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los supuestos campesinos acomodados, los kulaks, que no podían, según se consideraba en los medios oficiales, más que oponerse violentamente a la colectivización22.

      Stalin y sus partidarios necesitaron, no obstante, un año entero para acabar con las resistencias, en el seno mismo de la dirección del partido, contra la política de colectivización forzada, de deskulakización y de industrialización acelerada, tres aspectos inseparables de un programa coherente de transformación brutal de la economía y de la sociedad. Este programa se fundaba a la vez en la detención de los mecanismos del mercado, la expropiación de las tierras campesinas y la revalorización de las riquezas naturales de las regiones inhóspitas del país gracias al trabajo forzado de millones de proscritos, deskulakizados y otras víctimas de esta «segunda revolución».

      La oposición denominada de «derechas», dirigida fundamentalmente por Rykov y Bujarin, consideraba que la colectivización solo podía desembocar en «la explotación militar feudal» del campesinado, la guerra civil, el desencadenamiento del terror, el caos y el hambre. Fue aplastada en abril de 1929. En el curso del verano de 1929, los «derechistas» fueron cotidianamente atacados mediante una campaña de prensa de una rara violencia, que los acusó de colaboración con los «elementos capitalistas» y «colusión con los trotskistas». Totalmente desacreditados, los opositores realizaron públicamente su autocrítica en el pleno del Comité Central de noviembre de 1929.

      Mientras que se desarrollaban en la cima los diversos episodios de la lucha entre partidarios y adversarios del abandono de la NEP, el país se hundía en una crisis económica cada vez más profunda. Los resultados agrícolas de 1928-1929 fueron catastróficos. A pesar del recurso sistemático a un abundante arsenal de medidas coercitivas que afectaron al conjunto del campesinado —multas elevadas, pena de prisión para aquellos que se negaran a vender su producción a los organismos del Estado—, de cosecha del invierno 1928-1929 aportó menos cereales que la anterior, creando un clima de tensión extrema en el campo. La GPU censó, de enero de 1928 a diciembre de 1929, es decir, antes de la colectivización forzosa, más de 1.300 disturbios y «manifestaciones de masas» en los campos, durante las cuales decenas de miles de campesinos fueron detenidos. Otra cifra da cuenta del clima que reinaba entonces en el país: en 1929, más de 3.200 funcionarios soviéticos fueron víctimas de «actos terroristas». En febrero de 1929, las cartillas de racionamiento que habían desaparecido desde inicios de la NEP hicieron su reaparición en las ciudades donde se había instalado la penuria generalizada desde que las autoridades habían cerrado la mayor parte de los pequeños comercios y de los talleres de artesanos, calificados de empresas «capitalistas».

      Para Stalin, la situación crítica de la agricultura se debía a la acción de los kulaks y de otras fuerzas hostiles que se preparaban para «minar el régimen soviético». El desafío resultaba claro: los «capitalistas rurales» o los koljozes. En junio de 1929, el Gobierno anunció el inicio de una nueva fase, la de la «colectivización en masa». Los objetivos del Primer Plan Quinquenal, ratificado en abril por la XVI Conferencia del partido, fueron revisados al alza. El plan preveía inicialmente la colectivización de 5.000.000 de hogares, es decir, el 20 por 100 aproximadamente de las explotaciones, de entonces a finales del quinquenio. En junio se anunció un objetivo de 8.000.000 de hogares para el año 1930 solamente. ¡En septiembre, de 13.000.000! Durante el verano de 1929, las autoridades movilizaron a decenas de miles de comunistas, de sindicalistas, de miembros de las juventudes comunistas (los komsomoles), de obreros, y de estudiantes, enviados a las aldeas y dirigidos por los responsables locales del partido y por los agentes de la GPU. Se fueron ampliando las presiones sobre los campesinos mientras que las organizaciones locales del partido rivalizaban en ardor por batir récords de colectivización. El 31 de octubre de 1929, Pravda apeló a la «colectivización total», sin ningún límite en el movimiento. Una semana más tarde, con ocasión del duodécimo aniversario de la Revolución, Stalin publicó su famoso artículo «El Gran Giro», fundado en una apreciación fundamentalmente errónea según la cual «el campesino medio ha girado hacia los koljozes». La NEP había pasado a la historia.

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       Colectivización forzosa y deskulakización

      Como lo confirman los archivos hoy en día accesibles, la colectivización forzosa del campo fue una verdadera guerra declarada por el Estado soviético contra toda una nación de pequeños productores. Más de dos millones de campesinos deportados, de los cuales un millón ochocientos mil lo fue en 1930-1931, seis millones de muertos a causa del hambre, centenares de miles de muertos en la deportación: estas cifras dan la medida de la tragedia humana que fue ese gran «ataque» contra el campesinado. Lejos de reducirse al invierno de 1929-1930, esta guerra duró al menos hasta mediados los años treinta, culminando en el curso de los años 1932-1933, marcados por una terrible hambruna deliberadamente provocada por las autoridades para quebrantar la resistencia del campesinado. La violencia ejercida contra los campesinos permitió experimentar métodos aplicados a continuación a otros grupos sociales. En este sentido, constituye una etapa decisiva en el desarrollo del terror estalinista.

      En su informe al pleno del Comité Central de noviembre de 1939, Vyacheslav Molotov había declarado: «En el marco del plan no se plantea la cuestión de los ritmos de la colectivización. (…) Queda noviembre, diciembre, enero, febrero, marzo, cuatro meses y medio en el curso de los cuales, si los imperialistas nos atacan directamente, tenemos que realizar una penetración decisiva en el área de la economía y de la colectivización». Las decisiones del pleno se ocuparon de esta huida hacia adelante. Una comisión elaboró un nuevo calendario de colectivización que, después de varias revisiones al alza, fue promulgado el 5 de enero de 1930. El Cáucaso del Norte, y el Volga bajo y medio debían ser completamente colectivizados desde el otoño de 1930. Las otras regiones productoras de cereales lo serían un año más tarde1.

      El 27 de diciembre de 1929, Stalin ya había anunciado el paso de «la limitación de las tendencias explotadoras de los kulaks a la liquidación de los kulaks como clase». Una comisión del Politburó, presidida por Molotov, fue encargada de poner en funcionamiento las medidas prácticas para esta liquidación. Definió tres categorías de kulaks: los primeros, «involucrados en actividades contrarrevolucionarias», debían ser detenidos y trasladados a los campos de trabajo de la GPU o ejecutados en caso de resistencia, siendo sus familias deportadas y sus bienes confiscados. Los kulaks de segunda categoría, definidos como «aquellos que manifiestan una oposición menos activa, pero no obstante archiexplotadores, y, por este hecho, naturalmente inclinados a ayudar a la contrarrevolución», debían ser detenidos y deportados con su familia a regiones apartadas del país. Finalmente, los kulaks de tercera categoría, calificados de «leales al régimen», serían instalados de oficio en las márgenes de los distritos en los que residían, «fuera de las zonas colectivizadas en tierras que necesitaran una bonificación». El decreto precisaba que «la cantidad de explotaciones kulaks que había que liquidar en un plazo de cuatro meses (…) se sitúa en una horquilla que va del 3 al 5 por 100 del número total de las explotaciones», cifra indicativa que pretendía guiar las operaciones de deskulakización2.

      Coordinados en cada distrito por una troika compuesta por el primer secretario del comité del partido, el presidente del comité ejecutivo de los soviets y el responsable local de la GPU, las operaciones fueron llevadas a cabo en el terreno por comisiones y brigadas de deskulakización. La lista de los kulaks de primera categoría, que comprendía sesenta mil cabezas de familia según el «plan indicativo» establecido por el Politburó, era de competencia exclusiva de la policía política. En cuanto a las listas de kulaks de las otras categorías, eran preparadas sobre el terreno teniendo en cuenta las «recomendaciones» de los «activistas» del pueblo. ¿Quiénes eran esos activistas? Uno de los más cercanos colaboradores de Stalin, Sergo Ordzhonikidze, los describía de la siguiente manera: «ya que no hay militantes del partido en el pueblo, se ha puesto generalmente a un joven comunista, se le ha colocado como adjuntos a dos o tres campesinos pobres y este aktiv (grupo de activistas) se ha encargado de realizar de manera personal todos los asuntos del pueblo: colectivización, deskulakización»3. Las instrucciones eran claras: colectivizar el mayor número posible de explotaciones

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