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como parte integral del culto religioso. Una nueva religión solo podría venir en ayuda de la misión del legislador político, para hacer desaparecer la prostitución sagrada e imponer un freno saludable a la prostitución legal. Este fue el trabajo del cristianismo, que al destronar el culto de los sentidos proclamó el triunfo del espíritu sobre la materia8.

      Así, desde la perspectiva del cristianismo, Jesucristo en su Evangelio restableció a la cortesana, realzó a la Magdalena y admitió a esta pecadora al banquete de la palabra divina; Jesucristo había llamado tanto a las vírgenes prudentes, como a las vírgenes insanas, pero inaugurando la era del arrepentimiento y la expiación, había enseñado moderación y continencia (cfr. Juan 7:53-8:11; Lucas 7:36-50). Sus apóstoles y sus sucesores, para sacudir los cimientos del altar de los dioses impúdicos, anunciaron al mundo cristiano que el verdadero Dios no se comunicaba sino con las almas castas, y no se encarnaba sino en los cuerpos desprovistos de suciedad y pecado. Empero, no es clara la idea de un Dios selectivo y excluyente, sino más bien el mensaje de un Dios de perdón y misericordia. En estos tiempos de civilización progresiva, la prostitución hospitalaria ya no existía; la prostitución sagrada, que por primera vez se la apreciaba con vergüenza, se encerró en sus templos ya disputados por un culto nuevo, más moral y menos sensual. El paganismo, amenazado, asaltado por todos lados, ni siquiera trató de defender esta prostitución como una de sus formas favoritas, y la conciencia pública la rechazó con horror. Así, la prostitución sagrada dejó de existir, al menos abiertamente, antes de que el paganismo abdicara por completo de su culto y sus templos; la religión del Evangelio había enseñado a sus neófitos a respetarse a sí mismos; la castidad y la continencia eran ahora virtudes obligatorias para todos, y ya no un privilegio exclusivo de algún filósofo; la prostitución no tenía ya razón de ser ni espacio para acomodarse en el manto de la religión ni de esconderse en la oscuridad del santuario9.

      Pero una cosa debe estar claramente establecida, y es la inmensa distancia que corre entre la prostitución antigua y la moderna. Esto es puramente legal, no permitido pero tolerado y sujeto a la doble censura de la religión y la moralidad; mientras que, por otro lado, eso, aunque condenado por la filosofía, fue consagrado por costumbres y dogmas religiosos. Antes del cristianismo, la prostitución se encuentra en todas partes, en el santuario doméstico, en los templos y en triviums; en el reino del Evangelio, ya no se atreve a mostrarse a ciertas horas nocturnas en lugares reservados y lejos de la gente decente10.

      La prostitución en tres formas particulares según las leyes de la hospitalidad, la religión y la política. Las fuentes y materiales abundan y tratar esta materia podría ocupar la extensión de muchos volúmenes. Las cartas de Alcifrón, los Deinosofistas de Ateneo y los diálogos de Luciano nos hacen menos grave la pérdida de los tratados históricos compilados por Gorgias, por Amonio, por Antífanes, por Apolodoro y otros escritores griegos, sobre la vida y costumbres de las cortesanas o etarias. Meursio, Musonio y muchos eruditos modernos, y entre otros, el profesor Jacobs de Gotha no juzgaron este tema indigno de sus más serias disertaciones. La Antigua Roma no nos ha dejado ningún libro especialmente dedicado a este tema, aunque no era ajena a él, pero los autores latinos, y más aún los poetas, contienen más material del que podemos usar11.

      En este escrito se pretende entonces dar una mirada al fenómeno en la sociedad y en el derecho romano desde una perspectiva diacrónica, y plantear y contribuir a una reflexión en sentido moderno o actual que aporte elementos para una interpretación con base en la dignidad humana y en la libertad.

       A. SEXUALIDAD Y TIEMPOS REMOTOS. PROSTITUCIÓN Y RELIGIÓN: PRIORIDAD HISTÓRICA DE LA PROSTITUCIÓN COMO MANIFESTACIÓN RELIGIOSA. HIPÓTESIS: EL RECHAZO SE ACOMPASA CON EL ÉNFASIS DEL DIOS MASCULINO Y DE LA PROGRESIVA DISCRIMINACIÓN DE LA MUJER. DEL “PRECIO SACRIFICIAL” AL “PRECIO DE LA CARNE”

      A partir del año 1200 a.C. es posible afirmar que comienza el rechazo a la prostitución, aunque su ejercicio y la prestación del servicio nunca han cesado. La hipótesis originaria plantea que el rechazo se acompasa con el énfasis del Dios masculino y de la progresiva discriminación de la mujer. El paradigma es: del “salario sacrificial” al “precio de la carne”.

      De acuerdo con Heródoto, todas las mujeres en Babilonia se tenían que prostituir por lo menos una vez en su vida, como una especie de voto o de sacrificio en honor de la diosa Ishtar. El historiador griego relata que las mujeres se encontraban en las afueras de los templos, esperando a los extranjeros para tener relaciones con ellas. Pero, ¿cuál sería la razón de la afirmación del historiador en este caso? González Torres plantea que quizás la impresión que se llevó Heródoto en relación con esto se debió a que había una gran cantidad de prostitutas en ciertos templos, puesto que estos, como los de la mayor parte del mundo, eran importantes centros de comercio. Posiblemente estas eran prostitutas comunes, ya que el mismo investigador menciona que estas mujeres provenían de los marginados de la sociedad12.

      En el tercer milenio a. C., en Babilonia, toda mujer tenía la obligación, al menos una vez en su vida, de acudir al santuario de Militta para practicar sexo con un extranjero como muestra de hospitalidad, a cambio de un pago simbólico. Este rito tiene su origen en la diosa de la cultura sumeria Inanna, diosa de la belleza y la sensualidad. Es la diosa más importante en la antigua Mesopotamia. Sabemos que los acadios la llamaron Ishtar. Sus sacerdotisas, que se habían consagrado vírgenes al servicio del templo, tenían relaciones sexuales con aquellos que habían dejado en el templo una ofrenda económica a la diosa.

      La indagación sobre la prostitución en la India es la más abundante, ya que existen numerosas fuentes que aportan datos desde la época antigua hasta hoy. González Torres señala que en la India antigua había varios tipos de prostitutas o veshya: rajaveshya, la del rey; nagari, la de la ciudad; guptaveshya, la que actuaba secretamente, que era una mujer de buena familia que llevaba a cabo su vocación en secreto; devadeshya, del dios (devadasi: servidora del dios) y brahmaveshya o tirthaga, las que se encontraban en los lugares de peregrinación (Sur: 142)13.

      El mismo autor referido indica que según el Arthashashtra, existía un superintendente, responsable del cuidado y de la supervisión de las cortesanas de palacio, de la inspección de los prostíbulos y de la recolección mensual de dos días de ganancia de cada prostituta, como impuesto para los gobernantes. Había un estímulo del mismo estado para los maestros de las prostitutas. Y eran famosas las de la India que aun en Roma se las encontraba. Se habla también de muchas obras, como puentes y edificios públicos, pagadas por las prostitutas14.

      La problemática está vinculada con la posición de la mujer en la sociedad, su posición en la familia, la actitud ante el sexo, los tabúes, la concepción de la virginidad, del aborto y de las relaciones de parentesco; etcétera. En la tradición de la India, pues, se considera a las prostitutas como mujeres que tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio, por lo cual reciben un pago ellas mismas o las personas que las administran. En otras palabras, señala González Torres que queda fuera de este concepto el adulterio, el concubinato, la promiscuidad sexual voluntaria y sin remuneración, y los préstamos de mujeres a los huéspedes como muestra de buena voluntad, como era el caso de los esquimales15.

      González Torres concluye que es posible que las prostitutas sagradas hayan antecedido a las seculares, aunque también es posible que su aparición haya tenido orígenes funcionales diferentes. Las prostitutas sagradas formaban parte de los especialistas de los templos, y eran una especie de puente entre las sacerdotisas y las “brujas”, es decir, “aquellas mujeres con conocimientos y poderes más allá de lo normal, gran parte de los cuales se basaban en el sexo”16.

      Por su parte, las auianime mexicas eran mujeres expertas amorosas,

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