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mediante la mejora de la maquinaria social, seríamos ingenuos.

      Diariamente propagamos nuestros ideales e intentamos inculcarlos a individuos y grupos. Diariamente luchamos por ser más anarquistas y acercarnos un poco más al anarquismo, que a su vez está llenando imperceptiblemente nuevos horizontes.

      No queremos quedarnos al margen de ningún acontecimiento que pueda contribuir al avance del progreso, pero nuestro compromiso jamás nos permitirá perder de vista nuestra meta y nuestros principios. Nuestra contribución con el avance del movimiento no tiene el propósito de favorecer a algunos a costa de otros, sino de impulsar a la sociedad en la dirección de nuestros puntos de vista. No rechazamos de entrada nuevas formas políticas y sociales que pueden aligerar nuestra pesada y trágica carga, pero nunca renunciaremos a nuestras opiniones.

      El comunismo, el Estado, la política y nosotros: Somos apolíticos y antiestatistas, y cuando decimos apolíticos queremos decir que estamos en contra de todos los políticos, ya se llamen marxistas, socialistas o comunistas. Estamos en contra del Estado, ya sea aristócrata, burgués o ‘proletario’. Estamos en contra de toda la violencia organizada.

      Estamos completamente seguros de que los Estados sólo tienen una misión: preservar las injusticias y los privilegios. Si se aboliese eso, ¿de qué serviría el Estado?

      ¿Organización? ¿Dirección? Muy bien. Pero no de arriba abajo. De abajo a arriba. Y que sean los colectivos los que desempeñen todo el poder de organizar, nombrar y despedir.

      El sindicalismo y nosotros: Nos resulta atractivo el sindicalismo revolucionario afiliado a la AIT de Berlín. Como trabajadores, casi todos estamos activos en las bases de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Pero nuestra misión no se limita a ser sindicalistas activos. Somos hombres y algunos no estamos sometidos al yugo de la explotación burguesa. En consecuencia, no basta con estar activo en el seno del sindicato. Nuestra misión tiene un alcance más significativo. Al margen de los sindicatos, absolutamente independientes, propagamos nuestras teorías, formamos nuestros grupos, organizamos concentraciones, publicamos escritos anarquistas y sembramos la semilla del anarquismo en todas las direcciones.

      Buscamos la emancipación total de todos los seres humanos sin distinciones de ningún tipo, ni siquiera de clase. Nuestra lucha es más amplia, más global. Hay sitio entre nosotros para todos aquellos que aspiren a una sociedad sin gobierno, con independencia de su concepción de cómo debería organizarse la sociedad post-revolucionaria (comunista o individualista). En las revoluciones futuras, queremos, a ser posible, evitar lo que pasó en Rusia. Lo que siempre ha pasado. Cuando los anarquistas promovemos e inspiramos la revolución, casi siempre actuamos de acuerdo con las directrices marcadas: pero cuando la actividad anarquista disminuye, la revolución se desvía de su rumbo y los anarquistas –como en Rusia– son las víctimas favoritas de los inevitables explotadores de las revoluciones.

      Conclusiones: Es, por lo tanto, necesario y urgente que nos organicemos en agrupaciones anarquistas para propagar la revolución anarquista.

      Hemos hablado de la inminente revolución. No tenemos ninguna duda de que la revolución social se acerca a pasos agigantados. El gangrenoso y viejo politiqueo está acorralado, desorientado y completamente vencido, pero no a los ojos de los que ahora están en el gobierno. Tenemos que asegurarnos de que no se recupera.

      «Los hombres del 13 de septiembre, los que tenían que haber curado los males de la nación en noventa días, la han destruido por completo. Entre bastidores, Maura y el gobierno reaccionario. El Directorio sólo es una tapadera del maurismo y del politiqueo más degenerado y corrupto. Aunque sea por instinto de supervivencia, el país debe apartar a esa gente del poder.

      Nunca habríamos imaginado que a los principales autores del golpe de Estado los mueve la buena fe y que no están henchidos de orgullo y ambición. Pero incluso aunque ese fuera el caso, no pueden solucionar nada. Menos aún que los políticos.

      Por consiguiente, la revolución se acerca. Luchemos los anarquistas por encajar bien en ella e impulsarla lo más lejos posible.

      Salud y revolución

      El Comité de Relaciones Anarquistas

      La raison d’être de la reunión era agrupar formalmente en una asociación peninsular a los grupos de afinidad anarquista de las tres organizaciones originales, a los exiliados y a los grupos anarquistas dispersos de la península Ibérica –la Federación Nacional de Grupos Anarquistas de España, la Federación de Grupos Anarquistas Hispanohablantes de Francia y la Unión Anarquista Portuguesa; y propagar las ideas anarquistas entre la gente. Pero lo más importante de todo para la mayoría de los asistentes era la necesidad de promover la visión de la sociedad del comunismo libertario a través de la CNT, el organismo original al que la mayoría de los presentes en la reunión pertenecían, y defender sus principios de acción directa y antipolíticos de la amenaza reformista planteada por líderes del sindicato como Pestaña.

      Aunque no hay ninguna referencia directa en las actas de la Conferencia de Valencia, las prisas con que se fundó la FAI, en poco más de un año a partir de las discusiones iniciales, reflejan la inquietud con que los activistas de la CNT que fundaron la FAI veían las declaraciones realizadas en público y en privado, y en definitiva, las intenciones de los reformistas, particularmente las del Comité Regional Catalán de la CNT. En enero del año anterior, veintidós conocidos dirigentes de la CNT catalana, liderados por Ángel Pestaña, publicaron un comunicado en el periódico Vida Sindical en que pedían la legalización y reorganización de la CNT.

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