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nube que apenas enturbia una estrella.

      R

      Como sonreía la rosa mañana

      al sol del Oriente abrí mi ventana;

      y en mi triste alcoba penetró el Oriente

      en canto de alondras, en risa de fuente

      y en suave perfume de flora temprana.

      Fue una clara tarde de melancolía.

      Abril sonreía. Yo abrí las ventanas

      de mi casa al viento... El viento traía

      perfume de rosas, dolor de campanas...

      Doblar de campanas lejanas, llorosas,

      suave de rosas aromado aliento ...

      ... ¿Dónde están los huertos floridos de rosas?

      ¿Qué dicen las dulces campanas al viento?

      R

      Pregunté a la tarde de abril que moría:

      ¿Al fin la alegría se acerca a mi casa?

      La tarde de abril sonrió: La alegría

      pasó por tu puerta —y luego, sombría:

      Pasó por tu puerta. Dos veces no pasa.

      XLIV

      del viejo falucho

      reposa en la arena...

      La vela tronchada parece

      que aun sueña en el sol y en el mar.

      El mar hierve y canta ...

      El mar es un sueño sonoro

      bajo el sol de abril.

      El mar hierve y ríe

      con olas azules y espumas de leche y de plata,

      el mar hierve y ríe

      bajo el cielo azul.

      El mar lactescente,

      el mar rutilante,

      que ríe en sus liras de plata sus risas azules...

      ¡Hierve y ríe el mar!...

      El aire parece que duerme encantado

      en la fúlgida niebla de sol blanquecino.

      La gaviota palpita en el aire dormido, y al lento

      volar soñoliento, se aleja y se pierde en la bruma del sol.

      XLV

      tórrido sueño en la hora de arrebol;

      el río luminoso el aire surca;

      esplende la montaña;

      la tarde es polvo y sol.

      El sibilante caracol del viento

      ronco dormita en el remoto alcor;

      emerge el sueño ingrave en la palmera,

      luego se enciende en el naranjo en flor.

      La estúpida cigüeña

      su garabato escribe en el sopor

      del molino parado; el toro abate

      sobre la hierba la testuz feroz.

      La verde, quieta espuma del ramaje

      efunde sobre el blanco paredón,

      lejano, inerte, del jardín sombrío,

      dormido bajo el cielo fanfarrón.

      Lejos, enfrente de la tarde roja,

      refulge el ventanal del torreón.

      ji

      (LOS GRANDES INVENTOS)

      7

      XLVI

      La tarde caía

      triste y polvorienta.

      El agua cantaba

      su copla plebeya

      en los cangilones

      de la noria lenta.

      Soñaba la mula,

      ¡pobre mula vieja!,

      al compás de sombra

      que en el agua suena.

      La tarde caía

      triste y polvorienta.

      Yo no sé qué noble,

      divino poeta,

      unió a la amargura

      de la eterna rueda

      la dulce armonía

      del agua que sueñ a,

      y vendó tus ojos

      ¡pobre mula vieja!...

      Mas sé que fue un noble,

      divino poeta,

      corazón maduro

      de sombra y de ciencia.

      XLVII

      La aurora asomaba

      lejana y siniestra.

      El lienzo de Oriente

      sangraba tragedias,

      pintarrajeadas

      con nubes grotescas.

      En la vieja plaza

      de una vieja aldea,

      erguía su horrible

      pavura esquelética

      el tosco patíbulo

      de fresca madera...

      La aurora asomaba

      lejana y siniestra.

      XLVIII

      Vosotras, las familiares,

      inevitables golosas,

      vosotras, moscas vulgares,

      me evocáis todas las cosas.

      ¡Oh, viejas moscas voraces

      como abejas en abril,

      viejas moscas pertinaces

      sobre mi calva infantil!

      ¡Moscas del primer hastío

      en el salón familiar,

      las claras tardes de estío

      en que yo empecé a soñar!

      Y en la aborrecida escuela,

      raudas moscas divertidas,

      perseguidas

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