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la confrontación revolucionaria y defensores del acuerdo negociado como Salvador Seguí, «El noi del Sucre»?

      Los asesinatos de Seguí y Comes acabaron con la paciencia de los miembros del Comité Regional Catalán de la CNT. Decididos a luchar contra el pistolerismo y a eliminarlo, unos cuantos militantes se reunieron para coordinar y fundar grupos de defensa anarcosindicalistas. Los pisos francos y los lugares de reunión de los pistoleros y de los empresarios más reaccionarios, sus valedores, fueron localizados y asaltados por los grupos de defensa de la CNT y los asesinos y sus jefes abatidos a tiros.

      Los militantes de la CNT de bandas como Los Solidarios –uno de los muchos grupos de defensa confederales– persiguieron a figuras contrarrevolucionarias claves como el general Severiano Martínez Anido, el coronel Arlegui, el exministro conde de Coello, José Reguerel, antiguo gobernador de Bilbao, y el cardenal arzobispo de Zaragoza. Su primera víctima fue Laguía, el pistolero más famoso de todos. La muerte de un gángster tan protegido asustó a muchos pistoleros, y un buen número huyó a Zaragoza buscando la protección de su patrono, el cardenal Soldevila.

      Cuando las acciones del grupo de defensa empezaron a surtir efecto –el asesinato del primer ministro Eduardo Dato ese mismo año perpetrado por tres anarquistas llevó la lucha a las calles de Madrid– el gobierno central intervino rápidamente para apartar de la circulación a los instigadores del terrorismo catalán. Se restableció una paz relativa en la capital catalana que resultó ser efímera.

      En septiembre de 1923, el general Primo de Rivera lanzó un «manifiesto al país» informando de que había tomado el poder «para liberar a España de los profesionales de la política, de los hombres que por una u otra razón nos ofrecen el cuadro de desdichas e inmoralidades que empezaron el año 98 y amenazan a España con un próximo fin trágico y deshonroso». Fue un movimiento mal disimulado para proteger la reputación del rey Alfonso XIII de las consecuencias de un inminente informe parlamentario sobre las responsabilidades por el desastre de Annual en la guerra hispano-marroquí en 1921.

      La UGT y el Partido Socialista, antiguos aliados de Seguí, dieron su apoyo al nuevo régimen. El líder socialista Largo Caballero fue nombrado consejero de Estado e inmediatamente prohibió al partido cualquier declaración de protesta verbal o escrita contra el nuevo régimen. La CNT, aunque no fue declarada ilegal, se preparó para lo peor. Muchos militantes anarcosindicalistas, especialmente los miembros de los grupos de defensa, pasaron a la clandestinidad o se exiliaron para continuar luchando. Los miembros del grupo Los Solidarios, por ejemplo, jugaron un papel importante en la creación de un Comité para la Coordinación Revolucionaria en Francia. Esa entidad organizó las fallidas operaciones contra la dictadura de Vera de Bidasoa y del cuartel de Atarazanas de Barcelona el 6 de noviembre de 1924, pero también se adjudicó el mérito de la espectacular liberación de Francisco Ascaso de la cárcel de Zaragoza. A consecuencia de la muerte de muchos de sus miembros en confrontaciones armadas con la policía y el ejército, de la detención de muchos otros, y de la dispersión de un buen número de ellos por el exilio, Los Solidarios dejaron de existir como grupo cohesionado hasta 1931, cuando los camaradas que sobrevivieron volvieron a reunirse bajo la protección de la República.