Скачать книгу

pasaban por el micrófono en la programación de La Hora Artístico-Literaria, de Darío Torregrosa Pérez.

      Esporádicamente Buitrago se presentó en la emisora de Sergio Martínez Aparicio, en la experimental de Rafael A. Correa Serna y en la de Juan Armenta Vázquez. Su primera guitarra fue un regalo de Darío Torregroza Pérez, hecha por Alberto Bornachera Carrillo, carpintero de profesión.

      Buitrago asistía a las programaciones que hacían las emisoras. Su aporte fue valioso y muy significativo. Con Ramón Ropaín creó y dirigió el programa La Hora de los Aficionados, que los mayores recuerdan con viva nostalgia.

      Causó agrado en aquella época, el premio dado al concursante Efraín Miranda Reales, quien conformara el famoso Trío Cienaguero, al ocupar el segundo puesto. Un año gratis de estudio en el colegio de Juan Pastor Campo. El primer puesto, Hugo Parejo Fontanilla, recibió como premio una máquina fotográfica.

      Guillermo disfrutaba los bailes y gozaba el carnaval, y en tiempos de carnaval solía sacar un disfraz de mariachi, Allá en el Rancho Grande, canción que entonaba con una agraciada pareja, la linda jovencita Carmen Mancilla, cuya voz hizo época en su generación. Era una chica entusiasta, nativa de Ciénaga, enormemente apasionada por el canto, que interpretaba canciones románticas.

      Ella actuaba en la emisora a escondidas de sus padres, porque no les gustaba que su hija anduviera metida en los asuntos de la farándula y menos cantando en una emisora. Para que sus padres no se dieron cuenta de sus presentaciones, el animador del programa, Juancho Ortega, la anunciaba como una cantante anónima: “Ustedes dirán que Ciénaga no tiene artistas, aquí tienen a la Incógnita Cienaguera deleitándonos con el precioso tango “Besos brujos”, de Libertad Lamarque”.

      Diferentes grupos musicales, dúos, tríos, solistas y cuartetos, llegaban de distintos rincones de Ciénaga a la emisora.

      El conjunto Ronda Lírica del Magdalena, por ejemplo, deleitaba a los asistentes con pasillos, bambucos, valses y nuestros aires tropicales. Lo conformaban Blas Carrillo, director y bandola; José Meléndez, tiple; José Pacheco, guitarra; e Hilda Esther Linero Díaz, guitarra. Esta última, nacida en Ciénaga el 23 de febrero de 1918, hija del samario Roberto Linero Padilla, fue criada por Blas Carrillo, quien le enseñó a tocar guitarra. Carrillo, además de la bandola, tocaba tiple, guitarra, violín, dulzaina y la famosa hojita, que hacía sonar como un clarinete.

      La clave de Aquileo Peña, el banjo del cartagenero Juan Riola Guerrero, las guitarras de Pedro Camacho y José Hilario Castro, la parte vocal de Guillermo Meléndez fueron sensacionales cuando en la emisora reventaron con el tema “El Progreso del Magdalena”, merengue de la autoría de Meléndez.

      Un buen campo de aviación

      carretera pa´ correr

      eso era lo que queríamos

      ya lo podemos ver.

      También la radio emisora

      tu progreso va adelante

      hace volar como el viento

      las voces de los cantantes.

      La emisora mantuvo la sintonía y el entusiasmo por mucho tiempo; primero como Ecos del Córdoba, después como Ondas del Magdalena y finalmente como La Voz de Ciénaga. Las dificultades y los problemas económicos obligaron a don Roberto a limitar la programación.

      Por eso, cada vez fueron menos frecuentes las presentaciones de La Incógnita Cienaguera, los programas de La Hora Infantil, la Hora de los Aficionados... y así, un día cualquiera, por la falta absoluta de patrocinio, acabaron.

      En el año 1942,18 de enero, la emisora fue vendida a Hernán Gómez Peláez, que vino de Sincelejo a realizar el negocio y se llevó como socio a Guillermo Pereira, quien, además de buen guitarrista, fue un destacado ingeniero electrónico, su verdadera profesión. De esa forma se originó la emisora Radio Sincelejo.

      Este ilustre ingeniero electrónico, fijó desde entonces (1942) su residencia en Sincelejo, donde conoció a Julia Almario Montes, con quien se casó y tuvo ocho hijos. Regresó a Ciénaga 7 años más tarde, cuando viajó con su hija Consuelo del Carmen, que tenía entonces un año de nacida, para que la bautizaron Víctor Roberto y Consuelo, padre y hermana, respectivamente, de Guillermo. Después regresó a Sincelejo donde se quedó definitivamente. No volvió más a Ciénaga.

      La primera semana de abril de 1948, la emisora presentó a Guillermo Buitrago y sus muchachos en el teatro El Dorado, en Sincelejo, cuyo propietario era Enrique Castellanos. Fue la única presentación del artista cienaguero en dicho lugar.

      Guillermo Pereira recibió varias condecoraciones por sus servicios prestados a la radiodifusión costeña. Las emisoras La Voz de Montería, Radio Barají, de Sahagún; Ideal, de Planeta Rica; y Radio Progreso de Córdoba, de Lorica, le impusieron una medalla honorífica en reconocimiento a su labor.

      A Guillermo Pereira y Pereira se le considera uno de los pioneros del sistema F.M., en los departamentos de Sucre y Córdoba, pues con su aporte colocó a las emisoras de estas dos regiones al nivel de las principales del país.

      Tuve la oportunidad de visitarlo en su casa de Sincelejo, el 23 de diciembre de 1997, donde su familia me recibió calurosamente. Aún recordaba las vivencias de aquellos años treinta y principios de los cuarenta, de su ciudad natal. Se interesó por el destino de algunos amigos y de algunas conocidas casas comerciales. Me comentó episodios interesantes, sucedidos en la emisora de Ciénaga, muchos de ellos consignados en esta obra. Mes y medio después, el 8 de febrero de 1998, Guillermo murió en Sincelejo de un infarto cardíaco.

      Buitrago actor

      Guillermo Buitrago incursionó igualmente en el teatro. Se presentó en una obra en el Colegio Santa Teresa, de las Hermanas de la Presentación, titulada Bajo unas palmeras. Actuó con Ana Joaquina Gastelbondo, que hizo el papel de cantante, mientras que en un bote, con un fondo lleno de palmeras, mar y aves, remaba “El Mono” Buitrago. La obra fue presentada varias veces y gustaba, pero no llenaba en nada las aspiraciones de Guillermo.

      Definitivamente “no le jalaba a eso”. El bote no era su vocación. Si le hubieran dado una guitarra, el remero seguramente hubiera cantado.

      El Garcípolo

      Guillermo Buitrago fue una persona de pocas bromas. Sin embargo, no escapó a ellas. Una muy recordaba aún, ocurrió en casa de Manuel Meza Fonseca, en el callejón Enciso, entre calles Santander y Magdalena.

      El 16 de enero, cumpleaños de Alicia, Pablo, su hermano mayor, regresó de la finca en donde había estado de cacería con unos amigos, comentaba Arturo, hijo del viejo Meza. Encontró una agradable reunión, amenizada por Bienvenido Martínez y Guillermo Buitrago. A eso de las once o doce de la noche, cuando todos disfrutaban de la fiesta y estaban en lo mejor, a Pablo se le ocurrió organizar un sancocho con la presa que había traído de la cacería.

      La presa era un pájaro grande, apetecido por la familia, un Garcípolo que había apartado, premeditadamente, para que se lo comiera Buitrago. Guillermo degustó el plato mientras los otros, entre risas y chistes, empezaron a llamarlo Garcípolo, no solo por habérselo comido, sino porque ambos (el pájaro y Buitrago) tenían una característica común: los dos tenían el cuello largo. Al principio Guillermo quiso molestarse, pero finalmente aceptó la broma, como aceptó también repetir del suculento sancocho.

      Es posible que haya aceptado la broma, termina diciendo Arturo, por la amistad tan familiar que los unía a ellos, especialmente con don Manuel y Marcelina Jerónimo, a quien cariñosamente llamaban Chela.

      Extraño episodio en su vida

      Siendo inspectora de educación en Ciénaga Helena Esther Castañeda Rada, reunió en aquella época a los dos distintos colegios de la ciudad con el propósito

Скачать книгу