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trabajo en el marco de los parámetros legalmente definidos y fijados por el estado y el capitalismo.

      A pesar de que Fernández afirmara lo contrario, parece ser que hay po cas dudas de que la FAI confiaba en poder revitalizar a la CNT, una estrategia que implicaba combatir el reformismo.

      Otro indicador de que la FAI no se fundó para crear una organización homogénea y cohesionada que controlase a la CNT, ni siquiera a sus propios afiliados, se refleja en el hecho de que lo más cercano a una declaración pública de objetivos y principios fue el manifiesto «A todos» publicado por el Comité de Relaciones Anarquistas antes de su fundación formal. La coordinación de la oposición a la dictadura y la creación de un foco de difusión de propaganda anarquista eran cuestiones que obviamente había que discutir, pero los diferentes grupos de cada región tenían libertad para luchar por sus prioridades del modo que considerasen más adecuado a sus capacidades.

      En opinión de Progreso Fernández, los objetivos de la FAI eran:

      Las actas de la Conferencia de Valencia muestran con claridad que la principal preocupación de la mayoría de los delegados era garantizar que los principios libertarios fijados en el Congreso de Saint Imier en 1872 predominaban como referentes del sindicalismo español. Esa visión del papel de los sindicatos estaba totalmente reñida con el concepto gradualista de mejorar los valores de la clase obrera y las condiciones laborales mediante la armonía de las clases sociales:

      Gran parte de la primera sesión de la Conferencia de Valencia consistió en determinar qué grupos reunían los requisitos para afiliarse a la FAI. ¿Podrían afiliarse, por ejemplo, grupos de intereses especiales como los naturistas, los vegetarianos, los esperantistas, etc.? El consenso fue que lo único que podía exigirse a cualquier grupo que desease entrar en la FAI era el compromiso de buscar la unidad de acción con los otros grupos en la lucha por la liberación social.

      En cuanto al papel de los anarquistas en su simbiótica relación con la CNT, los delegados acordaron por unanimidad la necesidad de revitalizar al sindicato, paralizado como organismo nacional en 1924 por una decisión algo arbitraria del Comité Nacional, y de ratificar al anarquismo como fuente de inspiración y organización de la Confederación.

      Según José Llop, uno de los delegados de la Federación Nacional de Grupos Anarquistas de España en la reunión de Valencia, la única función de la FAI, al menos para él, era garantizar la presencia anarquista en los sindicatos.

      ¿Cómo habían de garantizar los anarquistas el contenido anarquista de la CNT si era una organización autónoma y soberana? Los delegados de la FAI, definidos por Progreso Fernández como «militantes de la CNT de la clase obrera», que habían preservado el sindicato durante sus años de clandestinidad, resolvieron el peliagudo problema de cómo esquivar a los reformistas, o potencialmente reformistas, comités nacionales y regionales, y a la vez garantizar la autonomía de ambos organismos. La solución fue la creación de un lazo orgánico, o «ensamblaje» mediante comités conjuntos de la CNT y FAI de Ayuda y Defensa de los Presos a nivel de federación local. Esos comités locales habían de dar a los militantes anarquistas voz e influencia en la Confederación, en los ámbitos revolucionarios de la solidaridad y la acción directa.

      Esa relación especial entre los específicamente anarquistas y las organizaciones sindicales fue conocida como la trabazón. Su objetivo era defender el compromiso de la CNT con la solidaridad y la acción directa, protegiendo así al sindicato de la manipulación por parte del comunismo de Estado y de las influencias colaboracionistas. Eso daría lugar a mucha polémica y malestar entre los reformistas y gradualistas de la CNT.

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