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saltamos y le hice hartas cosquillas, hasta besos en la mejilla le di, estaba muy feliz ese día. También me di cuenta de cómo te miran las mujeres alrededor cuando juegas con un niño, es extraño, es como cuando los hombres vemos a una mujer con senos enormes. Volvimos a la fila para estar con ella que estaba conversando con la Cami en ese momento, y en una muy pequeña escalera, se cae la niña de un peldaño a otro, no pasó hasta abajo por suerte, pero si recuerdo que todos reaccionaron como si se hubiera roto la cabeza (exagerados), entre la mamá y yo la consolamos, La Cami y la Sandra que también son mamás ni se movieron, creo que de inmediato se dieron cuenta que no era para tanto y se nota que ya le ha pasado antes. La niña estaba muy activa, y la mamá no entendía por qué, yo me fijé en la bolsa de dulces que tenía y de inmediato pensé en exceso de azúcar en el cuerpo. Después de eso nos iríamos a la casa como siempre. Ese día nos dijo por qué calle era donde vivía, pero no fuimos hasta allá.

      Ya llevábamos como 2 semanas de clases y comenzaría a alejarme un poco de mis amigos hombres, en cambio a las niñas con las que salíamos de clases nos juntaríamos aún más, excepto por la Natalia que faltaría cada vez más, ya que me estaba alejando de mi grupo de amigos, me sentaría adelante, en la fila de en medio, fue ahí donde conocí a la Macarena, una rubia bastante guapa, de ojos verdes y deportista, con ella y sus amigas comenzaríamos a ayudarnos a pasar el ramo de física mecánica, que de paso ella estaba dando por segunda vez, fue el único ramo que reprobó en toda la carrera. Mientras la Natalia brillaba por su ausencia, y las pocas veces que ella iba estaba perdida. Yo recién estaba conociendo a la Macarena, cuando nos fuimos los 4 de siempre más la Claudia, una compañera que se nos unió ese semestre, la cosa es que la Natalia no paró de molestarme con mi nueva amiga rubia, me dijo de todo en tono de broma, fue tanto que yo en un momento le dije —oye ¿acaso estás celosa?—. Todas quedaron en silencio y a la Natalia se le borró la sonrisa de la cara sólo para decir —no—. Creo que esa fue su última clase de física mecánica, siempre era a primera hora, y nunca llegaba a esa clase por su trabajo, también fue la penúltima vez que nos iríamos juntos, desde ese día un tipo en un colectivo la pasaría a buscar y a dejar a la universidad.

      Dedicaré este párrafo únicamente para la hablar de la Macarena con quien ya no tengo contacto, verán en la carrera que estudié me llevaban un año de ventaja 3 amigos de la compañía, el Vicente, el Rafael y el Víctor quien estaba estudiando en la vespertina. Además de eso tanto Agustín como Maximiliano fueron profesores y compañeros de compañía conmigo, nunca me regalaron una nota, pero si me exigieron más. Ella los conocía a todos exceptuando al Víctor, al que más conocía es al Vicente con quien se juntaban a carretear6. A ella le gustaban los bomberos y hacía campaña benéficas para la Teletón en ese entonces, bueno todo bien, excelente la verdad. La triste realidad es que si bien nos llevábamos bien, y más de alguien me dijo que aprovechara la oportunidad e intentara algo con ella, que me la jugara7, no lo hice. Estaba totalmente enamorado de la Natalia.

      Llegaría el último día en que nos iríamos juntos, no sé qué clase tendríamos, pero recién estaba comenzando el semestre, estaba sin la niña, no iba a su casa así que me acompañó hasta más lejos para tomar el colectivo, ahí aproveche para decirle lo que sentía por ella y ver qué pasaba. Su reacción fue de disgusto, pero al mismo tiempo de no querer herir a nadie, al cabo de un rato se fue. Recuerdo en el pasado que me habían dicho que no, pero a la segunda o tercera insistencia te terminaban diciendo que sí, así que tenía 2 opciones, o rendirme o seguir. Mi problema es que estaba enamorado así que solo veía una opción, seguir. Hay que ser claro, ella dijo que no, de aquí en adelante es un manual de lo que no hay que hacer.

      Se acercaba la primera prueba de física mecánica, si bien no podía asegurar que me iba a ir excelente, estaba mejor preparado que muchos. En eso me llama la Natalia para pedirme que por favor la ayudara a entender la materia, bueno cómo le iba a decir que no, así que vendría a mi casa. Ahí estuvimos después de clases como 2 horas tratando de entender la materia. Convengamos que en 2 horas no aprendes la materia de 1 mes, es imposible. La clase anterior a la prueba me llegó al último la asistencia, a un costado aparece la asistencia acumulada que llevas durante el semestre, ella solo tenía un 9%, no soy experto en matemáticas pero se calcula entre 2% y 3% por clase para ese ramo, yo le había firmado unas 2 o 3 veces más no, sumado a la vez que fue a clases bueno, llegué a la conclusión de que nadie más la ayudó con la asistencia y para que recurriera a mí para que le enseñara la materia, bueno prefiero pensar que ella confiaba más en mí que en la gente con la que se juntaba. Ese día en mi casa me contó del sujeto del colectivo, que era solo un amigo que la estaba ayudando, que alguna vez fueron algo, pero él la engañó, además la pasaba a buscar al trabajo y la dejaba en la U y se llevaba a la niña y la dejaba con una tía, luego de eso las pasaba a buscar a las 2 para llevarlas a casa, además la ayudaba a pagar el arriendo de la pieza, dijo que habían hecho un trato, pero no me quiso decir cuál. Al día siguiente fue la prueba, le fue horrible, no la volví ver en física mecánica.

      Pasaron los días y cada vez nos veíamos menos, un día que hacía frío llegó atrasada a clases, ya era septiembre, su hija estaba durmiendo y se despertaba de malas, yo no entendía la verdad, debí cerrar la boca, pero muchos empezaron a hablar y yo dije – no quisiera ser la mamá esta noche –. Pensando que cuando despertara no iba a haber forma de cómo dormirla. Me equivoque, la niña estaba enferma, llegado el recreo fui el único que se acercó a ella, estaba helada, pero la frente le hervía y tenía las mejillas rojas, le pregunté por un chaleco y me dijo que no tenía porque el que llevaba se le mojó, así que le pasé mi polerón que finalmente se lo puso encima. Algo que tienen que entender es que mi polerón es una imagen fuerte, es del disco de Cannibal corpse “Tomb of mutilated”, por su traducción, “La tumba de los mutilados”. Ahí entenderán por qué la mamá no quería que la niña lo usara. Digamos las cosas como son primero lo uso de manta, luego se lo enrolló en el cuello, y finalmente ya en la calle con todo el viento helado en contra se lo colocó como corresponde. Ahora el que estaba cagado8 de frío era yo. Llegamos a la calle donde vivía, donde tendría que caminar más y nos separamos, le dije que se quedara con el polerón, que la niña iba a empeorar si se lo quitaba, que otro día me lo devolviera. En Arica no hace tanto frío, pero el viento hace que la sensación sea mayor. Las niñas después me molestaron en referencia al frío —¿Pa´9 que se lo prestaste? Si te ibas a morir de frío—. Me dijo la Sandra, a lo que respondí —Lo importante es la niña, a mí no me va a pasar nada, a ella sí—. Díganme si estoy equivocado—. La mayoría de los hombres pasa su polerón de calientes, dadas las circunstancias no sé si lo mío aplicará, por último, dónde mierda estaba el tipo del colectivo.

      Desde ese día dejó de llevar a la niña a clases, una pena para mí, pero necesario, era común verla entrar y salir de ese colectivo, en algunas ocasiones el tipo subía y la invitaba a comer y faltaba a clases, clases que por lo demás cada día era más difícil que llegara a la asistencia mínima para aprobar, y nadie la ayudaba, bueno una vez es ayuda, el resto es abuso.

      Un día que salimos tarde ella iba cargada, estábamos la Cami, la Natalia y yo y una amiga de su grupo que también se llama Paula, una mina10 desagradable y fea que los compañeros le pusieron la cara de caballo. Bueno no me cabe duda que a ella le ha ido mejor en el amor que a mí. La Paula fue la primera en decir que nos fuéramos, la Natalia dijo que se iría por el otro lado de la calle, le salía más corto, en ese caso le dije a la Cami que nos fuéramos, y ella respondió – no, ándate tú con ella, ayúdala con sus cosas –. Volteé la mirada hacia la Natalia y me miraba con una sonrisa encantadora, a lo que dije “no”. – a bueno, vámonos entonces –. Aún me arrepiento de no haber tomado esa oportunidad, ¿en qué estaba pensando? ¡Ah! sí, recuerdo, en el tipo del colectivo.

      Antes de las vacaciones de septiembre uno de los profesores nos dejó un trabajo, a simple vista se veía fácil, no quiero entrar en detalles de qué se trataba, pero el informe todos lo tuvimos mal por no saber leer. Tuvimos que hacerlo de nuevo y preparar en grupo una presentación. Por esas cosas de la vida quedé solo con un tal Francisco (no con el que me juntaba), y decidí agregar al Santiago que no fue a clases e iba a quedar solo también, por último, quedaba la Natalia, el trabajo era de a 4 personas, el

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