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desdeñas la sombra del sendero

      y el agua del mesón en tu camino.

      XXVIII

      en nuestro amor pensamos,

      quemar nuevos aromas

      en montes no pisados,

      y guardar el secreto

      de nuestros rostros pálidos,

      porque en las bacanales de la vida

      vacías nuestras copas conservamos,

      mientras con eco de cristal y espuma

      ríen los zumos de la vid dorados.

      R

      Un pájaro escondido entre las ramas

      del parque solitario,

      silba burlón...

      Nosotros exprimimos

      la penumbra de un sueño en nuestro vaso ...

      Y algo, que es tierra en nuestra carne, siente

      la humedad del jardín como un halago.

      XXIX

      esquiva y compañera.

      No sé si es odio o es amor la lumbre

      inagotable de tu aljaba negra.

      Conmigo irás mientras proyecte sombra

      mi cuerpo y quede a mi sandalia arena.

      —¿Eres la sed o el agua en mi camino?

      Dime, virgen esquiva y compañera.

      XXX

      luz de jardín y soledad de campo

      la placidez del sueño

      en el paisaje familiar soñado.

      Otros guardan las fiestas

      de días aun lejanos;

      figurillas sutiles

      que pone un titerero en su retablo...

      R

      Ante el balcón florido,

      está la cita de un amor amargo.

      Brilla la tarde en el resol bermejo...

      La hiedra efunde de los muros blancos ..

      A la revuelta de una calle en sombra,

      un fantasma irrisorio besa un nardo.

      XXXI

      el musgo, y en la piedra vieja y santa

      de la iglesia. En el atrio hay un mendigo ..

      Más vieja que la iglesia tiene el alma.

      Sube muy lento, en las mañanas frías,

      por la marmórea grada,

      hasta un rincón de piedra... Allí aparece

      su mano seca entre la rota capa.

      Con las órbitas huecas de sus ojos

      ha visto cómo pasan

      las blancas sombras, en los claros días,

      las blancas sombras de las horas santas.

      XXXII

      detrás del negro cipresal humean...

      En la glorieta en sombra está la fuente

      con su alado y desnudo Amor de piedra,

      que sueña mudo. En la marmórea taza

      reposa el agua muerta.

      XXXIII

      aquellos juncos tiernos,

      lánguidos y amarillos

      que hay en el cauce seco? ...

      ¿Recuerdas la amapola

      que calcinó el verano,

      la amapola marchita,

      negro crespón del campo? ...

      ¿Te acuerdas del sol yerto

      y humilde, en la mañana,

      que brilla y tiembla roto

      sobre una fuente helada? ...

      XXXIV

      Yo florecí en tu corazón sombrío

      ha muchos años, caminante viejo

      que no cortas las flores del camino.

      Tu corazón de sombra, ¿acaso guarda

      el viejo aroma de mis viejos lirios?

      ¿Perfuman aún mis rosas la alba frente

      del hada de tu sueño adamantino?

      Respondí a la mañana:

      Sólo tienen cristal los sueños míos.

      Yo no conozco el hada de mis sueños;

      ni sé si está mi corazón florido.

      - Pero si aguardas la mañana pura

      que ha de romper el vaso cristalino,

      quizás el hada te dará tus rosas,

      mi corazón tus lirios.

      XXXV

      Ya nuestra vida es tiempo, y nuestra sola cuita

      son las desesperantes posturas que tomamos

      para aguardar.... Mas Ella no faltará a la cita.

      XXXVI

      a nuestra casa llega.

      Nosotros le decimos: ¿por qué tornas

      a la morada vieja?

      Ella abre la ventana, y todo el campo

      en luz y aroma entra.

      En el blanco sendero,

      los troncos de los árboles negrean;

      las hojas de sus copas

      son humo verde que a lo lejos sueña.

      Parece una laguna

      el ancho río entre la blanca niebla

      de la mañana. Por los montes cárdenos

      camina otra quimera.

      XXXVII

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