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Moreira et al., 2011; Ruiz et al., 2015). Sin embargo, estos estudios se ven limitados por tener un diseño transversal. De acuerdo con las investigaciones realizadas por los autores del capítulo, se sostiene que hoy en día no existen estudios científicos longitudinales que hayan validado puntos de corte para los principales test de campo que evalúan los diferentes componentes de la condición física relacionada con la salud. A este respecto, futuras investigaciones deberían estar orientadas a la profundización de este tema en concreto.

      Importancia de la evaluación de la condición física en la escuela

      En el ámbito de la educación física, algunos docentes pueden preguntarse lo siguiente: ¿es necesaria la evaluación de la condición física en la escuela?, ¿por qué es importante la evaluación de la condición física?, ¿cuáles son los objetivos de un programa de evaluación de la condición física? Las respuestas a estas preguntas pueden tener varios matices según la perspectiva de análisis. Según la visión de los autores de este capítulo, la inclusión y la aplicación de un programa de evaluación de la condición física en el ámbito escolar puede ser fundamentada desde al menos tres perspectivas:

      1 La pedagógica.

      2 La salud y su relación con la condición física.

      3 El rendimiento académico-cognitivo.

      Desde el punto de vista pedagógico, un programa de evaluación de la condición física bien dirigido puede ser una herramienta útil para motivar a los alumnos hacia la autosuperación, aumentar el interés hacia el aprendizaje de nuevos patrones motores, descubrir o redescubrir las aptitudes, las cualidades físicas y las limitaciones personales e incentivar la práctica de actividad física y deportiva (Ardoy et al., 2011). No obstante, como se ha señalado previamente, este programa de evaluación puede ser contraproducente si durante el mismo se manifiestan algunos de los siguientes factores (Secchi et al., 2016b):

       La evaluación ocupa un lugar muy importante durante el año escolar.

       El número de test es elevado o la evaluación se extiende demasiado.

       Las pruebas no están estandarizadas.

       Se realizan mediciones muy imprecisas.

       No hay transferencia de los resultados hacia los alumnos y sus familias.

      Desde el punto de vista de la salud de los alumnos, la aplicación de este tipo de evaluación en la escuela puede fundamentarse sobre un cúmulo importante de estudios científicos que corroboran la relación que existe entre una buena condición física y diferentes parámetros biomédicos. Las investigaciones en esta área pueden derivar de estudios transversales, longitudinales e intervenciones realizadas en el ámbito educativo para determinar los efectos de los mismos sobre la salud y la condición física de niños y adolescentes.

      En un estudio de revisión sistemática de la literatura, Ortega, Ruiz, Castillo y Sjöström (2008) mostraron que existe fuerte evidencia que indica que la condición física cardiorrespiratoria está asociada de manera inversa y significativa con la adiposidad total y abdominal cuando la composición corporal fue determinada con índices antropométricos y también con estudios de referencia como la Absorciometría Dual por Rayos X, la Tomografía Axial Computada y la Resonancia Magnética (Ortega, Ruiz et al., 2008). Además, tanto la condición física aeróbica como la fuerza muscular están asociadas con establecidos y emergentes factores de riesgo cardiovasculares, tales como la presión arterial, los triglicéridos, LDL-colesterol, HDL-colesterol, la glucemia, algunas proteínas inflamatorias, la proteína C reactiva y la homocisteína. Por otro lado, los beneficios de la condición física en la salud son específicos de los sistemas y órganos involucrados. Por ejemplo, las mejoras en la fuerza muscular y la velocidad/la agilidad tienen un efecto más positivo sobre la salud ósea que sobre la condición física aeróbica. La evidencia indica que las mejoras en la condición física aeróbica y la fuerza muscular son recomendadas en la población pediátrica con cáncer debido a que atenúan la fatiga y mejoran la calidad de vida de estos pacientes. Por último, en el trabajo de revisión mencionado se resaltó la relación entre la condición física y la salud mental. Si bien son escasos los estudios en esta temática, la evidencia existente muestra que los programas de ejercicio que producen mejoras en la condición física aeróbica producen beneficios psicológicos a corto y largo plazo en relación con la ansiedad, la depresión y la autoestima.

      Ahora bien, otra de las preguntas que varios investigadores se han planteado es la siguiente: ¿existe relación entre la condición física en la niñez y en la adolescencia, y la buena salud o la enfermedad en la adultez? Otro estudio de revisión sistemática de la literatura publicado por Ruiz et al. (2009) posibilitó entender, a la luz de evidencia científica procedente de estudios longitudinales, cuál es la relación entre la condición física y la salud futura de niños y adolescentes. A partir de la evidencia de cuarenta y dos estudios científicos seleccionados, los autores llegaron a las conclusiones sintetizadas en la figura 1.3.

      Figura 1.3. Relación entre la condición física en la niñez o en la adolescencia, y diferentes parámetros de salud en la adultez. Adaptado de Ruiz et al. (2009).

      Fuerte evidencia científica indica que altos niveles de condición física aeróbica en la niñez y en la adolescencia están asociados significativamente con un perfil cardiovascular saludable en la adultez. Además, altos niveles de fuerza muscular durante la niñez y la adolescencia están inversamente relacionados con cambios negativos en la adiposidad general durante la edad adulta (menores niveles de adiposidad). En tercer lugar, una composición corporal saludable en la niñez y en la adolescencia se asocia fuertemente con un perfil cardiovascular saludable en la adultez y un bajo riesgo de muerte prematura. Por último, existe una moderada evidencia que indica que altos niveles de condición física aeróbica en la niñez y en la adolescencia reducen el riesgo de desarrollar síndrome metabólico, arterial stiffness (dureza y rigidez de las paredes arteriales) y disminución de los niveles plasmáticos de lípidos y lipoproteínas en el futuro.

      Desde la perspectiva del rendimiento cognitivo-académico, un creciente número de investigaciones se ha dirigido a estudiar la relación entre la condición física, la actividad física y los cambios anatómico-funcionales a nivel cerebral, los comportamientos, los estados de ánimo y las habilidades cognitivas como el lenguaje, la escritura, la memoria, la concentración y los logros académicos, por mencionar algunas. La Sociedad de Medicina del Comportamiento en los Estados Unidos (Society of Behavioral Medicine) sostiene que existe un compendio de estudios que indican que la actividad física regular y los incrementos en los niveles de condición física de los niños mejoran las funciones cognitivas, influyen en el cerebro y en el estado de ánimo de los mismos (Buscemi et al., 2014). Además, una mejor condición física y mayor práctica de actividad física regular se asocian con una mejora en los promedios y resultados de los exámenes estandarizados. Sin embargo, este posicionamiento señala que a pesar de la evidencia documentada, estudios poblacionales de larga escala y con muestras representativas de los Estados Unidos indican que solo el 4 % de las escuelas primarias ofrecen clases de educación física diaria; quizás lo más llamativo sea que menos de la mitad de las escuelas proporcionan recreos en los que se puedan implementar estas prácticas (Buscemi et al., 2014).

      Paradójicamente, muchas escuelas, con el objetivo de mejorar los promedios de las pruebas o exámenes estandarizados, optan por disminuir o eliminar las clases de educación física y los recreos para centrarse en la instrucción académica. Como resultado, los escolares permanecen más tiempo sentados en el aula, lo cual perjudica su concentración y atención. De esta manera, la reducción de la actividad física diaria y los recreos en la escuela pasan a ser un factor contraproducente para los niños, que puede impedir o retrasar el desempeño de determinadas funciones, así como limitar el rendimiento académico de los jóvenes (Buscemi et al., 2014).

      Recientemente, Esteban-Cornejo et al. (2014) estudiaron la influencia independiente y combinada de varios componentes de la condición física relacionada con la salud sobre el rendimiento académico en 2038 niños y adolescentes

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