Encyclopédie, logró otorgarle el status de conocimiento científico. Para eso era necesario el respaldo de su autoridad profesional, traducir el término al latín y lograr un sitio en el texto que reunía el conocimiento científico europeo de la época. Si alguien piensa que estos ejemplos son muy antiguos y que hoy no ocurren estos hechos, recordemos que el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la American Psychiatric Association) incluyó el trastorno de atención dispersa con el que se diagnosticó a buena parte de una generación de niñxs, adolescentes y jóvenes, que terminaron medicados con ritalina. Hace poco supimos que el diagnóstico fue inventado para vender el fármaco, lo mismo que, tres siglos antes, había hecho John Marten.

      Pero volvamos a la web. Allí donde había un grupo selecto de Autoridades, ahora habrá una autoridad repartida, diversificada entre quienes lean, critiquen, corrijan y/o propongan artículos para las enciclopedias/diccionarios on line. ¿Qué es Wikipedia? Sin mucha profundidad, ella misma cuenta su origen:

      Wikipedia es una enciclopedia libre, políglota y editada de manera colaborativa. Es administrada por la Fundación Wikimedia, una organización sin ánimo de lucro cuya financiación está basada en donaciones. Sus más de 50 millones de artículos en 300 idiomas han sido redactados conjuntamente por voluntarios de todo el mundo, lo que hace un total de más de 2000 millones de ediciones, y permite que cualquier persona pueda sumarse al proyecto para editarlos, salvo que la página esté protegida contra el vandalismo para evitar problemas y/o trifulcas.

      Por su parte, en el Pequeño vocabulario del chabón argentino este término es definido como:

      Para finalizar, hagamos un ejercicio que ponga en tensión los dos diccionarios de la lengua castellana mencionados antes, el de María Moliner y el de la RAE, en sus definiciones de “autoridad”.

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