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el componente cardiorrespiratorio, y el test de velocidad/agilidad 4 x 10 m de ida y vuelta fue utilizado para valorar el componente motor. También, fueron empleados los test de salto de longitud y fuerza de prensión manual con dinamómetro para evaluar el componente muscular. El rendimiento académico se evaluó a través de los registros escolares al final del año académico. Para definir el rendimiento académico, se utilizaron cuatro determinantes relacionados con las notas individuales y el promedio en las materias Matemáticas y Lengua, como también la calificación promedio anual. Los principales resultados de este estudio mostraron que el test de 20 m-SRT (componente cardiorrespiratorio) y el test 4 x 10 m (componente motor) estaban relacionados de forma independiente y combinada con el rendimiento académico. Sin embargo, la fuerza muscular no estuvo asociada con el rendimiento académico independientemente de los otros dos componentes de la condición física. Adicionalmente, e independientemente de los niveles de adiposidad, el componente motor estuvo más fuertemente relacionado con el rendimiento académico que el componente cardiorrespiratorio. De esta manera, este estudio amplía el conocimiento en relación con la condición y el desempeño académico. La inclusión de actividad física que involucre ejercicios de velocidad, agilidad, coordinación y equilibrio durante las clases de educación física podría tener un mayor efecto sobre las habilidades cognitivas que el resto de los componentes de la condición física.

      La Sociedad de Medicina del Comportamiento realiza expresamente una serie de recomendaciones en cuanto a la relación entre la actividad física, la condición física y el rendimiento académico (Buscemi et al., 2014). Al respecto, se indica que las escuelas primarias deberían tener en cuenta las siguientes acciones:

      1 Proporcionar una hora de actividad física diaria de intensidad moderada a vigorosa durante las horas lectivas.

      2 Incluir descansos activos en el aula.

      3 Incorporar la actividad física en el currículo académico.

      4 Impartir clases de educación física.

      5 Proporcionar recreos activos.

      La evidencia presentada en las secciones anteriores del presente capítulo fundamenta desde el punto de vista pedagógico, y desde la perspectiva de la salud y el rendimiento académico-cognitivo, la necesidad y la importancia de incluir el monitoreo de los niveles de condición física en el marco escolar.

      En relación con una de las preguntas planteadas en la introducción del presente capítulo sobre el papel que cumple la evaluación de la condición física frente al problema de los bajos niveles de condición física, la obesidad y las emergentes enfermedades crónicas presentes en edad pediátrica, es importante aclarar que si bien la evaluación de la condición física puede tener varios objetivos, su propósito principal es el de actuar como un espejo; es decir, que la misma es fundamentalmente una herramienta diagnóstica que nos muestra la situación actual de salud de la población escolar, pero que en sí misma no tiene el poder de revertir o atenuar los problemas mencionados anteriormente. Es curioso notar cómo un mayor conocimiento en el área de la salud y la condición física no implica necesariamente un cambio de conductas que permitan mantener y mejorar la condición física. Asimismo, a pesar de la evidencia de los beneficios que aporta una buena condición física en la salud y también en el desarrollo cognitivo de niños y adolescentes, es llamativo observar cómo las políticas educativas en varios países no proporcionan demasiadas soluciones al respecto.

      La evidencia documentada en este capítulo proporciona los fundamentos de peso que permiten sustentar la importancia de medir a los alumnos a través de una batería de test de condición física relacionada con la salud. El concepto de batería de test de condición física y su aplicación en el marco escolar es un tema que será abordado en los próximos capítulos.

      Referencias del capítulo 1

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