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que le sirva de respaldo mnemónico y de vehículo a lo largo del tiempo. Los individuos son simples portadores de él, beneficiarios directos de las mejoras. Por su parte, el matemático norteamericano Norbert Wiener afirma que nada nos impide considerar un organismo como un programa —se refiere al programa genético—. En estas condiciones, el conjunto de dichos programas sería la entidad llamada a evolucionar.

      El progreso, como consecuencia de la evolución, exige cada vez sistemas de comunicación intraespecífica más potentes y eficaces. Relaciones sociales más elaboradas: la vida, al evolucionar, tiene que aprender a convivir. En las especies superiores, la evolución también está asociada al grado de desarrollo y perfección de las emociones. Y para ello se ha desarrollado el sistema límbico: un conjunto de estructuras cerebrales encargado de esa importante función, que solo se manifiesta desarrollado con plenitud entre los mamíferos. Ni los peces, ni los anfibios, ni los reptiles lo poseen. Están libres de la molesta carga creada por las emociones. A la par con la generación de emociones debe existir la capacidad para simbolizarlas y exteriorizarlas; es decir, para transmitirlas, así como también los mecanismos neuronales para su lectura e interpretación.

      Para elaborar sin ambigüedades un modelo que describa el proceso evolutivo se aceptará el término evolución como una forma de referirse al cambio que se presenta, a medida que transcurre el tiempo, en la composición genética de una población. Esto implica que lo que evoluciona es la especie, no el individuo. Por contraste, en el modelo lamarckiano evoluciona el individuo, y por medio de este la especie.

      Por lo general, el cambio en la composición genética de una población se traduce, como fue ya mencionado, en una progresiva adaptación al medio ambiente o nicho ecológico que ocupa; es decir, en cierto perfeccionamiento anatómico, fisiológico y psicológico de los individuos. Sin embargo, dentro de la definición aceptada, cabe aquí la posibilidad —no tan rara— de que se presente retroceso, fenómeno denominado por los biólogos involución. Las gallinas han perdido la capacidad de vuelo, lamentable retroceso pero que, por alguna circunstancia especial, tal vez la alta demanda energética exigida por ese medio de locomoción, les pudo resultar ventajoso en un nicho de baja depredación. Otros animales, parásitos intestinales y habitantes subterráneos, entre otros, han perdido por completo la visión, debido a que en su nicho particular esta no representa ninguna ventaja y sí puede convertirse en una desventaja. Los animales domésticos también han involucionado, en el sentido de que no son capaces ahora de vivir en las condiciones salvajes de antaño. Y asimismo le ocurre al hombre de las grandes ciudades, animal domesticado incapaz de vivir en las demandantes condiciones naturales en las que se forjó su evolución.

      La involución es un fenómeno que puede deberse a dos razones: que la pérdida o deterioro de una estructura resulte ventajoso, en cuyo caso se acumulan mutaciones en esa dirección, o que ocurra por simple relajación de las fuerzas selectivas, lo que permite la acumulación de mutaciones negativas. Para Jeffrey McKee (2000), la ley de Murphy que dice que Todo lo que puede empeorar, empeora se puede aplicar al deterioro que sufren las características que no son determinantes, por acumulación de mutaciones negativas.

      Modelo darwiniano

      El modelo evolutivo elaborado por Charles Darwin y modificado a la luz de los conocimientos modernos suena paradójico. A pesar de su extrema sencillez, al alcance de cualquier persona sin ninguna formación especial, es capaz de explicar la existencia de los organismos vivos, los entes más complejos que conocemos. Esta paradoja ha llevado a muchos a pensar que el modelo debe estar equivocado, que no puede ser posible que se explique tanto con tan poco. Pero sí es posible.

      Para describir con exactitud el proceso evolutivo, se partirá de una población que ocupa, en un momento específico, un nicho ecológico bien determinado. Entiéndese por nicho ecológico o medio ambiente el conjunto formado, principalmente, por clima, disponibilidad de agua y alimentos, predadores, plagas, parásitos, microorganismos patógenos y especies competidoras, incluidos los coespecíficos. En general, el nicho ecológico comprende todas aquellas variables que rodean a los individuos de una población. Tácitamente, se acepta aquí la ley básica de la ecología: cada cosa está conectada a todas las cosas.

      Considérese lo que le sucede a la población entre dos instantes de tiempo más o menos próximos, o entre dos generaciones consecutivas. Las modificaciones producidas en la composición genética son atribuibles a dos causas o agentes: uno, generador de diversidad; el otro, encargado de efectuar la selección.

      El agente principal que causa la diversidad actúa, a escala microscópica, sobre los genotipos, y lo hace de forma ciega y errática, sin finalidad alguna y sin previsión. Por eso se dice que la evolución hace camino al andar. Puede originarse en cuatro fuentes: las mutaciones, tanto puntuales como cromosómicas; las combinaciones genéticas, resultantes del proceso reproductivo; el entrecruzamiento o recombinación genética, subproducto importante de la meiosis o división celular de la cual resultan los gametos; y la transferencia lateral de material genético, fuente principal de diversidad entre las bacterias, pero presente también en organismos multicelulares.

      Debe aclararse que a veces —pero más como excepción— se producen novedades en los organismos debido a variaciones en las variables ambientales, sin que haya modificaciones genómicas, pues el fenotipo resulta de la expresión o lectura del genoma en el medio que lo rodea, por lo que las condiciones ambientales son en más de una ocasión determinantes. Entre las condiciones ambientales más importantes tenemos:

      1. El contexto o entorno genético. La presencia o ausencia de otros genes que trabajan de forma mancomunada (Moore, 2001) llega a veces a producir alteraciones notables en el fenotipo. Recordemos que los intrones, adn que no codifica proteínas, abundantes en el genoma, pueden tener efectos dramáticos en la expresión de los genes vecinos. También hay genes (Ridley, 2003) cuya función es activar o bloquear a otros, que a su vez tienen esa misma función…

      2. El medio celular. El adn mitocondrial, por ejemplo, puede alterar el desarrollo embrionario, y la presencia o ausencia de ciertas proteínas puede alterar por completo la lectura de un gen.

      3. El ambiente materno. Se sabe que algunas enfermedades virales de la madre pueden alterar el desarrollo normal del cerebro de las crías, o el uso de drogas, como ocurrió con la talidomida, puede traducirse en malformaciones. Asimismo, la desnutrición de la madre durante los primeros meses del embarazo conduce en ocasiones a espina dorsal bífida, parálisis cerebral, baja inteligencia o esquizofrenia.

      4. El ambiente externo. La presencia de la fenilalanina en la dieta de ciertos niños, ya se dijo, conduce al retraso mental. El sexo en algunos reptiles está determinado por la temperatura de incubación, mientras que en algunas especies de peces el sexo puede cambiar de acuerdo con la proporción de machos y hembras en la población.

      El nicho ecológico es el agente selector, y actúa directamente sobre los fenotipos, a escala macroscópica, aprovechándose de que siempre se conciben más descendientes que los que logran llegar a edad reproductiva (provechoso despilfarro biológico). El criterio único de selección es la eficacia biológica o reproductiva, también conocida con el desafortunado nombre de coeficiente de adaptación. La eficacia biológica, a su vez, puede llegar a tener tres componentes o factores: la capacidad de supervivencia, determinada casi siempre por un adecuado ajuste del organismo a su medio ambiente —también conocida con el nombre de selección de los más aptos o, con mayor exactitud, de los aptos—; la capacidad reproductiva o capacidad de engendrar un número óptimo de vástagos fértiles, sanos y bien adaptados; por último, la capacidad de invertir recursos biológicos en los descendientes y en los parientes próximos, que de manera generalizada se denominará altruismo familiar o nepotismo.

      Debe tenerse en cuenta, cuando se habla de número óptimo de descendientes, que no siempre significa número máximo. Si un individuo, por ejemplo, fuese demasiado fecundo, podría no alcanzar a alimentar ni a proteger su numerosa descendencia. Al final, podría quedar sin ningún heredero en edad reproductiva, que es lo que en definitiva cuenta en asuntos evolutivos. Si el nicho fuese muy variable, por ejemplo, sería excelente táctica producir, más que cantidad, una amplia variedad de mezclas genéticas, empleando para ello diferentes parejas sexuales. De esta manera se aumentaría la probabilidad

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