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Pobres conquistadores. Daniel Sánchez Centellas
Читать онлайн.Название Pobres conquistadores
Год выпуска 0
isbn 9788416164646
Автор произведения Daniel Sánchez Centellas
Жанр Языкознание
Издательство Bookwire
POBRES
CONQUISTADORES
POBRES CONQUISTADORES
© Daniel Sánchez Centellas
Diseño de portada: Dpto. Diseño La Calle
Iª edición
© Editorial La Calle, 2018.
Editado por: Editorial La Calle
c/ Cueva de Viera, 2, Local 3
Centro Negocios CADI
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artística o científica.
ISBN: 978-84-16164-64-6
Nota de la editorial: Editorial La Calle pertenece a Innovación y Cualificación S. L.
DANIEL SÁNCHEZ CENTELLAS
POBRES
CONQUISTADORES
Editorial La Calle
ANTEQUERA 2018
Índice de contenido
CAPÍTULO I LO QUE HAY HACER PARA...
CAPÍTULO II EL PODER CUANTO MÁS…
CAPÍTULO IV ¿A DÓNDE SE SUPONE QUE VAMOS?
CAPÍTULO V NO TODO ES LO QUE PARECE
CAPÍTULO VIII JEMENE Y TURRANZUO
CAPÍTULO I
LO QUE HAY HACER PARA...
Una vez la batalla fue declarada por concluida, con la rendición del enemigo (cantada a voces y confirmada con los toques de trompeta como era costumbre), Alekt Tuoran se sintió hondamente aliviado. Más que aliviado, se sintió vivo de nuevo. Sus ojos continuaban desorbitados por el terror, y la piel estaba empapada de un frío sudor; había recibido mandoblazos de refilón, y percibido cómo las saetas silbaban rozando a la altura de sus sienes, mientras el estruendo de las cargas explosivas destrozaban formaciones de hombres. A pesar de haber cabalgado en un sólido caballo, con sus corazas y bien armado, y de haber rechazado con cierta soltura los ataques de jinetes enemigos, se sentía rendido, no vencedor y extremadamente tenso; en realidad, se había visto obligado a participar en este belicoso juego del emperador. Todo para poder tener audiencia inmediata, necesaria e ineludible, pese a que era una época desafortunada: en ese momento su magnificencia acometía la conquista de la ciudad de Eretrin por batalla de extramuros.
Alekt no estaba hecho para la guerra ni jamás se sintió de la casta de los notables del emperador. En realidad era navegante y solo necesitaba hablar con el emperador en ese preciso momento, en esta época y no otra, para obtener su favor sin titubeos ni dilaciones, por lo cual la recomendación general que le hicieron era casi una orden: «Lucha a su lado en la toma de Eretrin».
En tiempo de paz, Alekt solía fondear en el puerto de Eretrin, por lo que conocía sobradamente la gran maestría y precisión con la que se construían naves en dicha República. De ahí, que hubiera oído hablar de los informes de la botadura de dos fragatas hermosas y veloces como antes no se habían armado nunca. Dos obras de ingeniería y artesanía, que adornadas con un gusto sencillo en sus mascarones y sus bajorrelieves, garantizaban su capacidad al que las quería conocer por su estilizado y largo bauprés, por sus sólidos palos y su ausencia de cualquier cosa superflua. Si tal tiempo de paz hubiese persistido, en lugar de hacerse con ellas como un infame botín de guerra mediado por el emperador, hubiera podido adquirirlas pacíficamente con una incruenta transacción. Pero las cosas estaban así y él no podía cambiarlas, debía hacer lo que debía hacer, y seguir esa maldita recomendación de sus allegados y familia.
En