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El señor del fondo

       20.Las trampas de la seducción y las relaciones pegajosas

       Una tuerca… sin tornillo

       Jazz que me hiciste mal

       Aberraciones varias

       “Coqueta, soñadora y ardiente”

       21.Cuando a una le atracan el marido

       Se cierne la tragedia

       Reflexiones necesarias y autodefensa

       22.En defensa de los rollos

       Las anfetas y las minas

       La TV nos tienta

       El chocolate y el traste

       Los derechos del gordo

       23.Después de vivir un siglo, arrimarse a los cuarenta

       Se vienen los indios

       Salidas de emergencia

       La juventud se fue, yo ya no espero más

       24.¡Y llegó la cuarentena!

       Llora, llora, urutaú

       La taquicardia paroxística

       La neuroeconomía

       ¿Conclusiones?

       25.Las mujeres solas

       “Mujeres solas”. MUSO, para abreviar

       Las que viven con mamá

       Las que viven solas

       Las MUSO y la sociedad

       26.Lolas nuevas, ¿vida nueva?

       Dos lolas no son nada

       Tercer acto mamario

       Final: ¿quién nos enseña a envejecer?

       27.Cuando las mujeres quieren huir

       Me voy con los gitanos

       Me hago actriz

       Me voy, no más

       Casa de muñecas

      

      Cristina Wargon

Pampia-

      Wargon, Cristina

       El descabellado oficio de ser mujer / Cristina Wargon ; dirigido por José Marcelo Caballero. - 1a ed mejorada. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : La Esquina de los Vientos, 2019.

       Libro digital, EPUB

       Archivo Digital: descarga y online

       ISBN 978-987-46606-9-5

       1. Narrativa Humorística Argentina. I. Caballero, José Marcelo, dir. II. Título.

       CDD A867

      © de esta edición, Pampia Grupo Editor 2019

      Juan B. Alberdi 872 (1424) C.A.B.A.

      Buenos Aires, Argentina

      E-mail: [email protected]

      www.pampia.com

      Director Editorial: José Marcelo Caballero

      Ilustración de tapa: Marlene Pohle

      Diseño: Equipo editorial

      ISBN 978-987-46606-6-4

      Primera edición mejorada

      Editado en Argentina

      A mis hijos y a Coco Feldman, quienes con sus desvaríos, escándalos y coacciones me brindaron abnegadamente todos los argumentos para este libro.

      He pasado varias noches desvelándome con el tema si debía o no sacar todo lo que alude a la violencia contra las mujeres, que surge en forma de humor y pareciera avalarla. No lo escribiría hoy. Pero no lo sacaré del libro. Leído ahora a la luz de todos los avances que han conseguido las chicas jóvenes, parece una salvajada, pero he llegado a una conclusión: estas nuevas generaciones que han aprendido y siguen aprendiendo, cómo defenderse, no nacieron de un repollo, vienen de madres, como nosotras que, con más deseo que ideología, ya sabíamos que la cosa estaba mal y cada una protestaba como podía. Escribiendo humor, estudiando teatro, trabajando el doble que los varones y, sin saberlo, abriendo un camino para que las chicas de hoy, hijas y nietas, pudieran marchar, enarbolando banderas. Las chicas jóvenes han adquirido conciencia de género, palabras que por aquel entonces no existían. Salvo, claro está, por nuestras primeras feministas, también un poco madres nuestras pero que eran un grupo diminuto. Esas piedritas fundacionales que terminaron en avalancha. En síntesis, dado que todo lo escrito lo hice desde la buena fe, que nunca pretendí más que pintar mi aldea, que jamás me confundí de bando y que, si fue una siembra, me encanta la cosecha. Quedan todos los chistes en su lugar. He dicho. ¡Publíquese, y archívese!

      “Parirás a tus hijos con dolor”. Está bien, ¿y después qué hago?

      “Hecha la madre, hecho el conflicto”, y como a todos nos parió alguna, y algunas a nuestra vez hemos parido a otros, este lío de las madres tiende a perpetuarse. Mientras los tangos y los boleros juran y perjuran que somos de lo mejor, el psicoanálisis nos derrumba las estatuas en cuanto diván puebla este planeta. El dilema no acepta soluciones: tener madre es un clavo, no tenerla es imposible, y ser una madre, a esta altura de la informática, da pánico.

      Según es de público conocimiento, el ser humano nace disminuido mental. No sabe leer ni escribir, desconoce la Coca Cola, no habla, no atiende la puerta y además se hace pis y caca.

      En este deplorable estadio de su existencia se denomina “bebé”. Y es un bicho por el cual a las mujeres en general y a las madres en particular, se nos cae la baba. Lejos de ahogarlo en un balde o encerrarlo en un baúl hasta que se convierta en una persona útil a la sociedad, pasamos largos años de nuestra existencia y de la suya limpiándole la cola, celebrando sus “ajó”, procurando que no se machuque tirándose de la cuna o se intoxique con hormiguicida (los bebitos son así de necios).

      Si pensamos que tanto afán se despliega en un ser que solo nos devuelve “provechitos” y anginas rojas, uno podría suponer que quien carga con semejante tarea merece, no más, los tangos, los boleros y una estatua a la “madre anónima” cada diez metros. Sin embargo, la ciencia nos ha demostrado que mientras calentamos mamaderas a destajo y nos desvelamos años enteros, no hacemos más que generar traumas, pues esos bichitos que no saben ni su nombre van a recordar para siempre cada uno de nuestros errores.

      Veamos si no un caso típico: estos tiernos borradores de un ser humano tienen por costumbre gritar. Profieren unos certeros berridos perforantes a cualquier hora del día o de la noche.

      Pues bien ¿qué debe hacer una “buena” madre cuando el crío chilla? Las opciones parecen ser dos: o alzarlo o dejarlo desgañitarse. Pero ninguna de las dos es siempre la correcta. Si lo cargamos en brazos, dicen las comadres y

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