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El 4 de mayo de 1926, Dzerzhinski envió a su adjunto Yagoda una carta en la que exponía un vasto programa de «lucha contra la especulación», muy revelador de los límites de la NEP y de la permanencia del «espíritu de guerra civil» entre los más altos dirigentes bolcheviques:

      La lucha contra la «especulación» reviste hoy en día una extrema importancia… Es indispensable limpiar Moscú de sus elementos parásitos y especuladores. He solicitado a Pauker que me reúna toda la documentación disponible sobre las fichas de los habitantes de Moscú en relación con este problema. De momento no he recibido nada de él. ¿No pensáis que debería crearse en la GPU un departamento especial de colonización que sería financiado mediante un fondo especial alimentado por las confiscaciones…? Es preciso poblar con estos elementos parásitos (incluida su familia) de nuestras ciudades las zonas inhóspitas de nuestro país, siguiendo un plan preestablecido aprobado por el Gobierno. Debemos limpiar a cualquier precio nuestras ciudades de centenares de miles de especuladores y de parásitos que prosperan en ellas… estos parásitos nos devoran. A causa de ellos no hay mercancías para los campesinos, a causa de ellos los precios suben y nuestro rublo baja. La GPU debe enfrentarse a brazo partido con este problema, con la mayor energía10.

      Entre las otras especificidades del sistema penal soviético figuraba la existencia de dos sistemas distintos de instrucción en materia criminal, uno judicial y el otro administrativo, y de dos sistemas de lugares de detención, uno gestionado por el comisariado del pueblo para el Interior, y el otro por la GPU. Al lado de las prisiones tradicionales en que estaban encarceladas las personas condenadas en virtud de un proceso «ordinario» existía un conjunto de campos de concentración gestionado por la GPU donde eran encerradas las personas condenadas por las jurisdicciones especiales de la policía política por uno de los crímenes relativos a esta institución: contrarrevolución bajo cualquiera de sus formas, bandidismo en gran escala, moneda falsa y delitos cometidos por miembros de la policía política.

      En 1922, el Gobierno propuso a la GPU instalar un vasto campo de concentración en el archipiélago de las Solovki, cinco islas del mar Blanco frente a Arcángel, de las que la principal abrigaba uno de los mayores monasterios de la Iglesia ortodoxa rusa. Después de haber expulsado a los monjes, la GPU organizó en el archipiélago un conjunto de campos de concentración reagrupados bajo las siglas SLON (Campos especiales de las Solovki). Los primeros efectivos, procedentes de los campos de Jolmogori y de Pertaminsk, llegaron a las Solovki a inicios del mes de julio de 1923. A finales de ese año, se contaba ya con 4.000 detenidos, en 1927 con 15.000 y a finales de 1928 con cerca de 38.000.

      Una de las especificidades del conjunto penitenciario de las Solovki era su autogestión. Aparte del director y de algunos responsables, todos los puestos del campo de concentración estaban ocupados por detenidos. En su aplastante mayoría, eran antiguos colaboradores de la policía política condenados por abusos particularmente graves. Practicada por esta clase de individuos, la autogestión era sinónimo de la arbitrariedad más total que muy rápidamente agravó la situación casi privilegiada, ampliamente heredada del antiguo régimen, de la que se beneficiaban los detenidos que habían obtenido la condición de prisionero político. Bajo la NEP, la administración de la GPU distinguía en efecto tres categorías de detenidos.

      La primera reunía a los políticos, es decir, exclusivamente a los miembros de los antiguos partidos menchevique, socialista-revolucionario y anarquista. Estos detenidos habían arrancado a Dzerzhinski en 1921 —él mismo durante largo tiempo prisionero político bajo el zarismo, durante el que había pasado cerca de diez años en prisión o en el exilio— un régimen político relativamente clemente: recibían una mejor alimentación, denominada «ración política», conservaban algunos efectos personales, y podían hacerse enviar periódicos y revistas. Vivían en comunidad y estaban sobre todo liberados de cualquier trabajo forzado. Este estatus privilegiado fue suprimido a finales de los años veinte.

      La segunda categoría, la más numerosa, reagrupaba los «contrarrevolucionarios», miembros de los partidos políticos no socialistas o anarquistas, miembros del clero, antiguos oficiales del ejército zarista y antiguos funcionarios, cosacos participantes en las revueltas de Kronstadt o de Tambov, y a cualquier otra persona condenada en virtud del artículo 58 del Código Penal.

      La tercera categoría reagrupaba a los delincuentes de derecho común condenados por la GPU (bandidos, falsificadores de moneda) y a los antiguos chequistas condenados por diversos crímenes y delitos por su institución. Los contrarrevolucionarios, obligados a cohabitar con los delincuentes de derecho común que marcaban la ley en el interior del campo, estaban sometidos a la arbitrariedad más absoluta, al hambre, al frío extremo en invierno, a los mosquitos en verano —una de las torturas más frecuentes consistía en atar a los prisioneros desnudos en los bosques, como pasto de los mosquitos, particularmente numerosos y terribles en estas islas septentrionales sembradas de lagos. Para pasar de un sector a otro, recordaba uno de los más célebres prisioneros de las Solovki, el escritor Varlam Shalamov, los detenidos exigían tener las manos atadas detrás de la espalda y esto fue expresamente mencionado en el reglamento: «era el único medio de autodefensa de los detenidos contra la fórmula lacónica “muerto durante una tentativa de evasión”»11.

      Fue en el campo de las Solovki donde se puso realmente en funcionamiento, después de los años de improvisación de la guerra civil, el sistema de trabajo forzado que iba a conocer un desarrollo fulgurante a partir de 1929. Hasta 1925, los detenidos fueron ocupados de manera bastante poco productiva en diversos trabajos en el interior de los campos de concentración. A partir de 1926, la administración decidió suscribir contratos de producción con algunos organismos del Estado y explotar más «racionalmente» el trabajo forzado, que se había convertido en una fuente de beneficio y ya no constituía, según la ideología de los primeros campos «de trabajo correccional» de los años 1919-1920, una fuente de «reeducación». Reorganizados bajo las siglas USLON (Dirección de los Campos Especiales del Norte), los campos de concentración de las Solovki se extendieron por el continente, primero en el litoral del mar Blanco. Fueron creados nuevos campos de concentración en 1926-1927 cerca de la desembocadura del Pechora, en Kem y en otros lugares de un litoral inhóspito, pero cuyas inmediaciones eran ricas en bosques. Se encargó a los detenidos que ejecutaran un programa preciso de producción, principalmente la tala de bosques. El crecimiento exponencial de los programas de producción necesitó rápidamente un número creciente de detenidos. Debía conducir, en junio de 1929, a una reforma capital del sistema de detención: el traslado de todos los detenidos condenados a penas superiores a tres años de prisión hacia los campos de trabajo. Esta medida iba a permitir un formidable desarrollo del sistema de los campos de trabajo. Laboratorio experimental del trabajo forzado, los «campos especiales» del archipiélago de las Solovki fueron la matriz de otro archipiélago en gestación, uno inmenso que crecería siguiendo la escala del país-continente entero: El Archipiélago Gulag.

      Las actividades ordinarias de la GPU, con su cupo anual de algunos miles de condenas a penas de campos de concentración o de destierro en residencia vigilada, no excluían numerosas operaciones represivas específicas de gran amplitud. Durante los años tranquilos de la NEP, de 1923 a 1927, los episodios más masivos y sangrientos de la represión tuvieron lugar en realidad en las repúblicas periféricas de Rusia, en Transcaucasia y en Asia central. Estos países habían resistido ferozmente en su mayoría la conquista rusa del siglo XIX y no habían sido reconquistados sino tardíamente por los bolcheviques: Azerbaiyán en abril de 1920, Armenia en diciembre de 1920, Georgia en febrero de 1921, Daguestán a finales de 1921 y el Turkestán, con Bujara, en otoño de 1920. Todos ellos continuaron oponiendo una fuerte resistencia a la sovietización. «No controlamos más que las ciudades principales o más a menudo el centro de las ciudades principales», escribía en enero de 1923 Peters, el enviado plenipotenciario de la Cheka a Turkestán. En 1918, a finales de los años veinte y en ciertas regiones hasta 1935-1936, la mayor parte de Asia Central, con excepción de las ciudades, fue controlada por los basmachies. El término basmachies («bandoleros», en uzbeko) era aplicado por los rusos a los diversos tipos de guerrilleros, sedentarios, pero también nómadas, uzbekos, kirguises, turkmenos, que actuaban en varias regiones de manera independiente unos de otros.

      El principal foco de la revuelta se

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