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      • ¿Cuáles de las expresiones de R. Guardini definen mejor mis momentos de decaimiento de la energía vital?

      • ¿Qué reacciones espontáneas tengo ante estos síntomas de pérdida de profundidad: comprar cosas, renovar el mobiliario o el vestuario, hacer deporte compulsivo, buscar promociones en el trabajo, rejuvenecer mi aspecto físico...?

      • ¿Qué lugares del comienzo de mi día pueden ser escenario de excursiones silenciosas realidad adentro?

      • ¿Qué actos de autoconciencia puedo realizar para que Bereshit sea cada principio?

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      LA BURBUJA

      En los últimos meses he entrado en contacto con ejecutivos de grandes empresas, como profesor de Responsabilidad Social Corporativa. La relación me ha hecho viajar... con gastos pagados por las empresas y en clase Business («la empresa quiere a sus empleados e invitados bien despiertos al llegar a una reunión»). La clase Business te permite esperar el embarque en zonas con buffet libre, buenos sofás y conexión a Internet y prensa gratuitos. También reduce las colas para sacar la tarjeta de embarque, para atravesar los controles de seguridad y para el embarque. Y permite acomodarte en unos asientos extensibles que te hacen pasar noches de vuelo como si estuvieras en una cama de hotel. Los hoteles donde me he alojado tenían todas las comodidades y mucha gente a mi servicio. Por la ciudad me he desplazado en coches de empresa o taxis; entre ciudades africanas, en avioneta. He sido invitado a buenos restaurantes, donde he comido excelentemente... Mi amigo William dice que esta gente vive en una burbuja.

      La gente de la burbuja cobra sueldos altos, que les permiten enviar a sus hijos a buenas escuelas y universidades, cuidar su salud en hospitales privados y vivir en barrios altos. Como usan muy poco la sanidad, la educación o el transporte públicos, son, a veces, reacios a pagar impuestos o a valorar la importancia del sector público. Trabajan mucho y soportan altos niveles de estrés: por eso, a veces olvidan que viven en la burbuja, en parte debido a que han nacido en un ambiente que les ha facilitado estar donde están. Y este olvido lleva a algunos a considerar a los que están fuera de la burbuja como gente simplemente menos esforzada que ellos...

      La mayoría de los directivos con los que he tratado son inteligentes y buenas personas: tienen la conciencia de que hay que construir un mundo mejor y de que las empresas tienen una seria responsabilidad en esta tarea.

      Ojalá todo el mundo pudiera vivir dignamente y de manera sostenible para el medio ambiente. Pero, hoy por hoy, esto no es así. Hay millones de personas que viven y mueren en condiciones infrahumanas, y que además son fuertemente perjudicadas por un sistema económico y social que concede a una pequeñísima parte de la humanidad las condiciones para entrar y mantenerse en la burbuja.

      ¿Qué podemos hacer para que los gobiernos, las empresas, las escuelas y universidades, los hospitales, las ONG, las leyes y los líderes vayan eliminando las condiciones infrahumanas y reduciendo las desigualdades de manera ambientalmente sostenible? Para ir logrando estos objetivos, la gente de la burbuja tiene un papel importante. No son los únicos actores clave, pero son actores clave. Y, sin embargo, si toman ciertas decisiones, pueden acabar perdiendo la confortabilidad de la burbuja.

      En este punto la pregunta es: ¿qué puede motivar a la gente de la burbuja a tomar decisiones personalmente sacrificadas hacia un mundo más justo y humano? Seguramente les pueden motivar los valores y las creencias que han recibido y quieren poner en práctica. Pero, para activar estos valores y creencias, hay algo que me parece especialmente importante: conseguir que entren en contacto cercano y cordial con las víctimas del sistema económico y social que construimos entre todos. Para descubrir que entre las víctimas hay dolor, muerte y desesperanza; pero también vida, solidaridad y esperanza. Y para cambiar la forma en que las empresas y los poderosos operan: para eliminar las condiciones que causan este dolor, esta muerte y esta desesperanza.

      La gente de la burbuja, ¿son «ellos»? Yo también vivo en unas cuantas burbujas, aunque he hecho voto de pobreza. Parafraseando a Jesús: «Quien esté libre de burbujas, que tire la primera piedra».

      * * *

      Un niño de seis años de familia muy rica pregunta a su hermana de ocho años:

      –¿Qué es un pobre?

      Ella le contesta:

      –Un pobre es una persona que vive en un castillo pobre, tiene sirvientes pobres, un chófer pobre, un coche pobre, un jardín pobre y una piscina pobre.

      Este mundo está ciego. Solo unos pocos aquí pueden ver con claridad. Solo unos pocos, un reino divino, como pájaros liberados de las redes (Dhammapada 174).

      El dinero convierte en verdad lo que es erróneo,

      y al juez le convierte en abogado;

      sabio hace parecer al hombre necio,

      solo que tenga dinero.

      El dinero hace bien, el dinero hace mal,

      el dinero hace al hombre infernal

      y le hace santo celestial,

      según cómo lo usa.

      (A. TURMEDA, Elogi dels diners [Elogio del dinero])

      Entonces él, alzando los ojos en dirección a los discípulos, dijo:

      –Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios [...]

      ¡Ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo! (Lc 6,20.25).

      * * *

      • ¿En qué burbujas vivo?

      • ¿Qué puedo hacer para conectar con gente de fuera de las burbujas, y más concretamente con las víctimas?

      • ¿Qué satisfacciones produce estar fuera de la burbuja?

      • ¿Cómo puedo estimular a la gente de la burbuja a vivir y decidir en favor de la justicia?

      3

      TAL COMO ERES

      Un sábado de octubre por la noche, después de la actividad del grupo scout, los monitores nos reunimos para una sesión de formación. La dirigían Xavier y Eulàlia, que llevan muchos años educando en el tiempo libre en Bellvitge (Hospitalet de Llobregat). De todo lo que contaron nos quedó grabada una afirmación contundente: «Tal como eres educas».

      Es decir, el educador no transmite lo que desea transmitir; no transmite sus ideales educativos; no transmite los valores pedagógicos que ha estudiado y sobre los que ha reflexionado. Transmite lo que es: «Tal como eres».

      Xavier lo decía muy crudamente: «Si eres un cabrón, educarás a cabrones; si eres un vanidoso, educarás a vanidosos; si eres generoso, educarás a generosos. Porque los niños se fijan en todo lo que hacen los monitores». A veces los niños se fijan en lo que decimos, pero solo a veces, porque se distraen con frecuencia. En cambio, captan, consciente o inconscientemente, todo lo que hacemos. Esto es lo que reciben, lo que absorben, lo que les configura la forma de ser: lo que les educa.

      Estas reflexiones me hicieron pensar en un informe de la UNESCO de 1996, coordinado por Jacques Delors y titulado La educación encierra un tesoro. Vale la pena leerlo todo, pero dos ideas me parecen relevantes:

      1) Nos educamos toda la vida: «De la cuna a la tumba».

      2) Educarse tiene cuatro dimensiones: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser.

      Siempre estamos educándonos, y siempre estamos educando a los demás. Tanto si somos conscientes de ello como si no. Y, particularmente, las dimensiones de aprender a convivir y aprender a ser son las que transmitimos

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