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Y me fui.

      La segunda vez que me acerqué a ellas, estaba sentado solo y ella se sentó detrás de mí con su hija, más adelante se nos unió la Cami, el profe nos dejó una tarea, yo aproveché el tiempo para acercarme a la niña, verán me gustan los niños, sobre todo las niñas, pero este sentimiento nació después de conocer a su hija. Empezó a leer unas sílabas, las recuerdo bien eran la /r/ y la /rr/, las más difíciles de pronunciar para los niños, gracias a mi madre me crié viéndola enseñar a sus alumnos a pronunciar las palabras. Así que comencé a corregirle de la misma forma que lo hacía mi madre con sus niños, es difícil la verdad, no me fije en la reacción de la Cami, pero si vi la reacción de la Natalia, era más bien una risa que intentaba disimular. Enseñarle a hablar a una niña fue lo que detonó mi amor por ellos.

      Serían varias veces las que llevaría a su hija a clases, siempre jugamos y conversamos, es más, incluso una vez fuimos a comprar y la Natalia dejó que fuera conmigo y la Sandra solos mientras estuviéramos de la mano, la niña me escuchó a donde iba y quiso ir conmigo insistentemente al negocio que está en la esquina cruzando la calle de la universidad, no es que yo lo quisiera, de hecho me puse muy nervioso esa vez, es mucha responsabilidad. Lo que es peor en el negocio se me soltó la niña y empezó a correr hacia la calle y dobló casi llegando a la cuneta, en ese momento sentí en verdadero terror.

      Ya era casi final de semestre, me había dejado crecer el pelo un poco, y estaba yendo al gimnasio, recuerdo que hacía frío, no mucho la verdad, con un polerón estabas más que abrigado, pero sin él, bueno, era como para enfermarse. Un día teníamos que hablar con la encargada de becas y beneficios, estaba la Natalia, la Cami y la Sandra, las tres necesitaban ver una beca distinta. La Cami y la Natalia entraron juntas mientras yo jugaba con la niña, y la Sandra sólo me miraba y se reía, mientras a la niña la ponía en mi espalda y girábamos o la hacía saltar y con mis brazos la impulsaba más alto. Al cabo de un rato la Sandra entró y me dejó solo con la niña y seguimos jugando, pero en un momento me empezó a tirar el pelo muy fuerte le dije que parara, siguió, no sabía qué hacer, digo no es mi hija, cómo se supone que le hable, no sé cómo imponerme a un menor de edad que no tiene ningún parentesco conmigo, bueno le hablé más fuerte y la obligué a bajarse de mi espalda, ella reaccionó enojada y se fue a una pared igual como lo hacía el Quico en el Chavo del 8, y ahí se quedó, no se puso a llorar, pero hizo la misma acción. Fue extraño eso la verdad, jamás había sentido esa sensación de dolor al tener que ver esa reacción de un niño molesto, así que fui y le expliqué que podríamos seguir jugando mientras no me tirara el pelo que a esas alturas ya estaba algo largo. Fue un rato largo la verdad el que estuvimos solos, cuando salieron las 3 ya era de noche, y nos fuimos como de costumbre, la verdad todo tranquilo, pero en un momento las mujeres se separaron de nosotros, en ese momento la niña me preguntó—¿Tú qué eres de mí?—, Quedé helado, solo atiné a decirle —soy tu amigo, somos amigos—. Era lo único que le podía decir. Luego de eso empezó a gritar —¡mamá, mamá!—. En ese momento me llamó la atención lo poco interesada que estaba la mamá de su hija, quién parecía más una adolescente hablando con sus amigas que una madre. En fin después de ese grito yo les dije —oigan chiquillas3, espérennos que ella tiene las piernas más chiquititas—. Ahí recién se dieron cuenta que nos había dejado atrás. Bueno, después de eso cada uno se fue para su casa. Si antes estaba encariñado, bueno después de eso ya estaba seguro de lo que sentía, al menos por la pequeña.

      No recuerdo cómo o por qué, tampoco sé si la cronología de esta parte está bien, si fue antes o después del próximo punto aparte, lo que sí recuerdo es que recién nos habíamos cambiado de la casa de mi tía, cuyo problema ahondaremos más adelante, pero caminamos desde la U hasta mi casa, ahora en el centro de la ciudad, como a media hora a pie, conversando de la vida, esto ya lo había hecho muchas veces, antes tanto con la Sandra como con la Paula, otra amiga de la universidad que no formaba parte de nuestro grupo pero aún así la estimaba. Otra cosa que deben entender es que, si bien los 4 nos íbamos juntos, teníamos en la sala de clases grupos de amigos distintos. El caso de la Natalia era más complicado ya que siempre faltaba. Ese día, como ya dije, no recuerdo cómo o por qué fue a mi casa, y en mitad del camino le dieron ganas de orinar, tuvimos que ir casi corriendo a la casa, pero alcanzó a llegar, mientras ella estaba en el baño llegó mi madre y la conoció, hablamos un rato, le ofrecí bebida y no quiso, y después iríamos a hacer un trámite del cual no recuerdo nada. Terminado el trámite la invitaría a tomar un café, al principio dijo que no, pero al insistir dijo que sí, habló mucho de sus problemas yo solo le di fuerzas y tomé su mano en señal de que podía contar conmigo, si pasaba algo más por su cabeza, mejor para mí.

      Una vez de vuelta en casa, mi madre sólo tenía palabras bonitas para ella, que era linda, que era inteligente, en fin, todo bien hasta que se enteró que era madre soltera. Me advirtió que ni siquiera intentara tener algo con ella, la razón es básicamente que no confía en las mujeres que tuvieron hijos antes de salir del colegio y ahora son madres solteras. Mi madre la juzgó sin siquiera conocerla.

      Llegarían los exámenes de fin de semestre, recuerdo que salimos de un examen en las salas del pabellón C al fondo de la sede, yo salí después que ella, no sé cómo o por qué, pero se devolvió corriendo y saltó a mis brazos y quedó aferrada a mi como un koala al árbol. En el último examen en el cual yo llegaba necesitando mayor nota que todo el curso, fui el primero en terminar y me saqué un 6.24, ella se sacó un 5.0 y estaba muy feliz por haber pasado el ramo, y de nuevo saltó hacia mí y quedó aferrada como un koala.

      Llegaron las vacaciones, nos fuimos a descansar, a ella unos días antes le compraron un celular nuevo, fue a la U y empezó a pedir los números de todos, adivinen con cual empezó, así es, pediría el mío primero, el detalle es que por ese entonces no tenía un Smartphone, más bien era un celular antiguo que sólo llamaba y recibía, nada de aplicaciones o juegos, en fin. Pasó como una semana para que me animara a llamarla, fue después de un rescate que tuvimos, ese día vi mi primer cadáver, no estaba choqueado, muchos no comen en días después de eso, pero a mí no me afectó tanto, si estaba algo diferente, más callado, en fin, la llamé y le expliqué lo que pasó.

      A la semana siguiente volvería a llamarla, esta vez no contestó, pasaría lo mismo la siguiente vez y la siguiente hasta que llegaría el día de volver a clases.

      Durante las vacaciones tienes la obligación de matricularte, aunque la verdad muchos se matriculan atrasados o durante la primera semana de clases, yo me fui a matricular antes, fue la primera semana de vacaciones, mi madre y yo tuvimos una fuerte pelea antes de cambiarnos de casa porque quería que postulara a una beca a la cual yo no calificaba. En Chile, salvo una beca, el resto de ellas no te las dan por ser el mejor como en otros países, te las dan por ser pobres, en pocas palabras mientras menos tienes más beneficios te dan, esto se repite en salud, vivienda, etc., siendo mucho más conveniente ser pobre que intentar salir adelante. Siguiendo con el tema después de la pelea que tuve con mi madre ella decidió hacer los trámites de la beca y fue a llorar a la JUNAEB5 para que se la dieran, mi madre con sueldo de profesora ganaba demasiado como para postular, aun así, fue a pedir ese beneficio, frente a una apoderada de uno de sus alumnos. En ese momento no lo necesitábamos, después del cambio de casa se volvió un salvavidas. Bueno gracias a ese trámite nos cubrieron los meses que ya habíamos pagado, así que nos devolverían el dinero. El trámite era simple, saqué número y fui a finanzas, en medio de la espera me puse a caminar en círculos cuando volteo y veo a una mujer de mi edad mirándome perdidamente, rápidamente abrió los ojos de forma gigantesca y voltearía, yo sonreí y deje de mirar, volví a mirar y de nuevo me estaba mirando y volvió a voltear. No me volvió a mirar después de eso. Luego se iría y yo entraría porque era mi turno, fue una larga tarde, tuve que esperar al idiota que me atendería 4 horas, paso 3 veces por al frente mío, atendería a sus amigos y a mí no.

      Llegado el primer día de clases la Natalia no apareció. Me sentí muy mal la verdad, no me contestaba las llamadas y no aparecía en clases creí que no volvería, estaba en el balcón del edificio B cuando al fondo de la sede estaba ella, con su pequeña hija haciendo un trámite en becas y beneficios. Casi corriendo fui a saludarla, yo estaba feliz. Me explicó lo que había pasado, ella tuvo

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