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vi una araña con pelo

      Yo vi una araña con pelo

      en el alar de mi casa

      con rabo y con cuatro patas

      con rabo y con cuatro patas

      y tenía forma de cangrejo.

      La araña te va a picá

      agárrala por detrás

      la araña te va a morder

      agárrala por los pies

      la araña pico a Gustavo

      porque le tentaba el rabo

      borracha araña atrevía

      ayer asustó a María.

      Esa araña inteligente

      esa araña inteligente

      es una friega pa´ mí

      de pronto la veo subir

      de pronto la veo subir

      haciendo mueca a la gente.

      La araña te va a picá

      agárrala por detrás

      la araña te va a morder

      agárrala por los pies

      la araña pico a Gustavo

      porque le tentaba el rabo

      borracha araña atrevía

      ayer asustó a María.

      Gustavo Rada, por su parte, manifestaba ser el autor de la letra de la canción. Refiere cómo se originó. “Yo llegué a Barranquilla procedente de Bogotá, para el nacimiento de mi hija Alicia Mercedes, en 1946, e invité para festejar ese día a Efraín Torres, Numa Pabón, Ángel fontanilla y Guillermo Buitrago, entre otros. La canción se origina porque al costado de la casa donde vivía, en el callejón del Matadero, había un grupo de pelados festejando la muerte de una cipote araña negra y pelúa”. Gustavo Rada se da cuenta, “porque había ido al patio a orinar, y se sorprendió al ver ese cipote animal”. Este fue el motivo para que empezara a tararear el primer verso:

      Yo vi una araña con pelo

      en el patio de mi casa

      con rabo y con cuatro patas

      tenía forma de cangrejo…

      Llamó a Fontanilla para que escuchara los primeros versos. Se acercaron, entonces, Numa Pabón y Buitrago, que le dijo que esa canción estaba buena para grabarla. Término Gustavo de hacerla y ese mismo día la montaron.

      Cuando habla de “Borracha araña atrevida// ayer asustó a María”, se refiere a María Flores, entonces su mujer, y cuando dice “La araña picó a Gustavo// porque le tentaba el rabo...”, no es porque lo haya picado, ni él le hubiera tocado el rabo, como él mismo manifestaba, sino que los agregó para hacer el acoplamiento de los versos, cuadrar la melodía. El resto, termina diciendo Gustavo, lo hizo El Mono Guille. Además de una tremenda letra, sencilla y pícara, como la mayor parte del repertorio de la música de Ciénaga y la región, Buitrago le imprimió a la interpretación una gracia difícil de superar o de encontrar en otras composiciones de la música popular colombiana. Es uno de sus clásicos. Surgido, como se deprende de las confesiones de Gustavo Rada, de un episodio de la vida cotidiana e infantil en un barrio popular, pero que sus compositores le dieron una pícara vuelta de tuerca para trascender el motivo inspirador inicial y pasar a ser una metáfora que el entendido pueblo colombiano disfruta y goza, sin distingos de clases y edad.

      Los enanos

      Por supuesto que no faltaron aventuras en la vida de Buitrago. Guillermo era metódico, pues cada vez que salía de su casa, decía para dónde iba o dónde iba a estar, y así, siempre se le encontraba cuando se le necesitaba.

      Guillermo galanteaba a una de las trapecistas, tocando antes de cada función en unos establecimientos comerciales que había en la calle 17, la vieja calle Nueva York, frente al circo. El propietario de los locales era J.M. Fuentes Cabas, y estaban ubicados entre lo que es hoy la refresquería Chimitá y el Banco de Colombia, en un extremo de la calle más comercial de Ciénaga, escenario también de la masacre de obreros de 1928.

      Así conoció Guillermo a esta agraciada jovencita, de nombre Emperatriz, y se enamoró de ella. Decidió, entonces, asistir a todas las funciones, ya fueran vespertinas o nocturnas, y un domingo, en matiné, se presentó el problema: en la puerta de la carpa, Buitrago y Emperatriz charlaban cuando, energúmeno y lleno de celos, apareció el domador de fieras y atacó a Buitrago, quien, indefenso, entró a una casilla del ferrocarril. El domador, armado de hierro enorme, forzaba la puerta del refugio de Buitrago, algo que habría conseguido de no mediar la intervención de sus amigos Alfonso, Enrique y Fernando Angarita, Camilo Remón, Roberto Montero, Toño Miranda, Guillermo Pereira, Nicanor Velásquez y Darío Torregroza, quienes atraparon al domador y le propinaron una tremenda surimba.

      Al día siguiente se fue al circo y con él Emperatriz la trapecista, y solo quedó un vacío en el playón de la estación. Buitrago, triste y melancólico, compuso entonces “El circo”, que la casa disquera rótulo “Los enanos”: pieza en donde habla de payasos, de animales, de malabaristas y de equilibrista, pero no menciona para nada a Emperatriz, la linda maromera, por quien estuvo a punto de perder la vida una tarde.

      El grupo de amigos, al tanto del amorío, le dijeron a Guillermo que el circo estaba en Fundación. Le propusieron incluso al enamorado ir darle a Emperatriz una serenata, que ellos irían, dispuestos a repetirle, si era necesario, la surimba al domador de fieras.

      Guillermo, prudente y resuelto a no crear problemas, no les paró bolas, y no quiso, por más que le dijeran, ir a Fundación a cantar frente al circo. Esta es la versión:

      Aa la una, aa las dos...

      a las dos y media y un poquito más ...

      ja ja ja ja , dale cajeta pues...

      Las muchachas cienaguera

      con la llegada del circo

      han abandonado todo,

      los enanos patulecos

      con sus caras de chorizo

      han hecho la barrejobo.

      Que... yo seré la maromera

      que... yo seré la equilibrista

      que.. yo seré la payasada

      que... y yo seré malabarista.

      Así decían las niñitas en sus casas

      A sus abuelos y a toditos sus parientes.

      Que... yo seré la maromera

      que... yo seré la equilibrista

      que.. yo seré la payasada

      que... y yo seré malabarista.

      Pasaron mucho trabajo

      los perros y los burros viejos

      con la llegada del circo

      los gatos a dos por chivo

      almuerzos embolatados

      y enamorados con compromisos.

      Que... yo seré la maromera

      que...

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